Más allá del protocolo militar

Federico Prieto Celi

El Perú ha pasado rápido el escándalo de los mandiles rosados en el ejército, y más teniendo en cuenta el prematuro fallecimiento del ministro de Defensa. Es una virtud no quedarse empantanado en errores colectivos, para mirar mejor lo que se debe hacer en el futuro. Sin embargo, pasado ya el tiempo de las reacciones inmediatas vale la pena reconsiderar que el ejército peruano debe estar por encima de ideologías de moda, porque su institución es importante en la vida de la república.  Actualmente tiene una misión clave para el destino del país en el VRAEM, sean cuales fueran las dificultades de una lucha contra narcoterroristas, como es el caso.

No me canso de afirmar que yo soy contrario a los golpes militares, como he demostrado en el gobierno de las Fuerzas Armadas en los años setenta. Pero soy favorable a la misión que les corresponde en defensa del territorio nacional. El respeto de los peruanos a su ejército es necesario para el buen desenvolvimiento de su trabajo. La foto de generales peruanos con mandil rosado ha sido un golpe propagandístico negativo contra nuestros militares, con todo tipo de comentarios irónicos. Si es nefasta la presencia de la ideología de género en las escuelas, lo es igualmente en otras esferas de la actividad nacional, y es eso lo que buscan sus patrocinadores homofílicos, a título de lo que llaman difusión transversal de la mencionada ideología, es decir, meterla en todos los ministerios del gobierno y en todas las esferas de la sociedad, para que no haya vuelta atrás.

Desde el punto de vista formal, los generales pudieron argumentar simplemente que se vulneraba el reglamento militar, porque el uniforme es único y no se debe modificar con un mandil rosado. Así lo comentaron en días posteriores algunos generales en retiro. Lamento pues, tener que decir que los militares que se pusieron los mandiles rosados no debieron hacerlo. Nada les obligaba a humillarse de esa manera. La imagen de su institución está en juego cada vez que hacen algo fuera de lo normal. La reacción posterior de quitarle importancia al suceso, en este sentido, no hace más que empeorar las cosas.

La sociedad peruana debe tomar nota de que su presidente, Martín Vizcarra, sus ministros de Estado, sus instituciones tutelares, están en manos de los patrocinadores homofílicos de la ideología de género. Una manera de pensar contraria al orden natural de la humanidad, que se está metiendo en todas partes, con el fin de destruir la identidad nacional, la familia natural y el sentido cristiano de la vida, como ha denunciado varias veces el experto internacional en esta materia, César Vidal.