El drama de la migración venezolana en el Perú

Aníbal Sánchez

En lo que va del año 2019, la dramática emigración de venezolanos al mundo llega a 4 millones de personas, según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela. Es la mayor diáspora migratoria mundial en tiempos de paz y sin desastres naturales de por medio, fruto de la inocultable crisis económica y social del país caribeño, con aguda recesión reflejada en una caída del PBI de más del 25,0%, según estimados del FMI para el 2019. Una inflación con previsiones para el presente año, en la impresionante cifra de 10 millones por ciento, una caída del PBI per cápita a un tercio del valor que tenía en el año 2012, y la pobreza afectando al 90% de la población total.

Los efectos de las erradas políticas coyunturales y estructurales en el país llanero son responsables de la mayor diáspora venezolana al mundo de los últimos tiempos, principalmente dirigida hacia países vecinos incluido el Perú. Drama, congoja, desesperación, que reflejan la cruda realidad de cuatro millones de venezolanos que se han visto obligados a salir de su país. Dichas políticas son los detonantes de la emigración de miles de miles de pobladores -buscando mejor futuro-, una población desesperada que eligió como destino más cercano principalmente a los países hermanos de Colombia y Perú. Más de la mitad de ellos se dirigieron a estos dos países, o sea, 1,2 millones en Colombia y 800 mil en el Perú. Ellos están mayormente, aglomerados en la capital de la república peruana, Lima. También, enrumbaron a otras direcciones, como Chile, Argentina, Brasil, y hacia otras economías.

Lo que caracteriza a esta migración del siglo XXI en territorio sudamericano, es su impresionante velocidad de salida. Si al Perú, tiempo atrás, también tras crisis económica y social, le tomó tres décadas para que más de 3 millones de peruanos emigraran al exterior, a Venezuela le bastaron 3 años para pasar esa cifra. La migración venezolana ha superado otras experiencias de dramáticos desplazamientos poblacionales, en velocidad y volumen de migrantes y refugiados.

En el Perú hoy residen cerca de 800 mil venezolanos, que vinieron en tres aires, hasta el 2017, cerca de 50 mil personas, durante el 2018, el grueso de ellos, más de medio millón, y el resto, en lo que va del 2019. La encuesta a la población venezolana en el país, ejecutada por el INEI a fines del 2018, señala que la mayor parte de los inmigrantes venezolanos son jóvenes, el 42,0 % de ellos tienen entre 18 a 29 años de edad, seguido por los adultos jóvenes de 30 a 44 años que representan el 29,8 %, ambos grupos de edad agrupan al 71,8 % de población venezolana en edad de población activa. Claro, como en todas las migraciones del mundo, los más jóvenes son los primeros en salir, son los que asumen el riesgo inicial, buscando cobijo primero, trabajo inmediato en lo que fuere. En el Perú, los servicios y el comercio fueron su alternativa. Allí los vemos en restaurantes, de ayudantes, cocineros y meseros, buscando un sustento. También vendiendo lo que pueden en las calles. La informalidad laboral es su refugio inmediato. Muy pocos laboran en trabajos formales. Allí están, aportando también al país con mayor consumo, porque demandan vivienda, alimentos, transporte. Las migraciones dan réditos a ambas partes: a la economía expulsora y a la receptora. A pesar que algunos no quieran entenderlo. Los peruanos que se fueron por los 70, 80, 90, también sufrieron igual, aportaron igual.   

La población venezolana en el Perú, luego del primer oleaje, empezó a atraer a las familias, han llegado adultos mayores, el 9,6% de ellos tienen edades superiores a los 45 años. Y, por supuesto, los niños, niñas y adolescentes el 18,7 %; de ellos el 7,9 % pertenecen a la primera infancia, el 6,3 % tienen entre 6 a 11 años de edad y el 4,5% adolescentes de 12 a 17 años. ¿Qué culpa tienen ellos? Ninguna. Son presas de la desesperación. Los datos indican que el 52,0 % de la población venezolana que se encuentra en nuestro país son hombres y el 48,0 % mujeres.

La xenofobia o la discriminación deben ser desechadas, porque otrora, nosotros también la sufrimos con nuestra población en el extranjero. Hay más de 3 millones de peruanos en el mundo, que sufrieron por igual, buscando trabajo para mejor vivir. Los peruanos que están en el mundo, envían recursos o remesas  al país por 3,500 millones de dólares anuales. Con ello, aportan al bienestar de nuestras familias. Por tanto, es preciso ordenar la inmigración venezolana. Aprovechemos la calidad profesional y técnica de ellos, y también busquemos redistribuirla por el país. El final es positivo porque agregaran riqueza demográfica, social y económica. No necesito demostrarlo, hay cientos de ejemplos a la vista de bienestar por las migraciones internas o internacionales. Creo en una migración libre y ordenada, porque, a la larga trae progreso en distintas direcciones. Al final de cuentas todos somos migrantes en el mundo que poblamos.