

La podredumbre ha infectado las instituciones de la república, a sus hombres, a los poderes del Estado, a la función judicial o al poder de administrar justicia; es la descomposición de este poder la que nos ocupa en este artículo, que más allá de haber sido evidenciada por los célebres audios, no menos controvertidos por cierto, por lo que denuncian que por su origen, han desatado un clamor e indignación generalizada, el secreto por todos dicho a media voz, hoy es público e irritante.
Cambiar, reformar o mejorar el poder judicial, no es tema de campañas populistas como el referéndum que nos tocó vivir, que solo ha llevado a cambiar de nombre a la entidad que designaba magistrados, la crisis del Poder Judicial no está solo en la designación de sus miembros, eso es populismo y tratar con poca seriedad el asunto.
El Poder Judicial no es un asunto solo de abogados y operadores de justicia, es un tema que atañe a todos, es un asunto de ciudadanía, la justicia es una aspiración de cualquier sociedad.
La corrupción siempre ha existido, no es un mal de estos tiempos, solo que ahora nos está robando la confianza; por ello es importante rescatar el valor de las instituciones, en un acto de fe, ya que todavía existen en este país hombres buenos. Hay algunos pasos y acciones a emprender, a saber:
En primer término, es importante vencer la indiferencia. Nos indignamos pero seguimos siendo indiferentes, esta crisis puede ser superada solo si se asumen compromisos personales, si asumimos auto reformarnos; las marchas se agotan en el clientelismo y el cálculo electoral, las medidas que se adoptan son cobijadas entre los rumores de lo mediático, tienen tufillo de trampa y populismo.
La gran reacción después de los audios fue disolver el Consejo Nacional de la Magistratura; pero tal medida ha resultado más peligrosa que el propio problema, al ser un hecho aislado y más una reacción emocional y para las tribunas. Nos hemos quedado en un limbo mediático, y por ello personajes obscuros como el juez “Hinostroza” no pueden ser efectivamente procesados, a pesar de los graves indicios de los delitos cometidos; pues otros poderes como el Congreso, no han tenido capacidad de respuesta, o no han querido tenerla, porque entre otros males, siempre acecha la tentación de politizar la justicia.
En segundo término, la Justicia, está envuelta en otras dolencias, en otras formas que la pervierten, los Tribunales y las Cortes se han convertido en cofradías perversas que si bien no organizan procesiones ni cultos, sí canalizan intereses y ambiciones y finalmente trafican con la justicia. De esta manera los jueces se han hecho “hermanos y compadres” y los tratos apartados de la ley no solo tienen el dinero como medio de cambio, sino también el inventario e intercambio de favores entre sus miembros. Ayúdame en esto hermanito!!!. Los mayores intermediarios son hijos de los presidentes de cortes (caso Duberly), esposos o esposas de vocales, no hay mejor manera que ser cliente de estos hermanados cófrades o compadres. Hace falta ser rigurosos y exigentes en desterrar el tráfico de influencias y el conflicto de intereses, se ha olvidado que la vara de la justicia solo puede ser flexible ante la misericordia, y no ante las dadivas. Por cierto el tema es común al resto de entidades del Estado.
Una tercera consideración es que los plazos no se cumplen, este es otro de los grandes problemas de corrupción disimulada con exceso de carga procesal. Cuando un conflicto no se resuelve dentro de los plazos previstos por la ley o en los que la cordura y el sentido común mandan, no se alcanza justicia. Hay miles de procesos que tienen más de cinco años sin ser resueltos pululando en las cortes de todo el país. Esto tiene que cambiar, se requiere decisiones oportunas, no jueces pusilánimes que no deciden.
Otro aspecto que hace que la justicia sea una tómbola, y por tanto deje de ser justicia, es la no predictibilidad de las decisiones, tema que hace más de 2,500 años era preocupación de los griegos en sus tratados. “La ausencia de una práctica judicial diligente, respetuosa de los mandatos legales y consciente del papel que le cabe cumplir a la Corte Suprema dentro de nuestro sistema de justicia…” La no predictibilidad de las resoluciones judiciales, ha generado que se incumpla con el papel de fijar un sistema de precedentes o de principios jurisprudenciales, los litigantes se encuentran, aún hoy, en la incertidumbre, no hay certeza para los usuarios de la administración de justicia, cómo será finalmente resuelto el proceso en el cual se encuentran involucrados; en consecuencia, existe la necesidad de una administración de justicia moderna, que ofrezca seguridad y estabilidad jurídica, ese es justamente el propósito de esta institución, la predictibilidad de los fallos judiciales.
Un quinto aspecto a considerar es la provisionalidad de los jueces. En la Corte Suprema hay solo 17 jueces supremos titulares de un total de 40, de estos, 9 están cuestionados por los audios y 4 más por temas relacionados al Jurado Nacional de Elecciones. Los otros 23 son provisionales, o sea que están ahí porque discrecionalmente fueron llamados a ocupar estas plazas, y muchos de ellos también están involucrados en actos deshonrosos. El Perú necesita Jueces Honestos, no jueces supremos!!
Los partidos políticos no representan la voluntad de los ciudadanos, mientras los partidos solo sean maquinarias, o loterías electorales, estos problemas no serán analizados con sensibilidad y responsabilidad, los partidos solo servirán para cubrir los intereses de algunos grupos, o algunas personas, pero no el sentido de una administración de justicia, y el funcionamiento de un Poder del Estado, como debe ser. Queda pues, indignarse con civismo, sin caer en la tentación de la ira y la violencia.
Finalmente, considero que podría empezar a ensayarse algunas medidas de manera urgente, si es posible una auto-reforma con la Corte Suprema:
a) los presidentes de todas las Salas Supremas deben renunciar.
b) Deben revisarse todos los procesos de ratificación, nombramiento y ascensos de los magistrados, la reforma debe incluir evaluaciones objetivas.
c) Debe redefinirse el rol de los Colegios de Abogados en esta crisis.
d) Por último, debemos evitar la politización de la Nueva Junta Nacional de Justicia, cuya composición y miembros respondieron al deterioro de la sociedad en su conjunto.