

Hay un grave problema en la conducción de gobierno y en la estructuración del Estado. La segunda, es una crisis que tiene muchos años.
El modelo democrático inspirado en la partidocracia, languidece por carecer de representación orgánica. Los ciudadanos no son representados correctamente. Tampoco las sociedades familiares. Ni la organización gremial de la economía o corporativa. Tampoco las demás dimensiones de la vida social-política-cultural.
Cabe recordar que en nuestra Constitución de 1933 fue previsto un senado funcional (no de representación partidarista) y una Cámara de Diputados de estricta representación partidaria. Una interesante mistura de la representación orgánica e inorgánica en un Congreso bicameral. Pero, que por leyes de excepción, hizo que todas las pocas elecciones realizadas bajo esa Constitución de 1933 (sustituida en 1979), el Senado se redujera a la sola representación inorgánica de la partidocracia.
Esta es una de las orillas de la crisis y no debe menoscabarse su importancia: La deslegitimación del sistema político por falta de auténtica representación. Lo que es sensiblemente dramático cuando la indiferencia ciudadana es de sumo grado y la carencia de responsabilidades cívicas es de niveles alarmantes.
Pero, en la otra orilla del problema, el mal es el mal gobierno. Pareciera que la Nación Peruana estuviese condenada a soportar una sucesión de malos gobiernos.
Han de preocuparnos ambas orillas del problema: La fatal ausencia de legitimidad para estructurar una eficaz y noble representación ciudadana, y la ilegitimidad del gobierno de la Nación por ineficacia y perversidad.
Es alentador que desde la dimensión social-cultural, haya reacción, como la que encarnan los múltiples movimientos ciudadanos que salen a defender el derecho a la vida del concebido, el respeto a la dignidad del educando y su derecho a recibir una educación sexual pero moral y con beneplácito explícito y participativo de los padres de familia.
Ese es el espíritu que anima al ya enorme conglomerado que amalgama la gran movilización nacional “Con Mis Hijos No Te Metas” que el viernes 24 de noviembre convoca a marchar cívicamente, para enfrentar la política gubernamental pro género.
Las movilizaciones Con Mis Hijos No Te Metas se originaron en el 2016 y se mantienen “in crescendo”, enfrentando con eficacia social la ideologización del Estado por el denominado enfoque de género, que con la excusa de alcanzar la igualdad de la mujer con el varón, en realidad logra resultados severamente antifeministas. Una paradoja.
El gobierno tiene origen legítimo, pero ha ilegitimado su ejercicio en diferentes planos. En el plano social-cultural por la presunta –y negada– facultad estatal de rectoría en los planes de educación, lo que está negado por los artículos 13 a 18 de la Constitución. Esta expresión de ilegitimidad, es combatida por las movilizaciones CMHNTM. En el plano político, ha perdido legitimidad al impedir a unos órganos del Estado ejercer sus funciones (para designar jueces y fiscales) y amenazando con disolver el Congreso. En el plano económico, es inocultable el deterioro de la calidad de vida, y la ineficacia para lograr estimular la economía nacional.
Siempre es de lamentar el deterioro del bien común, así como el entorpecimiento del bienestar general y la inestabilidad de la seguridad en la tranquilidad. Es un futurible que, desde los movimientos socio-culturales como CMHNTM, en los que anida la reacción cívica con valores, surja una renovada propuesta política.