El Mayo de 1968, 50 años después

Sergio Tapia

El Mayo de 1968 se refiere a una serie de protestas de estudiantes universitarios y obreros, en diversas ciudades de Francia, pero simbolizadas en las que especialmente sucedieron en París.

A la protesta iniciada por grupos de estudiantes de izquierda, se unieron obreros industriales y el Partido Comunista Francés. Fue una revuelta de envergadura, algunos afirman que participaron hasta nueve millones de trabajadores.

Los sucesos de mayo no se limitaron a Francia. En realidad la ola de protestas se inicia con la cultura hippie y la actitud fue expresada en diversos países europeos (República Federal Alemana, Suiza, España, Checoslovaquia e Italia), y en América (México, Argentina, Uruguay y Estados Unidos).

Hubo desorientación para calibrar lo que podía suceder, y afectó la comprensión ideológica de las movilizaciones. Así, el filósofo Raymond Aron, analista que gozaba de consideración en los medios académicos y de comunicación, no entendió la protesta; se desorientó mientras sucedían los hechos; no vio en ellos ninguna dimensión histórica, y una vez culminados consideró que los acontecimientos había sido imprevisibles.

Los primeros análisis consideraron que las protestas llevaban el sello marxista. Aunque, intelectuales de la talla de Jean Madiran, e influyentes maestros doctrinales de la juventud como Jean Ousset, coincidieron tempranamente en describir la asonada como una revolución que expresaba “La Revolución”, es decir, aquella que integra las dos ideologías político-socio-económicas-culturales de mayor incidencia materialista e inmanentistas (el Liberalismo y el Socialismo o los Socialismos).

Posteriormente, desde la perspectiva que otorga el transcurso de varias decenas de años de pasados los hechos, académicos como Miguel Ayuso (España), Daniele Mattiussi (Italia) y Philippe Maxence (Francia) confluyen en señalar que el Mayo Francés bebe más del Liberalismo y que ayudó a reforzar las propensiones de esta ideología hacia la mayor tensión de la libertad, que las experimentadas en anteriores etapas histórico-culturales. Otra observación es que el Mayo de 1968, no fue tan parisino, ni europeizante. Fue más bien una influencia en Europa venida de los Estados Unidos de América.

Los años sesenta fueron de gran confrontación entre dos polos ideológicos rivales: el Capitalismo Liberal y el Capitalismo Estatal. Ambos con raíces filosóficas comunes y, obviamente, con evidentes diferencias. Pues, siendo contrarios entre sí, no llegan a ser contradictorios.

Desde la sociedad liberal norteamericana el hippismo se constituyó como una visión libertaria, que promovía la revolución sexual y promocionaba el amor libre (suscitaba la ruptura del matrimonio y desalentaba la conservación e incremento de las relaciones familiares). Eran activos consumidores de drogas, para experimentar estados alterados de conciencia; aunque rechazaban la sociedad de consumo.

El movimiento revolucionario de los años sesenta, fue gestado en los Estados Unidos desde los años treinta; en las universidades yanquis injertadas con intelectuales marxistas como los de la Escuela de Frankfurt, que habían migrado de los países europeos occidentales, por la represión interna y por la guerra mundial desencadenada.

Señala el profesor español Miguel Ayuso, que los sesenta vienen a significar “el triunfo del relativismo, de la dictadura de los deseos, del irracionalismo.” Y, hace unos días, el Papa Emérito Benedicto XVI escribió un artículo en una revista alemana, subrayando un nuevo ángulo de las consecuencias del Mayo de 1968: Fueron movimientos sociales que promovieron la permisividad a la pedofilia, porque la consideraron apropiada para los contextos sociales influenciados por la Libertad exagerada a la que induce la Revolución. Interesantes reflexiones que nos invitan a plantear la actual Ideología de Género, como la herencia contracultural de los movimientos sociales y revolucionarios de los sesenta.