El Perú y la nueva oligarquía

Hernán Garrido Lecca

Según la RAE, oligarquía es la “forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario”. Es por eso que me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que el Perú es hoy una oligarquía: el poder político está en manos de un pequeño grupo que, mediante un golpe de Estado de corte post moderno e inspiración gramsciana, ha capturado posiciones estratégicas en sectores del Poder Ejecutivo (como Educación y Salud), en el Poder Judicial (algunas fiscalías y magistrados) y en el Cuarto Poder (mediante un infame pacto con el oligopolio mediático).

Así, una pequeña minoría bien organizada, de extracción de clase media alta, viene imponiendo sus valores y su agenda a todos nosotros, la gran mayoría de peruanos de valores esencialmente judeo-cristianos y de extracción de clase media, ante nuestra incapacidad de articular una agenda política y organizarnos en torno a ella.

Las élites políticas, empresariales, académicas y laborales han claudicado. Han preferido el silencio cómplice y evadido sin vergüenza alguna la responsabilidad histórica de liderar el enfrentamiento ideológico y político contra esa nueva oligarquía compuesta, básicamente, por quienes fueron incapaces de tomar el poder por las armas o por las urnas.

La élite política, cuya expresión es el Congreso, ha caído en el efectista (aunque siempre efímero) juego de los dimes y diretes de una primariosa encuestocracia orquestada desde Palacio de Gobierno por el locuaz alfil de esa nueva oligarquía.

La élite empresarial se queja en privado de la ineptitud y mediocridad del Gobierno pero presta sus presupuestos publicitarios para financiar la comparsa de la nueva oligarquía: el sábado 8 de junio pasado, por ejemplo, el primer cuerpo de “el decano” tuvo 32 páginas de las cuales 11 (más de un tercio) eran publicidad a página completa; 8 de esos 11 avisos eran de solo tres empresas. El oligopolio mediático, el brazo armado de la nueva oligarquía,  subsiste porque ese mismo sector privado que se queja de la decidofobia y la incapacidad del gobierno, lo financia. Creerse eso de delegar en una central de medios la decisión de dónde poner la publicidad porque eso es “lo técnico”, no es solo una huachafería sino un acto de ignorancia y de falta de convicciones ideológicas. Si esas tres empresas contratasen esos mismos avisos en medios como Expreso, este diario seguramente tendría la lectoría que justificaría esa decisión “técnica” y la nueva oligarquía perdería su caja de resonancia. Sin embargo, la elección de María Isabel León a la Presidencia de Confiep y Alfonso Velásquez a la de Adex, me hacen abrigar la esperanza de una nueva actitud del empresariado. Así sea.

La élite académica ha preferido refugiarse en temas que rentan soles a sus instituciones en lugar de ofrecer pensamiento crítico, ideas y propuestas que el resto de la sociedad civil pueda recoger como banderas para enfrentar a la nueva oligarquía. Ni el IPE ni el viejo CIUP o San Marcos, ESAN o la Universidad de Piura producen nada que sirva para dar la batalla. Salvo la solitaria voz de don Richard Webb, no existe voz que nos hable del y para el Perú. Mientras tanto, la PUC sigue llenando espacios en la prensa cautiva confirmando su rol de incubadora de los nuevos oligarcas. Nuevas y bien gestionadas universidades como la Continental o la UTEC se autolimitan y restringen los espacios de discusión a lo estrictamente técnico, dejando el espacio de lo político a merced de la nueva oligarquía.

La élite laboral se prestó también al juego de la nueva oligarquía y apoyó –por propia confesión– el sacha referéndum para verse luego traicionada por el Gobierno. Sí, hasta la CGTP cayó ante los cantos de sirena del autoritarismo plebiscitario, ese viejo instrumento de manipulación para legitimar regímenes ineptos de vocación totalitaria disfrazados de democracia. Sin embargo, a la luz de las últimas declaraciones de su secretario general y el anuncio de un paro nacional, pareciera ser que al menos el liderazgo sindical ya se dio cuenta del juego de la nueva oligarquía. 

Nos están ganando porque no los estamos enfrentando ideológicamente. Nos están quitando el país porque nosotros no estamos haciendo nada por evitarlo. Todos podemos y tenemos que dar la batalla. No se trata de excluir a esa minoría de la toma de decisiones. Se trata de ponerla en su lugar, con respeto y en el marco de una verdadera democracia: sin dictadores en lo político y sin dictadores en lo económico. No queremos minorías que nos impongan sus valores ni oligopolios que nos impongan sus precios. No a los tiranos políticos y no a los tiranos económicos.

Todos, absolutamente todos, tenemos el voto en lo político y nuestros soles en lo económico para desterrar a la nueva oligarquía y establecer una verdadera democracia. No nos quejemos del Congreso: escojamos bien, votemos mejor. El Congreso es fiel expresión de nuestros votos y, por lo tanto, de nosotros mismos. Pedir que cierren el Congreso es casi igual a pedir que no nos dejen votar.

Además del voto, podemos expresar nuestras convicciones y valores con nuestras decisiones de compra y nuestras preferencias. Si queremos dar batalla a la nueva oligarquía no compremos El Comercio, compremos Expreso o Exitosa; veamos Willax, Canal 2 o Canal 5; compremos en farmacias independientes y no nos dejemos pagar 3.17 soles por cada dólar si cambiamos a través de la APP del banco; no compremos los productos que financian el poder mediático de la nueva oligarquía. El que tenga oídos que escuche.

Este es el camino de Nuestra Revolución. Más temprano que tarde, ¡Venceremos!