Pugna ideológica por el nombre “Madres en Acción”

El currículo nacional del 2017 produjo un gran rechazo en la población por incluir el mal llamado “enfoque de género”. A raíz de ello, consternados padres de familia formaron diversas organizaciones por el evidente sesgo que la educación infantil estaba tomando. Entre esas organizaciones se constituyó  “Padres en Acción”. Al otro lado del espectro partidario, un grupo de mujeres, en defensa del tal enfoque, se reunió autodenominándose “Madres en Acción”. Según Gabriela Wiener, el propósito del nombre era darle “…una vueltita irónica al lenguaje para volverlo inclusivo y […], aunque diga “madres”, también representa a tantos padres que quieren que sus hijos sean educados en igualdad.” (La República, 5/04/19). Sin embargo, hete aquí que “Padres en Acción”, en otra irónica vuelta de tuerca, registró el nombre “Madres en Acción” en Indecopi, y ¡zas!, las progres se quedaron sin denominación.

La reacción no se dejó esperar; el colectivo despojado lanzó su campaña de victimización, maniobra muy propia de la progresía en general.  En La República del 12/02/2020, Yrina Barriga clama que la inscripción fue hecha con mala fe, sin acordarse de que ellas hicieron lo mismo al arrogarse el título de “Madres en Acción”. Barriga se quejó de que: “ellos saben que siempre nos presentamos con ese nombre. Quieren terminar con el colectivo y callarnos”, declaró frente al plantón realizado frente a Indecopi. Queridas amigas, a llorar a la playa.

La pugna por el nombre no es gratuita. Wiener declaró en su artículo del 05/04/19 (LR) que el término “madres” no era exclusivo de las mujeres que hubiesen parido, sino también de hombres con progenie. Esta afirmación tiene profundas raíces en la teoría de la contrasexualidad concebida por Paul Beatriz Preciado, un transexual activamente involucrado en el desarrollo de la teoría queer y la filosofía del género. Según Preciado, en sociedades hetero-patriarcales, la Naturaleza como tal es un contrato social en el que la comunidad humana solo acepta dos sexos: masculino y femenino. En cambio, la teoría de la contrasexualidad sustituye dicho contrato social bajo la premisa de que los cuerpos humanos ya no se reconocen como hombres y mujeres, sino como cuerpos hablantes, borrando toda marca de la dualidad sexual (cfr. Paul Beatriz Preciado, p. 12, Manifiesto Contrasexual). Así, la igualdad semántica de los términos “padre” y “madre” de la que se jacta Gabriela Wiener en su artículo solo se explica bajo los postulados de los principios de la contrasexualidad y la teoría queer.

Como se puede colegir, la protesta del grupo de mujeres que buscan recobrar el nombre de “Madres en Acción” no es inocente ni mucho menos. De acuerdo con lo declarado por Wiener, la idea que se oculta es pervertir el término “madre” para hacerlo parte del lenguaje inclusivo contrasexual, la estrategia más perniciosamente exitosa de toda la colonización ideológica que estamos sufriendo en estos momentos. De ahí que no es extraño, entonces, que en los textos escolares encontremos enlaces virtuales que lleven a páginas donde se enseña la masturbación, los tocamientos, la experimentación de nuevas sensaciones sexuales y otras conductas contra natura. Todo ello es parte de lo que este grupo de activistas llaman eufemísticamente “enfoque de género”. Por eso,  no nos dejemos engañar: no es “enfoque”, es “ideología de género” y de la peor calaña. Por eso, se hace imperativo defender el nombre de “Madres en Acción” a como dé lugar.