Coronavirus, corrupción y especulación

Apenas el gobierno comenzó a entregar el subsidio de 380 soles a las personas de extrema pobreza, se ha constatado que continúa la filtración, es decir,  la  entrega de  ese beneficio, a algunas personas  que por su solvencia no tienen derecho, privando de esos esos recursos a los que realmente lo necesitaran

Es una  lástima que esta  corrupción que  viene desde el  gobierno de Ollanta Humala,  no se haya cortado hasta ahora, pese que desde el 2011  han  pasado hasta 10 ministros al frente del  “Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social”, la cartera encargada de actualizar los padrones de las personas más vulnerables.

Los ministros que no hicieron nada  fueron. Tres con Humala: Carolina Trívelle, Mónica Rubio y Paola Bustamante. Tres  con PPK:    Cayetana Aljovín, Fiorella Molinelli, (hoy premiada por Vizcarra con  la presidencia de ESSALUD, pues sabe  mucho sobre  Chincheros)  y  Jorge Meléndez. Cuatro con Vizcarra:  Liliana La Rosa, Paola Bustamante (otra vez),  Jorge Meléndez, (también otra vez) y actualmente, Ariela Luna.

Asimismo,  pese al anuncio de Vizcarra de que está asegurado el abastecimiento de los productos primera necesidad, ha comenzado la especulación y el acaparamiento, sobre todo, en los mercados de y en los establecimientos de los distritos  periféricos de la capital. 

Los precios de los productos perecibles,  han subido en algunos casos como el limón, hasta en un 300” y no venden medio kilo,  sino de uno para arrida,  además de obligar a las amas de casa, a que  compren  otros productos.

En tiempos de Estado de Emergencia  (que es previo a un Estado de Sitio,   en casos de invasión o de guerra) decretado de acuerdo al Art. 137 de la Constitución, el gobierno tiene que actuar con autoridad y mano dura,  para cortar  expeditivamente esas irregularidades.

Anuncios blandengues,  como el que ha hacer el Primer Ministro Vicente Zevallos,  de que  recién  está estudiando un proyecto para evitar la especulación, son pura fifuya.

En consecuencia  Vizcarra debe corregir esta situación, adoptando  las siguientes medidas. 

Primero.- Ordenar de inmediato que el “Ministerio de Desarrollo  e Inclusión Social” y el “Ministerio de la Mujer y Poblaciones  Vulnerables” (en lugar de estar pensando en los mandiles rosados), actualicen  el padrón  de los que realmente deben recibir los 380 soles de subsidio.

(Parte de los 1200 millones de soles que gasta el gobierno en consultorías para favorecer a sus amigos, los asigne a esos ministerios,  para recoger información en el campo, dando trabajo a miles de jóvenes hoy desocupados).

Al mismo tiempo,  Vizcarra debe disponer  que todos los que   cobran  los 380 soles,  sin tener derecho a ese subsidio, sean denunciados y procesados. 

Segundo.- Ordenar  la  inmediata supervisión de los precios con que venden los mayoristas los productos agrícolas a los minoristas,  en los centros de acopio ubicados a la entrada a Lima por la Carreta Central y por la Panamericana Norte;  así como la supervisión de los precios con que venden a los tenderos los  productos procesados,  las grandes distribuidoras.

Paralelamente  en el caso de la capital, debe  ordenar (bajo responsabilidad) a los alcaldes de los 42 distritos de Lima Metropolitana,   decomisar la mercadería a los comerciantes que especulan con los precios,  en los mercados y en los establecimientos,  disponiendo que esa mercadería  se distribuya entre los que más lo necesitan.

Esta disposición debe regir en el resto del país, bajo responsabilidad de los  gobernadores regionales y de los alcaldes provinciales y distritales, ordenando  que la autoridad política de las correspondientes jurisdicciones,  informen  en el plazo de la distancia al Ejecutivo,  sobre el cumplimiento de esta disposición.

En tiempos difíciles es cuando se  conoce el temple de las autoridades,  que deben  usar con firmeza el poder coercitivo que el pueblo les ha delegado,  para preservar  el orden y la convivencia civilizada.

Todo claro está, dentro  de la Constitución, de las leyes y de los respectivos códigos procesales, donde están debidamente previstos los casos excepcionales.

La historia registra que en los momentos difíciles para garantizar la alimentación, el cobijo,  la salud y la vida de las personas (y ahora lo estamos),  es cuando se conoce  la talla de estadista,  de los grandes hombres y de las grandes mujeres.