Coronavirus y zona cero: prisioneros y dragones

Jordán gritaba como loco, quiere que el mundo sepa que hay 72 hombres infectados de coronavirus en la carceleta del centro  histórico en Lima, Perú.

Es un sábado soleado, me fui a la zona cero desde donde el Estado repartió el virus Covid-19 a casi todas las cárceles peruanas; entre enero y el quince de marzo (cumpleaños de mi hermano, que vive tan lejos de mí a pesar que lo quiero).

En Piura se inició todo con un «lanchamiento» traslado de revoltosos, justos que pelean por no pagar más extorsiones a las mafias de «taitas» y carceleros del Inpe. Además, antes de enviarlos en buses los torturaron y los repartieron en plena cuarentena. Esto y el agente del Inpe contaminado, que se volvió el paciente cero de esta peste, fueron los detonadores.

Jordán quiere que se sepa que todos están infectados, que las cucarachas se les meten por la orejas, las diarreas flotan en el inodoro y los colchones están más sucios que la ropa de un pobre loco de la Plaza San Martín. Han decidido no gritar más, porque el Inpe quiere la excusa y la provocación de atacar el motín de los moribundos.

Nadie debe olvidar este nombre : Gerson Villar, el jefe del Inpe más pedante y torpe de los últimos años. Seguro postuló a la Escuela naval y no pasó de la playa Cantolao. Algún trauma debe tener que no recuerda que es un servidor público, que tiene a cargo la seguridad y funcionamiento de las cárceles peruanas. Eso implica proteger y velar por la vida de prisioneros y carceleros.

Jordán grita al Presidente Lecaros de la Corte Suprema que no aguanta el olor hediondo de esas celdas.

Si no hay audiencias virtuales porque la informática judicial es lenta y no hay manera de hacer plataformas  con apps gratuitas para celulares, entonces no le queda otra que crear juzgados de ejecución penal en cada cárcel. Cada historía judicial es como una historía médica del paciente o preso. Todo de oficio y sin anestesia! No hay tiempo para formalismos. A duras penas la Corte Suprema logrará usar la tecnología informática.

Los presos contaminados, los presos sin visita, con hambre y miedo no merecen tanta indiferencia.

Hoy convencí a un canal de Televisión de hacer un informe en vivo desde la zona cero… Se olvidaron de mí, pero eso no era lo primordial. El país supo que en esas celdas hay humanos que deben ser desalojados de esas mazmorras para ser atendidos médicamente. Sus casos han de ser los primeros en revisarse por un juzgado de emergencia o uno ad hoc en San Jorge.

Todo esto se lo debo de entre todas las madres y esposas, a la Señora Carmen que me hizo recordar a mi abuela Fina. Ojalá no me contamine pero si algo ocurriera quiero que sepan que han sido los mejores días para mi reencuentro con la fe.

Le saqué la vuelta al diablo ¿no?