Noticia de primera página

Federico Prieto Celi

Desde 1964, cuando comencé a escribir artículos periodísticos, hasta ahora, 55 años después, he visto pocas noticias de primera página que valgan verdaderamente la pena, sean buenas o malas, como el golpe de Velasco, pero el 24 de junio un diario local publicó un comentario del abogado César Azabache Caracciolo, que bien hubiera merecido un titular de portada: cada juez tiene en estudio cada día útil 450 casos promedio, lo que significa, según el autor del estudio, que el margen de error (así se titulaba el comentario) es muy grande, por lo que los peruanos estamos en manos de una justicia deficiente y lenta, propensa a ser corrompida.

La información difundida en los medios da cuenta de que las últimas estadísticas oficiales señalan que en el Perú hay más de 35 mil personas procesadas sin condenas recluidas en cárceles. Gozamos de estudios profundos y propuestas alternativas para reducir estas cifras, pero la verdad es que el número aumenta en vez de disminuir, y muchos inocentes están presos y otros cumplen el máximo de la condena que se les puede dar sin haberla recibido, por muy culpables que sean, por lo que pasan a ser liberados.

Hay dos principios que son lesionados por esta realidad: la presunción de inocencia y el derecho a un proceso rápido (justicia demorada, justicia denegada). En consecuencia, esta penosa realidad, -nunca mejor dicho- violenta el estado de derecho, punto de partida de toda convivencia civilizada, y desprestigia a la democracia, incapaz de remediar el mal.

Es la primera vez que recuerdo en las últimas seis décadas, en la que la crisis que sufre recurrentemente la sociedad peruana se centra en la corrupción del poder judicial,  y en su incapacidad para erradicar esta lacra de los otros poderes del estado. Lógicamente, el principal responsable de declarar inocentes a acusados que no han cometido delitos, y declarar culpables a los que lo hayan hecho corresponde al poder judicial, que como dice César Azabache Caracciolo, no está en capacidad de cumplir su importante cometido.

¿Qué importancia puede tener lo que piensan los ciudadanos de sus ministros y alcaldes, materia constante de las encuestas, cuando el mayor problema peruano está en la administración de justicia? ¿Qué repercusión social tiene el seguimiento de los chismes de los parlamentarios, que recogen los diarios como si fueran valiosas medidas de desarrollo del país, cuando los jueces no pueden leer sus casos y los presos inocentes no son liberados ni los culpables sentenciados?