El Congreso ha sido disuelto, las dudas quedan, solo una minoría tiene certeza de lo inconstitucional de la medida, y sobre todo de los peligros que resultan de la misma. Acecha la sombra de una bien orquestada brisa bolivariana, que pretende sembrar el caos y el descontento, con el único objetivo de cambiar la Constitución. Acecha también la tentación totalitaria de un personaje pintoresco y no menos lascivo en términos de poder como el señor vicepresidente que suple al presidente renunciante. Todo esto envuelto en un clima de ineficiencia estatal, incapacidad para gobernar y una cada vez mayor velocidad en el decrecimiento de nuestra economía.
Al remezón de la crisis descrita, el anuncio de elecciones complementarias al Congreso, ha resultado un bálsamo de contradicción con las supuestas reformas políticas urgentes, será también un gasto caprichoso innecesario de más de 500 millones de soles, y lo peor de todo es que ha desnudado los atávicos vicios de nuestra democracia corrompida y la de los candidatos, que por doquier ya empezaron a afilar sus campañas, tan miserables como las de los último años.
El anuncio de elección dejó en el olvido, la grave herida al sistema republicano, los tufillos del dictador de turno y el debate atizado desde el populismo sobre las reformas que incluso ya fueron materia de un referéndum olvidado. Todo ello ha pasado a segundo plano.
Campaña, campaña, yo quiero ser candidato, es la motivación de estos últimos días, quiero ser congresista, sin importar que hemos cuestionado ferozmente al Congreso y a muchos impresentables que habían hecho de este poder y esta majestuosa entidad, una vil madriguera de intereses y pasiones subalternas. Pareciera que ahora se trata de evitar que las curules se enfríen, hay que participar con locura en la elección complementaria.
Poco han de importar las dudas sobre la elección de un ciudadano calificado o la reelección de alguno que otro veterano de estas lides, tal vez tampoco importen los reenganches para terminar el periodo 2016-2021 , aunque sea en una tienda diferente, jales como en el futbol, qué importa el color del partido, o en otra alianza, lo importante es postular.
Renovación ha sido el grito de moda y de bandera, sí pues, renovar con los mismos odiados, con las mismas reglas que se criticaron. Hipocresía total. Hipocresía de los candidatos y de los reformadores, de los moralizadores, y de también de los electores; el tema era complacer la monserga de que se vayan todos, bueno, solo algunos.
Estas elecciones, nos convocarán a una fiesta de aventureros y oportunistas, de reciclados y tránsfugas, para volver a llenar un Congreso disuelto, por pasión, por sensación y por la vocación de mesías o dictador de otro aventurero que lo único que ha evidenciado es que hemos saltado de la sartén a las brasas.
No habrá renovación, no habrá reformas políticas, no habrá propuestas serias. Solo quedan las mentiras del populismo y sus peligros.
Muchos creerán que al grito de cambio de constitución, podrá prohibirse con un texto constitucional la corrupción que es un mal endémico y cultural, que este flagelo se erradicará por una nueva Ley de leyes. ¡Queda prohibida la corrupción en el Perú!!
Muchos creerán también que debe cambiarse el modelo económico, ese que les ha permitido a muchos peruanos, ir al cine cada semana, tomar vaciones en Punta Cana o dejar un candado en París, comprar un auto nuevo cada cinco años, elevar sus condiciones de vida. Creerán muchos que los recursos minerales nos darán divisas LEVANTANDO A LA POBLACION CON EL CUENTO DE AGUA SÍ, MINA NO.
Asistiremos a la feria electoral que una vez más, y sin temor a equivocarme nos mostrará partidos políticos que subastarán postulaciones, sin propuesta ni respaldo institucional. Nos mostrará una izquierda que con solo llamarse zurda o progre, pretenderá legitimidad disfrazándose de florecita, de vicuñita, casita o forzará alguna que otra alianza contra natura. Sin haber entendido la unidad como premisa de seriedad, sin haber entendido la lógica del mercado y que para incluir se debe hacer en función del crecimiento, que la igualdad no consiste en hacer que todos sean pobres, si no en fomentar la creación de riqueza sin quitarle al que ya la ha producido. En otros casos forzará la participación de partidos que viven con respirador artificial como el Apra; que ojalá no pasen la valla electoral, para así , de una buena vez por todas, obligar a su militancia a buscar renovación, en valores y generacional, que se sacuda del síndrome de Estocolmo, que le ha vinculado a su cúpula secuestradora con su apatía y falta de visión política, rompiendo así con una gran historia que aún es una asignatura pendiente, en deslindar con la corrupción y la desmovilización. Y claro, el carnaval estará amenizado por “wannabes” morados, (el término anglosajón wannabe hace referencia a una persona que quiere aparentar ser otra, imitar actitudes o incluso desear ser otra. El término, una contracción de want to be (en inglés, «querer ser»), entró a formar parte del lenguaje popular de los Estados Unidos a mediados de los años 80). Capos de la educación que han hecho de las universidades un feudo caciquista y de la cosa nostra, muchos otros vientres de alquiler y felones por acá y por acullá. En fin, candidatos que serán ni chicha ni limonada, solo algún azaroso varano, eslizón, lagartija o salamandra (saurios también) de nuestra pantanosa e incipiente fauna democrática.
Así, el grito de elecciones ha despertado lo más oprobiosos de nuestra conducta, y ha puesto a desfilar a casi todos los personajes políticos y claro también a los ciudadanos con una simulada lobotomía, que lejos de mejorar nuestros hemisferios cerebrales, solo nos ha configurado como cabezas de ánforas. Como no, el negocio de encuestas y mediciones de preferencia ya empezó a florecer.
En fin vamos rumbo a unas elecciones, vacías, peligrosas, desestabilizadoras, que no representan nada más que una carrera para oportunistas , aventureros y pillos de siempre. Se ha disuelto un congreso que estaba contaminado con impresentables, para elegir no se sabe que, para elegir no se sabe de dónde. Habrá, claro, honrosas excepciones.
Creo que se aplica otra vez este texto:
¡Quiero ser candidato!!
He nacido para postular, al Comité del barrio, a la Junta del club social, a miembro de los integrantes del tercio universitario, a regidor. A alcalde, a representante de algún gremio, a ser dirigente de algún partido político, en fin a ser congresista, aunque siempre pierda, aunque mis representaciones hayan dejado costras que aún no sanan, o juicios que no terminan de ventilarse. He nacido para ser candidato.
Ahora que el calendario se pone presto a conquistar ánforas, volveré con mi vocación de ser candidato, no importa con quién postule, cuánto me cueste, yo seré candidato.
Casi soy congresista, apostaré a gobernador o si me dejan y no queda de otra tal vez para alcalde, es que si no postulo mi vida quedará vacía, saldré del cartel de cada lustro, total hablo bien, soy guapo ,antes me votaron varios miles. Ahora tendré más suerte.
Otros fueron elegidos por pena, yo soy un predestinado, solo debo perseverar, aunque sea sin ideología, o dejando de lado la que tenía, total Neymar también dejó el Barza, además puedo costearme otra campaña y comprar mi inscripción, ¿quién quiere ser candidato conmigo?, hagamos plancha, tú a alcalde yo a gobernador, ya pues si quieres no más.
Empezó la feria electoral…