Gobernar con corona…virus

Las decisiones adoptadas por el cada vez más impopular Gobierno de Martín Vizcarra, han suscitado reacciones de censura –como era de esperarse–: Porque fueron tardías e inoportunas, porque desperdició dos años de gobierno sin invertir en mejorar el pésimo servicio de salud que adolecemos. Y, porque el presidente se aprovecha del resquicio de la circunstancia para elevar su figura, tan desfigurada a causa de la ineficacia de su gobierno, etc.

Por su puesto que, los políticos de turno y los lobistas de servicios profesionales dedicados a justificar cualquier estropicio, propulsados ambos por los medios de prensa que con patente de corso o bandera de piratas, acostumbran a servirse en plato hondo y comer con cuchara del presupuesto estatal.

Del coronavirus ya se tiene suficiente documentación analítica. Hay quienes sostienen, con datos y sospechas, que el virus responde a teorías conspiracionistas, como la de los poderes fácticos mundiales del Club de los Bilderberg, o de la guerra comercial de China que aún es un Estado políticamente comunista –y por lo tanto inspirado en una “ideología fría”. Hay, en cambio, otros que se mantienen en el análisis médico-epidemiológico, del cual también se suscitan diferentes pareceres. Algunos sostienen que es una gripe no tan letal como otras que circulan en la esfera terráquea y que producen más de medio millón de muertos anualmente, sin que nadie eleve su voz por ello. Otros refieren cuando menos la existencia de diez epidemias constantes, que producen mortandad mundial que no es tomada con preocupación. Respecto del Perú, se sostiene que adolecemos de tres problemas endémicos que no son debidamente atendidos ni por el Gobierno, ni por la solidaridad de la Sociedad Política; y que tan sólo hay paliativos desde la caridad generosa de la Iglesia, como son: la anemia infantil, la tuberculosis y el dengue (entre otras virosis andinas o tropicales).

El ingeniero Martín Vizcarra no es un hombre de muchas luces. Que haya sido sutil y astuto contra el fujimorismo parlamentarista no lo unge como para coronarlo, ni para reconocerle cualidades especiales. Puesto que su contendor, vencido, no otorgaba talla a ningún duelo, lo que hace relativo el valor de Vizcarra para acaudillarse por el triunfo logrado contra sus enemigos políticos.

El vizcarrismo trastocó su débil gobernanza gracias al concurso de los caviares, que transformaron el Estado presidencialista en otro de corte totalitario, que se ha fagocitado la totalidad de los poderes deformando la institucionalidad republicana.

Ahora que millones de peruanos permanecemos confinados en nuestros hogares, las circunstancias nos imponen tener que soportar el monólogo presidencial cotidiano, cerca del mediodía. Escuchar a Vizcarra que carece de capacidad dialógica formal, que le es dificultoso expresar una oración con acertada estructuración gramatical. El presidente Vizcarra no es orador, y no es capaz de transmitir, con claridad y coherencia, el contenido sucinto de las normas legales y comunicados oficiales que cotidianamente autoriza.

La declaración de estado de emergencia, que sospechamos se extendería más allá del periodo de 15 días naturales inicialmente establecido, condiciona nuestra vida en sociedad sin garantías constitucionales, privándonos de las más caras libertades. La inviolabilidad de domicilio ha sido suspendida, lo que permite sin autorización judicial que cualquier policía o autoridad de salud, pueda investigar y hacer registros. Esta medida reviste gravedad, en la medida que desde el inicio del Gobierno de Vizcarra, ha habido uso y abuso de allanamiento de inmuebles destinados a hogares, despachos de abogados, oficinas gremiales y empresariales, así como locales partidarios, que han sufrido constante, frecuente y arbitrario acoso y persecución por aquel clan de fiscales, objeto de público cuestionamiento por sus propios superiores en grado.

Mientras dure el estado de emergencia no se puede elegir el lugar de residencia en el Perú, ni salir del territorio nacional ni retornar a él. Hay total prohibición de reuniones en locales privados o abiertos al público, en plazas y vías públicas, y se han cerrado los templos prohibiéndose las celebraciones litúrgicas, precisamente en el período cuaresmal tan significativo para una Nación fervorosamente cristiana y religiosa como es el Perú. De alguna manera prepotente, o por lo menos de poco respeto formal y protocolar, el Presidente Vizcarra no coordinó con las autoridades de la Iglesia Católica, ni las representativas de los demás credos e iglesias, antes de decretar la suspensión forzada de los cultos religiosos.

            Estamos soportando una desgracia multidimensional (política, de salud, estatal, etc.), y se avecina además un innegable shock laboral-económico. Que aparecerá antes que concluya el Estado de Emergencia.

            Desde los orígenes PPKakasenos, este gobierno ha sido incapaz de remediar la tremenda crisis económica heredada del desastre Ollantista. El Vizcarrato es el continuismo del desacierto y de la incapacidad. No podemos esperar respuesta de estadistas, porque ninguno de los que moran y transitan por el Estado, lo es.

Seguiremos recibiendo noticias falsas toscamente transmitidas, y continuaremos siendo testigos de la ostentación mediante poses sin contenido. Abundará la mediocridad y sobreabundarán los frutos de un gobierno que adolece de legitimidad de ejercicio.

            Mientras tanto, los caviares que ahora ejercen el nepotismo, engordan y se empoderan.

Pero, nada de esto nos sorprende.