En el reino del terror

Educar por métodos basados en el temor, la fuerza y la autoridad destruye la sinceridad y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión
Albert Einstein

Raúl González

El miedo paraliza, puede sufrirse individualmente o de manera colectiva. Cuando el miedo colectivo es demasiado grande hace que el pueblo pierda voluntad y acepte fácilmente el sometimiento, convirtiendo al grupo humano afectado en individuos que viven aterrorizados, el terror nubla el juicio, separa a la gente y facilita la opresión.

Ya desde hace muchos siglos diversos pensadores relacionaron el miedo con la política para facilitar a quienes gobiernan la construcción de un estado “a su manera”. Infundir miedo, se usa principalmente como un instrumento de sumisión que facilita manejar y dirigir las reacciones de la población con estímulos de temor hábilmente escogidos. El temor, finalmente, hace a la gente vulnerable.

Muy importante para quienes quieren infundir temor es aprovechar los momentos de coyuntura que generalmente son motivados por factores no previstos pero que son utilizados para este fin; so pretexto de salvaguardar la seguridad, la vida o la continuidad de un modelo “seguro”, se decretan medidas de control estrictas que son aceptadas por la población sin mayores miramientos con la idea que estas medidas son para protegerlos. Por ejemplo, se usa la xenofobia como arma infundiendo el miedo a ser desplazados por los extranjeros.

Así las cosas, los medios de comunicación son claves para un gobierno que desee infundir el miedo, y en países como el nuestro donde un solo grupo controla el 70% o más de los medio impresos no sería descabellado pensar que pueda haber  contubernios con el Estado. Los medios de comunicación se encargan que el miedo  se esparza a todo nivel y una vez que ese miedo se transforma en terror, la gente acepta todo lo que el Estado decrete pues su vulnerabilidad los ha paralizado. A partir de ese punto se vive en el reino del terror.

Muchos regímenes perpetran actos perversos para amedrentar a sus adversarios políticos con el único propósito de eliminarlos y dejar bien clara la idea de que si se oponen será totalmente peligroso para ellos. Usan el terror inducido como arma de control. Los norcoreanos, por ejemplo  viven atemorizados con la idea de un masivo ataque nuclear y una invasión a su territorio, este pánico no les permite actuar y por eso permiten que su “líder” dirija absolutamente hasta el más mínimo detalle de sus vidas.

En Venezuela, a los opositores al régimen de Maduro les infunden el miedo con la idea de recibir torturas, cárcel en condiciones infrahumanas, acoso a sus familias y todo tipo de medidas intimidatorias con el único fin de paralizarlos y así poder someterlos.

En nuestro país se está usando el miedo a la corrupción como pretexto para conculcar muchos derechos básicos, como el de la presunción de inocencia, la gente acepta estas medidas porque la convencieron que son necesarias, la población aceptó perder ciertos derechos  porque le hicieron creer que es la única manera de luchar contra la corrupción, pero el problema radica en que si cedemos una vez y no reclamamos -porque estas medidas  no nos afectan- cuando dicten medidas que si nos toquen directamente no habrá quien reclame por nosotros.

El temor paraliza, no nos deja actuar, lo saben los gobernantes y lo usan para intentar manipularnos y que aceptemos si miramientos todas sus imposiciones, pero debemos analizar detenidamente lo que se está haciendo y tomar acciones antes de que sea demasiado tarde.