

El déficit de vivienda en términos cuantitativos en el Perú bordea el millón, y en números cualitativos (calidad de vivienda), son números de espanto y está por encima de los 4 millones. Siguiendo con los números, solamente en la ciudad de Lima, más de un millón de compatriotas, se sancochan en verano y se congelan en invierno.
El índice más vertiginoso, es sobre cómo 1 de cada 11 pobladores de esta ciudad que llamamos capital, vive en casas fabricadas de cartones y maderas, sobre todo en las laderas de los cerros (nadie dice que no se pueda construir en los cerros, Positano en Italia y las islas griegas romperían esa teoría) el tema radica en que a diferencia de todo el mundo, son los más pobres los que viven en los cerros sin la más mínima inversión (Dios nos libre de un futuro sismo como dice el ingeniero Kuroiwa, realmente fuerte que tenga su epicentro en Lima).
También tenemos aquello que los Incas conocían como “ríos secos”, los que hoy inescrupulosos traficantes de terrenos negocian, teniendo como mayor aliado, desde hace 29 años a TODOS los Alcaldes de Lima), porque a pesar de los esfuerzos que hacen las grandes compañías lotizadoras que generan suelo urbano, ordenado, con servicios, con aportes, el traficante no pide permiso y ni cumple con el sin número de normas que ha dado en los últimos años el Ministerio de Vivienda, promoviendo la inversión formal. Esto se ve desde antes de Castañeda con sus 12 años como Alcalde, con el recordado Marco Parra y pasando por Susana Villarán, con su gran asesor Ortiz de Zevallos (sí el mismo que llevó la arena de Odebrecht a la Herradura) y desgraciadamente estos casi 6 meses de Muñoz van en esa misma línea, de inacción.
Los desarrolladores urbanos le pusieron nombre y apellido a ese cáncer que ha hecho que Lima crezca sin un rumbo, este señor fue despedido u obligado a renunciar el año pasado, pero lamentablemente nada ha cambiado ni cambiará mientras continúen urbanistas en el Instituto Metropolitano de Planeamiento, en el que ni siquiera entienden por qué existe una zona que se llama San Juan de Amancaes, entre San Juan de Lurigancho y el Rimac.
Esto ha obligado, a que los grandes desarrolladores urbanos que son aquellos que generan suelo, tengan que migrar la oferta a la frontera de la ciudad, en Chilca. Como se puede apreciar en los grandes carteles hay una interesante oferta, pasando el Control de Pucusana donde acaba Lima por el Sur, y en el norte pasa exactamente lo mismo. Incluso en Cerro Azul, se está estableciendo toda una lotización que va de la mano con el proyecto del Estado de utilizar el río Cañete (que tiene 3 veces el agua que tiene el río Rimac y tiene afluencia todo el año) para habilitar cerca de 40 mil hectáreas para uso agrícola. (El proceso fue adjudicado hace 3 semanas vía el Ministerio de Agricultura).
Mientras Cañete y Chancay se preparan para Mega Proyectos. En Lima, el panorama es incierto y preocupante, sin ir muy lejos, se está construyendo el 40% de lo que se construía hace 10 años (2009). Y las autoridades ya sea por inoperancia u otras cosas, le están haciendo el juego a los traficantes castigando, más que al formal a los ciudadanos, a recibir lotes de invasores en el mejor de los casos, o a ser estafados.