El Perú: Ni representativo ni descentralizado

Renán Gorriti

El Perú no ha llevado a cabo el proceso de descentralización cantado hace años  y los partidos políticos tienden a desaparecer de la voluntad popular tras las muletas que acaban de ponerle los representantes del Congreso para que estos vayan cojeando por el camino  sin nada en el estómago y sin nada en el cerebro.

 La gente piensa que cometió un grueso error, un absurdo elegir mal y costó caro. Es un absurdo llevar representantes con escasa preparación intelectual y una ausencia completa de emoción o sensibilidad social a lo que llaman el primer poder del Estado que no lo es ni debiera serlo. Porque los tiempos exigen que sea el poder ejecutivo. ¿A quiénes representan estos señores congresistas? ¿A las regiones de dónde vinieron?¿Enganchan con ellos? NO. ¿Qué hacen por las regiones? Nada trascendente. Y más bien ocasionan gastos de representación  que pueden usarse en necesidades básicas de sectores deprimidos.

Contrariamente de lo que ocurre en otros países de América Latina, en nuestro país, no solo se debilitan los gobiernos locales y regionales, esto es, los municipios y las regiones, sino que el Gobierno asume sus roles con más tareas y funciones cruzando de brazos a medio mundo (habiendo mucho por hacer) y esto paraliza al país porque no entran a la cancha los órganos desconcentrados o  descentralizados. Suficiente tiene la Presidencia del Consejo de ministros (PCM)  para atender con su gabinete las obras nacionales de gran envergadura y no lo hacen porque el Congreso obstaculiza el desarrollo del país. Porque lo quieren hacer los opositores cuando asuman el poder, sin calcular que la población no apostará por ellos porque nunca pensaron en el daño de haber desaprovechado inversiones serias  y sus consecuencias como la desconfianza por la inseguridad, la criminalidad y los rebrotes de violencia terrorista.

 Es probable que a Keiko, al no haber respaldado la democracia por no ser sincera, su boomerang la golpee y no se reponga jamás. Es el colmo que los partidos políticos deban ser mantenidos con nuestros dineros y lo peor, que no se recompongan y lleguen al poder peor de lo que estaban porque no tienen cuadros ni líderes.

Tampoco ganarán los presidentes políticos sino devuelven los dineros que se han llevado por 50 años de las arcas y que pertenece al pueblo peruano que nunca ve los frutos de su trabajo. Y curiosamente, lamentablemente la gente opinante no dice nada. La prensa, menos.

A esto se suma que la descentralización no ha independizado nada ni siquiera con una simple autonomía. Del cambio 90 han pasado 30 años y ¿qué ha pasado, en el país? Una ausencia de civismo, de patriotismo, de educación, de salud mental y orgullo nacional, (salvo el fútbol que a veces nos emociona para salir de la depresión, acota aquí un sobrino mío que entre lee lo que escribo). Sí, una falta de respeto al gobierno, a sus leyes, con la desilusión que no podía ser de otra manera. Caemos en el desbande y el desánimo. Cada titular en los kioskos o las chillonas voces de la radio en las mañanas nos lleva a crispación. Tanta barbaridad junta, tanto desencuentro, tanto desorden, y sin comunicación, ni vocación de cambio, que no sea la de cambiar de casa, de carro, de sueldo, de suegra. La población corre tras el empleo y el ingreso, en el proyecto, dónde esté. Y la distribución del ingreso, hace que la gente -como vemos- cambie de sitios y de hábitos para buscar el grano de la subsistencia en esta suerte de país que va como una canoa, a la deriva, sin remos. Y la paradoja de siempre: Somos un país mendigo sentado en un banco de oro. Y otra nueva: Somos un país rico sentado en un banco de datos, en alusión a que las estadísticas nos favorecen en el papel, pero que nadie las siente ni los gobernantes las leen, las utilizan para sus decisiones. Tú no me importas. Y si hay mucho que hacer peruanos ¿Por qué no hay inversiones y empleos, y sí,  miles  de profesionales desocupados entre 30 millones de habitantes más uno que son los venezolanos?

 Las poblaciones rurales abandonan los campos de cultivo para venir a sufrir la muerte lenta en las ciudades, todavía Lima sigue siendo la preferida. Y dónde está el ministro de economía que no puede evitar los golpes a su puerta por parte de los acreedores presidentes regionales que piden plata para ejecutar sus obras. Piden pan y no les dan. No han ejecutado el presupuesto sino en un 20%, y vamos a medio año, donde debería señalarse los problemas de infraestructura , de tráfico, de costos de los fertilizantes e insumos, pesticidas, las planillas, el efecto del pago de los impuestos, el tema laboral, y otros.

Todas las ineficiencias deberán compensarse porque si no el país no podrá competir con los demás exportadores agrícolas, mineros entre otros. No existen estudios de las ineficiencias.

El país adolece de una rígida regulación que ahoga sus libertades en el tema del empleo, de empleados y empleadores para trabajar según la voluntad de ambas partes. Es una grave barrera para el desarrollo del país el tema de la informalidad que por lo demás funciona mejor que la hemipléjica formalidad y los perendengues, que se coloca encima el Estado en su camino de regulación.

La desigualdad social como la concentración y el vicio como la usura del poder en suma se mantienen incólumes en esta casa, en este suelo, en esta patria, en tanto el mundo se está modificando con el “nosotros” y no con el taita.

Hoy la gente necesita mayor protagonismo laboral. No quiere dádivas o asistencialismo, quiere trabajar para generar riqueza, obtener tecnología, trabajo  y sentirse realizada como persona. No es el qué, es el cómo. Es tarea que compete a un gabinete de diálogo que avance. Hasta que eso suceda hay que ejecutar el plan de monitoreo presidencial  (más que del mismo ministro) y comunicarse, en directo y escuchar, informarle para concertar, respetar y cumplir con las esperanzas regionales. Para ello, la confianza debe retornar.

Es preciso frenar la usura del crédito especulativo y engañoso (las tarjetas de crédito), los servicios son muy caros, y no solo  en el mercado financiero. Prepararse contra las burbujas. Prepararse para un Plan de contingencia contra embargos y despojos o desastres. Es importante reivindicar a la clase media  no  emergente que está representada por técnicos,  profesionales, empleados y que no tiene programas de trabajo permanente  desde 1985 y se ha empobrecido en capital y trabajo. No se puede incluir la pobreza excluyendo a la clase media. Es necesario fortalecer la clase media de provincias ya que son depositarias de conocimiento y larga experiencia en momentos en que el país más necesita de especialistas.

Urge un cambio de actitudes en el aparato público.

No se puede terminar el repaso sino hay un real contraataque para combatir la corrupción, el desempleo, la tramitología. Es imperativo reducir los papeleos y trámites burocráticos en todas  las instituciones y agilizar las inversiones en obras productivas que den trabajo y genere capitales de reinversión y reconversión.

Falta actualizar y hacer creíbles  las mediciones censales. Las metodologías estadísticas como las metodologías educativas son descrédito. Es preciso que se tome en consideración, estadísticamente, factores que apunten,- no al asistencialismo-, sino a la estructura económica y productiva. Y se debe acercar a los escolares y la educación  a las empresas y negocios. Se enseña a gastar dinero en falsas realidades y no a ganarlo.