Entre pillos, aventureros y oportunistas

José Antonio Olivares

El Congreso ha sido  disuelto, las dudas quedan, solo una minoría tiene certeza de lo inconstitucional de la medida, y sobre todo de los peligros que resultan de  la misma. Acecha la sombra de una bien orquestada brisa bolivariana, que pretende sembrar el caos y el descontento, con el único objetivo de cambiar la Constitución. Acecha también la tentación totalitaria de un personaje pintoresco y no menos lascivo en términos de poder como el señor vicepresidente que suple al presidente renunciante. Todo esto  envuelto en un clima de ineficiencia estatal, incapacidad para gobernar  y una cada vez mayor  velocidad en el decrecimiento de nuestra economía.

Al remezón de la crisis descrita, el anuncio de elecciones complementarias al Congreso, ha resultado un bálsamo de contradicción con las supuestas reformas políticas  urgentes, será también  un gasto  caprichoso innecesario de más de 500 millones de  soles, y lo peor de todo es que ha desnudado los atávicos vicios de nuestra democracia corrompida y la  de los candidatos, que por doquier ya empezaron a afilar  sus campañas, tan miserables como las de los último años.

El anuncio de elección dejó en el olvido, la grave herida al sistema republicano, los tufillos del dictador de turno y el  debate atizado desde el populismo sobre las reformas  que incluso ya fueron materia de un referéndum olvidado. Todo ello ha pasado a segundo plano.

Campaña, campaña, yo quiero ser candidato,  es la motivación de estos  últimos días, quiero  ser congresista, sin importar que hemos cuestionado ferozmente  al Congreso y a muchos impresentables que habían hecho de este poder y esta majestuosa entidad, una vil madriguera de intereses y pasiones  subalternas. Pareciera que  ahora se trata de  evitar que las curules se enfríen, hay que participar  con locura en la  elección complementaria.

Poco han de importar  las dudas sobre  la elección de un ciudadano calificado   o  la reelección de alguno que otro veterano de estas lides,  tal vez tampoco importen los reenganches para terminar el periodo  2016-2021 , aunque sea en una tienda  diferente, jales como en el futbol, qué importa el color del  partido, o en otra alianza, lo importante es postular.

Renovación ha sido el grito de moda y de  bandera,  sí pues, renovar con los mismos odiados, con las mismas reglas que  se criticaron. Hipocresía total.  Hipocresía de los candidatos y de los reformadores, de los moralizadores, y de también de los electores;  el tema era complacer la monserga de que se vayan todos, bueno, solo algunos.

Estas elecciones, nos convocarán a una fiesta  de  aventureros y oportunistas,  de reciclados y tránsfugas, para volver a  llenar un Congreso disuelto, por pasión, por sensación y por la vocación de mesías o dictador de otro aventurero que lo único que ha evidenciado es que hemos saltado de la sartén a las brasas.

No habrá  renovación, no habrá reformas políticas, no habrá propuestas serias. Solo quedan las mentiras del populismo y sus peligros.

Muchos creerán que  al grito de cambio de constitución, podrá prohibirse con un texto constitucional  la corrupción que es un mal endémico y cultural, que este flagelo se erradicará por una nueva Ley de leyes. ¡Queda prohibida la corrupción en el Perú!!

 Muchos creerán también que debe cambiarse el modelo económico, ese que les ha permitido a muchos peruanos, ir al cine cada semana, tomar vaciones en Punta Cana o dejar un candado  en París, comprar un auto nuevo cada  cinco años, elevar sus condiciones de vida. Creerán muchos que  los recursos minerales  nos darán divisas LEVANTANDO A LA POBLACION CON EL CUENTO DE AGUA SÍ, MINA NO.

Asistiremos a la feria electoral que  una vez más, y sin temor a equivocarme nos mostrará partidos políticos que subastarán postulaciones, sin propuesta ni respaldo institucional. Nos mostrará una izquierda que con solo llamarse zurda o progre, pretenderá legitimidad disfrazándose de florecita, de vicuñita, casita o forzará alguna que otra alianza contra natura. Sin haber entendido la unidad como premisa de seriedad, sin haber entendido la lógica del mercado y que para  incluir se debe hacer en función del crecimiento, que la igualdad  no consiste en hacer que todos sean pobres, si no en fomentar la creación de riqueza sin quitarle al que ya la ha producido. En otros casos forzará la participación de partidos que viven con respirador artificial como el Apra;  que ojalá no pasen la valla electoral, para así , de una buena vez por todas, obligar a su militancia a buscar renovación, en valores y generacional, que se sacuda del síndrome de Estocolmo, que le ha vinculado a su  cúpula secuestradora con su apatía y falta de visión política, rompiendo así con  una gran historia  que aún es una asignatura pendiente, en deslindar con la corrupción y la  desmovilización. Y claro, el carnaval estará amenizado por  “wannabes” morados, (el término anglosajón wannabe hace referencia a una persona que quiere aparentar ser otra, imitar actitudes o incluso desear ser otra. El término, una contracción de want to be (en inglés, «querer ser»), entró a formar parte del lenguaje popular de los Estados Unidos a mediados de los años 80). Capos de la educación que han hecho de las universidades  un feudo  caciquista  y   de la cosa nostra, muchos otros vientres de alquiler  y felones por acá y por acullá. En fin, candidatos que  serán ni chicha ni limonada, solo algún azaroso varano, eslizón, lagartija o salamandra (saurios también) de nuestra pantanosa e incipiente fauna democrática.

Así, el grito de elecciones ha despertado lo más oprobiosos de nuestra conducta, y ha puesto a desfilar a casi todos los personajes políticos y claro también a los ciudadanos  con una simulada lobotomía, que lejos de mejorar nuestros hemisferios cerebrales, solo nos ha configurado como cabezas de ánforas. Como  no, el negocio de encuestas y  mediciones de preferencia ya empezó a  florecer.

En fin vamos rumbo a unas elecciones, vacías, peligrosas, desestabilizadoras, que no representan nada más que una carrera para oportunistas , aventureros y  pillos de siempre. Se ha disuelto un congreso que estaba  contaminado con impresentables, para elegir  no se sabe que, para elegir  no se sabe de dónde. Habrá, claro, honrosas excepciones.

Creo que se aplica  otra vez este texto:

¡Quiero ser candidato!!

He nacido para postular, al Comité del barrio, a la Junta del club social, a miembro de los integrantes del tercio universitario, a regidor. A alcalde, a representante de algún gremio, a ser dirigente de algún partido político, en fin a ser congresista, aunque siempre pierda, aunque mis representaciones hayan dejado costras que aún no sanan, o juicios que no terminan de ventilarse. He nacido para ser candidato.

Ahora que el calendario se pone presto a conquistar ánforas, volveré con mi vocación de ser candidato, no importa con quién postule, cuánto me cueste, yo seré candidato.

Casi soy congresista, apostaré a gobernador o si me dejan y no queda de otra tal vez para alcalde, es que si no postulo mi vida quedará vacía, saldré del cartel de cada lustro, total hablo bien, soy guapo ,antes me votaron varios miles. Ahora tendré más suerte.

Otros fueron elegidos por pena, yo soy un predestinado, solo debo perseverar, aunque sea sin ideología, o dejando de lado la que tenía, total Neymar también dejó el Barza, además puedo costearme otra campaña y comprar mi inscripción, ¿quién quiere ser candidato conmigo?, hagamos plancha, tú a alcalde yo a gobernador, ya pues si quieres no más.

Empezó la feria electoral…