El modelo económico y las elecciones

Sergio Tapia

El clima electoral para la elección sólo de congresistas, con ausencia de candidaturas presidenciales, puede tener consecuencias para el crecimiento económico y para el desarrollo del país. Porque el gobierno PPK-Vizcarra en términos económicos es un fracaso mayúsculo, es un gobierno desalentador y suscitador del pesimismo.

No debió ser así, por las expectativas causadas por la versación y experiencia de Kuczynski como economista. Pero, al parecer llegó en la decrepitud de su zenit político. Su sucesor, Vizcarra, asume el fracaso estratégico de su predecesor, del cual no atina como salir de él. Por lo que su presencia en el gobierno es muy desalentadora, y suscitadora de profundo pesimismo.

Por ello, la renovación de la representación del Congreso, en circunstancias de desaceleración económica y de continuación infructífera del vizcarrato gubernamental, felizmente en su último año y medio constitucionalmente previsto. Suscita renovada esperanza para la conducción política. Pues, en la gran nace del Estado, el Congreso de la República no tiene poco peso y significación, que puede balancear la estatizadora atmósfera ideológica que caracteriza al entorno presidencial.

Nuestro crecimiento económico se frenó con Ollanta Humana y se permanece desacelerado con PPK-Vizcarra. La demanda interna no emerge de su alicaída situación, y hasta hay ajustes al crédito ciudadano para evitar brotes inflacionarios. Para los peruanos hay menos posibilidades de trabajo, y la migración venezolana ha sido absorbida laboralmente en el mercado nacional.

 Los megaproyectos en los que PPK basó su estéril estrategia, han sido desperdiciados por el vizcarrato irresponsablemente expresa “como de sus gustos personales” tal o cual proyecto minero, calificándolos a su gusto de buenos y malos.

En el texto constitucional hay principios que dan sustento a la economía, para que sea cuidadosa observante, como aquel que se expresa en el primer artículo: El fin de la sociedad es la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad.

En el artículo segundo constitucional hay una larga enumeración de derechos fundamentales que se reconocen a la persona humana, y que la economía debe de tener en prioritaria atención, como: el derecho al libre desarrollo y bienestar desde la concepción; la igualdad ante la ley y la no discriminación por condición económica; el derecho de propiedad sobre la creación intelectual, artística, técnica y científica; la inspección o fiscalización de libros, comprobantes y documentos contables no incluyen su sustracción o incautación, salvo orden judicial expresa; la libre contratación con fines lícitos y sin contravenir leyes de orden público; libertad de trabajo; derecho a la propiedad y a la herencia; participación individual o asociada en la vida económica de la Nación; disfrute del tiempo libre y descanso, así como gozar de ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida; no obligación a lo que la ley no manda, ni impedimento de hacer lo que la ley no prohíbe; prohibición de la esclavitud, la servidumbre y la trata, así como cualquier otra forma ilegal de restricción de la libertad personal; no hay prisión por deudas.

En el capítulo segundo de la Constitución se mencionan derechos específicamente económicos, tales como: la subvención de la educación privada para la mayor pluralidad de la oferta educativa; progreso económico con políticas de fomento del empleo y la educación; derecho a remuneración familiar equitativa y suficiente.

El orden económico se desarrolla en un Título que contiene varios capítulos, de los que cabe destacar la libertad de iniciativa económica dentro de una economía “social de mercado” (una tilde social cristiana para el modelo económico peruano, pero sin mayores acentuaciones sustantivas). El rol del Estado es orientador de la economía, y no es determinante, no hay asomo de totalitarismo ni estatismo. La actividad empresarial del estado se admite como una excepción, por considerarse supletoria, esto es si se requiere y en tanto la iniciativa privada no la asuma.

Nuestro modelo económico es de libre empresa, de libertad de trabajo, de promoción de la pequeña empresa y pluralista en formas de propiedad. De libre competencia, no tolerante con el monopolio ni la concentración dominante, especialmente en las empresas de prensa y comunicación. Hay libre tenencia de moneda extranjera (ya no es delito su tenencia, como en tiempos del socialismo velasquista de los años 70s.). Los recursos naturales están bajo la soberanía del Estado, que otorga concesión a los particulares para su explotación y aprovechamiento. Es inviolable el derecho de propiedad, y garantiza el pago del justiprecio en las expropiaciones.

Los ejes sobre los que gira la economía peruana, son de sentido común y de orden natural. Por lo que comprendemos la preocupación por los ventarrones ideológicos amenazantes, en vista a las próximas elecciones parlamentarias. El modelo no es inescrupuloso, porque preserva la dignidad de la persona, valora el trabajo humano y apunta hacia una justicia distributiva.

El problema no está en el modelo económico constitucional, sino en el modo como el gobierno de Vizcarra promueve el crecimiento económico, sumado al desacertado manejo irresponsable de la ideologizada administración de Ollanta Humana, que marchitó la buena marcha económica lograda desde antes.

Por eso se añora elegir un Congreso representativo de los verdaderos derechos ciudadanos, sin ideologizaciones deformantes y con solvencia moral, puede ayudar en mucho a evitar el desviacionismo gubernativo vizcarrista. Evitar los síndromes ecuatorianos y chilenos, no exige en el caso peruano modificar la Constitución, sino gobernar correctamente favoreciendo el crecimiento económico, sin el cual el modelo no funciona.