Refugio es el nombre del juego

Jorge Morelli

El secretario del Tesoro de Estados Unidos ha declarado que está pensando colocar en el mercado bonos del Tesoro a 100 años si tienen éxito los de 50 años, que lanzará pronto.

Los bonos del Tesoro de Estados Unidos solían ser un refugio para el capital en momentos de pánico o de mera incertidumbre ante acontecimientos de gravitación económica global. También el dólar, por décadas. Pero hoy, por el contrario,  el único refugio es el oro y los bonos e incluso el dólar son, con las acciones de Wall Street, una de las muchas aventuras de riesgo en el mercado.

Refugio y riesgo es el nombre del juego. Basta observar día a dia el comportamiento de las aves del capital en el mercado. Cuando se asustan –como durante el colapso de la burbuja global hace una década- vuelan al oro, que sube de precio de inmediato, como ocurre nuevamente hoy.

Ya no van las aves migratorias al dólar, como en el pasado, porque tampoco el dólar es ya un refugio desde que la Fed ha comenzado otra vez a reducir el precio del dinero -las tasas de interés- y el valor del dólar ha comenzado a bajar en el mercado.

Con el beneplácito de la Casa Blanca ahora, además, cuya política ve en el dólar fuerte un problema que abarata las importaciones de China y anula el efecto de los aranceles impuestos a ese país.

La Casa Blanca ve un adversario también en la Fed que baja sus tasas de interés a cuentagotas y se resiste a reducirlas de un tirón a cero, como lo pide Donald Trump todos los días, para impulsar un crecimiento que flaquea. El año pasado la economía creció casi 3% y este año apenas pasará de 2%. 

De manera que es forzoso preguntarse si hoy basta la palabra del presidente de Estados Unidos para hacer de los bonos del Tesoro o del dólar nuevamente un refugio para las asustadizas aves migratorias del capital en los inviernos de la economía global.

Veamos. Cuando en 1946 en Bretton Woods Keynes propuso establecer el patrón oro propuso también fijar el oro a una nueva moneda global y no al dólar. Pero Estados Unidos se opuso y Keynes aceptó fijar el oro al dólar solo con la promesa del presidente Harry Truman de que Estados Unidos mantendría ese vínculo en el tiempo, en las buenas y en las malas. Veinticinco años después, enn 1971, por consejo de Milton Friedman, Richard Nixon rompió esa promesa y dejó flotar el dólar en el mercado. En 1946 la onza de oro valía 35 dólares, en 1971 después de la flotación pasó a valer 70 dólares de la noche a la mañana. Hoy la onza de oro vale 1,500 dólares. Es decir, el dólar vale veinte veces menos.   

Apostar a los bonos del Tesoro a 100 años es un supremo acto de fe en el futuro de la economía norteamericana. Pero hay que recordar que hace solo 100 años, precisamente, al final de la Primera Guerra Mundial, la libra esterlina –un templo de solidez financiera entonces- fue desplazada del mercado por el dólar como moneda de reserva global. O sea, como refugio.