La tiranía de la desinformación

Raúl González

Vivimos en un mundo globalizado, la información cruza en segundos el planeta y hoy es fácil enterarnos de lo que sucede en cualquier parte, vivimos a solo un “click” de distancia del lugar más alejado del globo.

Internet, la red de redes, nos ha dado acceso a una vasta cantidad de información; en el tiempo que le toma leer esta columna, en youtube se visualizaron 17 millones de videos, se enviaron 152 millones de mensajes de whatsapp y se enviaron 1,9 millones de tweets.

La facilidad que nos da internet para enviar y procesar tanta información se presta también para que personas o grupos inescrupulosos utilicen esta valiosa herramienta para desinformar y manipular a otras personas, es la “Memecracia” como reza el título del libro de Delia Rodriguez, “un lugar desconcertante en el que las ideas que logran captar la atención ciudadana y guiar su comportamiento no son las mejores, ni las más nobles, ni las más útiles, ni las más veraces; solo son las más contagiosos”(1)

Es el reino del meme, de la mentira y de la verdad a medias. No es difícil, con una regular inversión inventar historias y viralizarlas, eso es precisamente lo que hacen esas mentes inescrupulosas, aprovechándose de la credulidad de la gente, y estas “historias” abarcan todos los temas desde los mas mundanos hasta los más serios, pero es en la política donde más se hace uso y abuso.

Qué difícil se ha vuelto ahora encontrar fuentes confiables, debemos ser críticos, desconfiados, no dar por hecho lo primero que vemos, indagar antes de opinar, pero, lamentablemente la mayoría, la “masa”, cree todo lo que ve y es fácilmente manipulable, una mentira que se repite muchas veces llega a parecer una verdad. Atacan sin pensar y sin saber, difaman, agreden y todo con el apoyo de una masa carente de pensamiento crítico.

Parafraseando a Humberto Eco “el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad” y de eso se aprovechan algunos, usan al “tonto del pueblo” como arma para comenzar a difundir rumores que luego, por obra de internet se convierten en verdades.

Escribí hace unos días un artículo sobre el fracaso del socialismo, es mi opinión y no pretendo que todos estén de acuerdo conmigo. En las redes me acusaron de “fujitroll” ¿? Alguien escribió diciendo que Mulder me financia (¿?), me causó gracia, el “tonto del pueblo” habló, pero ahí se ve la facilidad con la que muchos acusan y atacan sin tener la menor idea de nada, mañana lanzan una campaña bien pagada acusando a este portal de “Apro-fuji-montesinista” y tengo la certeza que habría mucha gente que lo daría por hecho, y empezarían los ataques y las mentiras y probablemente al poco tiempo tendría al Fiscal José Domingo Pérez tocando la puerta para allanar mi casa.

Este medio ha facilitado a muchos (me incluyo), ejercer  el oficio de periodista o escritor, incursiono en una profesión que nos es la mía y lo hago con gusto y a la vez con enfado cuando veo a muchos periodistas anteponer sus intereses a la verdad, anteponer sus emociones antes a la exactitud de la historia, se convierten en simples manipuladores de la conciencia de las personas, tratando de crear modelos a seguir y suprimiendo información importante, todo para que se acomode a su intereses  o a los intereses de quienes mueven sus hilos. Y de esto acuso a tirios y troyanos, casi nadie se salva; derecha o izquierda, casi todos por igual han perdido la objetividad.

Mentir, manipular y distraer, parece que son las únicas verdades que se han vuelto casi absolutas en esta época de redes sociales. Miente y oculta lo que no quieres que vean. Manipula usando las redes y medios de comunicación como una herramienta de control social, logrando cambiar los valores y creencias de muchas personas. Distrae, porque un pueblo ocupado en sus distracciones significa menos problemas para quienes gobiernan o para quienes quieren tomar el poder.

Esa es la tiranía de la desinformación