Cajamarca. Pobreza y posibilidad

Aníbal Sánchez

Hace unos días atrás tuve la oportunidad de retornar a Cajamarca, a la bella ciudad del Cumbe, tierra que me vio nacer. Sinceramente, quedé impresionado por el bullicio, el movimiento comercial y el crecimiento de la ciudad. Aún preserva su bella campiña, pero el cemento avanza. Cajamarca es una ciudad para el descanso, no es raro por ello, que fue allí fue donde los españoles atraparon al Inca Atahualpa, disfrutando de las ricas aguas termales y de su deliciosa comida.

Cajamarca, hoy, muestra una especie de renacimiento en su pujanza regional, tras algunos años de ostracismo. Su ganadería lechera, propicia abundante oferta de productos lácteos que los turistas nacionales y extranjeros disfrutan. Es un lugar bello para el turismo que debemos aprovechar.

Hice un recorrido por la extensión del valle, Llacanora, Namora, Jesús, San Marcos, y uno se percata que sus ferias de lunes, jueves o domingo se repletan de productores que van y vienen ofertando y demandando productos. En el valle se está extendiendo y con pujanza, la crianza de animales menores, además de vacas, finas y “chuscas”, pero que dan leche. Muchas granjas de cuyes, para producción y hacia el mercado de consumo. Chacras convertidas en invernaderos de flores y rosas, que generan ingresos. A algunos les va bien, otros se mantienen, y como en todo negocio, otros cambian rápidamente de actividad. El productor del campo combina su labor agrícola y pecuaria, con otras tareas, en construcción, comercio, transporte. Observo, ni se enteran de la política o la recuerdan.            

Sin embargo, Cajamarca, la región del norte del país, tiene la mayor pobreza del país. Cerca de la mitad de sus pobladores viven en pobreza, y una quinta parte en pobreza extrema. Es inexplicable esa condición para una región con enormes potencialidades. Su territorio cuenta con diversidad de climas, va desde la costa, sube a la sierra y baja a la selva. Un espacio que cuenta con gran atractivo turístico, y ricas aguas termales. Posee un potencial agropecuario que desarrolla  la mayor cuenca lechera del país, produciendo más de 500 mil litros diarios de leche. Producción artesanal, poco aprovechada, de quesos, mantequilla, derivados lácteos, con grandes posibilidades. Enormes reservas de minerales. Vemos Minera Yanacocha, que extrajo 3,710 millones de onzas finas de oro, entre  1993 y 2017 y la región recibió cerca de 4 Mil 700 Millones de soles por Canon entre 2004-2017[1]. Se avanzó en conectividad, mas no lo suficiente, y exhibe carencias de agua y saneamiento, salud, educación. Grandes tareas pendientes, sobre todo para su población que mayoritariamente (65%) vive en el área rural,

Un punto importante a mencionar es que Cajamarca abastece de mano de obra e intelecto a las regiones vecinas de la costa: La Libertad, Lambayeque, Piura, y hacia la selva, a las regiones de Amazonas y San Martín, engarzando así un enorme trapecio de posibilidades de integración. Los trujillanos, y chiclayanos, requieren de sus baños termales -los mejores del país-, así como de sus lácteos y derivados, abundantes y baratos. También es mercado para los manjares de la costa.

Por otro lado, la región en el plano turístico, está en medio de la riqueza del señor de Sipán y del legado de los Chachapoyas con su gran fortaleza de Kuélap. Muy poco se ha hecho por engarzar este enorme eje turístico, donde todos ganarían. Cuando los españoles llegaron al Perú, hace cinco siglos, se dirigieron a Cajamarca, en búsqueda del soberano Inca. Allí, encontraron a Atahualpa, descansando, frente a un paisaje hermoso, aguas termales, comida agradable y abundante. En las cercanías, tenía la riqueza suficiente para ofrecer al invasor un cuarto lleno de oro, y dos de plata, por su libertad. Tras el embuste, Atahualpa sucumbió en el ardid español. Cajamarca, fue el escenario inicial de la conquista, del saqueo, la explotación, el derrumbe del incario.

Pasados cinco siglos, en pleno siglo XXI, es hora de repensar en Cajamarca. La clase política regional tiene responsabilidad de relanzarla. No mirando el pasado, y a pesar de este presente a veces lleno de sinsabores y desencuentros, paros y huelgas, que también abonan a la pobreza. Cuatro de sus distritos están entre los diez más pobres del país: José sabogal, en la provincia de San Marcos; Chetilla en Cajamarca; Miracosta en Chota; La Libertad de Pallán en Celendín, con pobreza superior al 85%. Ahora, Cajamarca, requiere estabilidad, inversión pública y privada, generación de empleo e ingreso. El objetivo: integración económica, potenciar la producción agropecuaria y artesanal, incluso de oro. Turismo, integrando la red norte: Sipán, Baños del Inca, Kuélap. Potente eje turístico. Con ello, estoy seguro, abonaremos al bienestar de los cajamarquinos, con quienes me une la cuna, a la que espero volver más seguido, porque bajo su influjo, todo ser se revitaliza.

[1] Consulta amigable SIAF MEF