

Para defender la libertad y el sentido común, hace falta ensayar una definición de colectivismo -un término muy usado en conversaciones políticas y económicas- que puede ser lograda determinando sus elementos centrales: El Colectivismo es un sistema de organización político-económico, a partir del que se establece un arreglo que afecta a toda la sociedad.
La base teórica del Colectivismo es la creencia en la mayor importancia del grupo y la menor del individuo -exactamente lo opuesto al individualismo, para el que la persona en sí misma es el centro de la sociedad y no puede ser ignorada-La justificación del Colectivismo usualmente se argumenta afirmando que el bien colectivo es superior al bien individual -y que incluso, el individuo puede y debe ser sacrificado si ello beneficia a la colectividad-.
En su aplicación económica, el Colectivismo da pie a la negación de la propiedad individual frente a la propiedad colectiva -lo que puede llegar hasta la colectivización de los medios de producción que se ponen en manos del gobierno presuponiendo que así serán administrados para el bien colectivo-.
Como consecuencia de lo anterior, el Colectivismo es un gran opositor a las ideas de mercados libres. En su aplicación política, el Colectivismo contempla más grupos que personas, las que solamente tienen significado en cuanto a su pertenencia a alguno de esos grupos percibidos.
Con toda la atención colocada en grupos, las personas son percibidas con una misma identidad, la asignada a ese grupo -lo que hace al Colectivismo tener una estrecha asociación con el Corporativismo-. El Colectivismo afirma tener una base moral superior a la del Individualismo al sostener que el bien de la colectividad es superior al de la persona sola -un argumento de tipo numérico por el que dos personas valen más que una, tres más que dos y así sucesivamente-.
El Colectivismo, para poder actuar, necesita de líderes que tengan la capacidad de representación de la colectividad y puedan actuar en su nombre, lo que presenta el peligro siempre real de personas que aprovechen su posición para beneficio personal, igual que en cualquier otro sistema. El Colectivismo incurre en problemas cuando se enfrenta a la noción de derechos humanos, que son una idea claramente personalista, y que por eso no justifican la sumisión del individuo frente a la colectividad, lo que a su vez ha originado la idea de derechos colectivos que se asignan a grupos y están por encima de los derechos personales.
Un colectivista extremo puede llegar a afirmar que la persona carece de derechos individuales y que solo puede ser sujeto de derechos colectivos como miembro de una colectividad. El Colectivismo es un modo de pensar en lo político y lo económico, que pertenece a las doctrinas que solicitan la acumulación del poder político, económico y cultural en un reducido número de personas que representan a la colectividad general -por lo que presenta los mismos problemas de abuso de poder del Socialismo, el Corporativismo y similares-.
El Colectivismo, en resumen, coloca a todo grupo social por encima de la persona, a la sociedad, a la nación, a la raza, a los obreros, a cualquier grupo que sea considerado como benéfico -teniendo la necesidad de crear grupos opositores o enemigos que deben combatirse-. No hay amigos ni enemigos personales; todos son grupos amigos o enemigos. Esto puede verse en dos ejemplos claros, el fascismo y el comunismo; el nazismo es un caso perfectamente claro de colectivismo.
En el Colectivismo suele existir un componente casi místico que asigna una connotación sagrada a la colectividad general, lo que convierte a la colectividad en algo intangible y vago, muy fácil de acomodar a cualquier acción de los líderes de la colectividad. En su fondo, el Colectivismo niega una identidad personal al individuo, considerándolo una entidad amorfa, sin valor, ni sentido e incapaz, que solo tiene significado en cuanto que sea una parte de la colectividad, una noción que es negada a diario en todas partes.
(Fuente.- Leonardo Girondella Mora)