Mi homenaje a todas las mujeres

Ernesto Pinto Bazurco Rittler

A riesgo de que me critiquen los que pregonan la igualdad de género, yo afirmo que esta igualdad no existe. La mujer es distinta –y superior- que el hombre porque puede, en sus entrañas, engendrar otro ser humano. La mujer es madre, y ejemplo de amor.

Y aun así no llegara a ser mamá, la condición de mujer le da aptitudes y actitudes que la distinguen de los hombres y la hacen más sensual, estéticamente bella. Especialmente, más humana. Por eso mismo es que a pesar de no haber tenido la función biológica de procrear, la denominación de Madre se aplica a tantas mujeres de bien, como la Madre Teresa, que realizan labores humanitarias o educativas en diversas congregaciones alrededor del Mundo.

Si por sus realizaciones se trata creo que han logrado en muchos aspectos –a pesar de las trampas que le puso la civilización-   evidenciar actos excepcionalmente importantes. Podría poner cientos de ejemplos hoy, en el campo de la política, del periodismo y otros tantos donde las mujeres peruanas destacan.

 Lo malo está – más bien pésimo- en que cuando una mujer sobresale en nuestro país, sufre maltrato. No es casualidad que las únicas mujeres que se han atrevido a postular a la Presidencia de la Republica o que han tenido o tienen la jefatura de un partido, -madres también- terminen siendo acusadas, desprestigiadas, hasta encarceladas o perseguidas.  

En ese punto es bueno recordar, en el Día de la Madre, que una persona que mató a su madre recibió solo una sentencia de seis años, y que quedará libre pronto, siendo una amenaza para la sociedad. Eso es gravísimo, porque la responsabilidad del Estado es, precisamente, salvaguardar a la  sociedad, no perseguir a quienes se les involucra a un ilícito (falta más que delito) de orden económico.  En Alemania, donde vivo, los jueces son juristas y los delitos económicos se sancionan con medidas económicas, es decir, con una multa. Así a una congresista alemana que recibió dinero ilícitamente se le sancionó exigiéndole un pago.  En el Perú son capaces de pedirle que disuelva su Partido. 

Pero lo que sucede en el Perú no es necesariamente responsabilidad del Poder Judicial, pues se trabaja con abogados en vez de juristas, y con un cúmulo de leyes que se pueden interpretar de diferentes maneras.  El Poder Legislativo, más dedicado a la oposición política, desperdició la posibilidad de sacar leyes oportunas, simples de entender y fáciles de aplicar.  

El caso es que estamos frente a un problema serio: Estos absurdos jurídicos   deterioran la imagen de nuestro país en el exterior, porque no están de acuerdo con los estándares mundialmente aceptados

Para no aparecer como sospechoso de favorecer a alguna dama, me remito a la historia de nuestro país, quinientos años atrás poniendo como ejemplo a Isabel Barreto, quien fue, en su tiempo, tratada injustamente y que aun ahora vive todavía entrampada entre el olvido y la indiferencia.  Isabel Barreto fue una joven que, desafiando todos los prejuicios de la época, pudo armar una empresa gigantesca.  Para realizarla tuvo que casarse con el marqués Álvaro de Mendaña quien le duplicaba en edad, y así tener la licencia necesaria para hacerse a la  mar. Con cuatro embarcaciones, y cerca de cuatrocientos seguidores, partió en 1595, de puertos peruanos para ir en busca de la China y otros pueblos. No para conquistar, – lo que estaba en boga en la época- sino para iniciar relaciones de comercio.

Su primer éxito fue descubrir las Islas Marquesas, en tanto su esposo ya estaba al borde de la muerte.  Efectivamente este falleció un mes después en las Islas Salomón. Después de eso, en compañía de dos hermanos que habían sobrevivido los avatares del viaje, continuó en la búsqueda de China. Por imprecisión de los mapas llegó a la isla de Luzón, que pertenecía a Filipinas. Ahí se volvió a casar. Estuvo cerca de China y compró muchos objetos que vendió en México, para después retornar al Perú.  Los desafíos que se atrevió a hacer a las costumbres y acomodos de una sociedad colonial y machista, hicieron que la condenaran al destierro y al olvido. Ella no mató- como algunos hombres que pasaron a la historia- sino más bien concilió.

No voy a contar ahora toda la fascinante historia de esta mujer ejemplar, pues ya fue descrita en mi novela histórica titulada “Isabel de los Mares, la primera embajadora del Perú”, libro por el que recibí diversos reconocimientos en el extranjero.

Las verdaderas grandes mujeres, deben experimentar, a mi entender, una gran tristeza en este mundo en el que hoy se escribe más sobre la mujer maltratada o golpeada. Incluso algunos autores famosos, se afanan en designar a quien tiene sexo distinto como la niña mala, la prostituta, o la perversa.

Yo seguiré escribiendo sobre estas personas que solo por ser mujeres merecen el mejor lugar y el mayor respeto en la sociedad, Tratar con respeto a las personas es la base para la reconciliación nacional de todos los que creemos en la democracia, en la paz, en un desarrollo respetando la justicia – la reparadora-  y los valores humanos.