¡Ya no es posible callar!

Nos acercamos a los 40 días de la cuarentena dispuesta. Tiempo suficiente para evaluar y romper el cerco informativo gubernamental, que tiene en ascuas a la población. No permitamos la impúdica difusión de una retahíla de noticias, cuyo insoslayable sabor triunfalista ya no enmascara la realidad. Pongamos punto final a la genuflexa aquiescencia de la prensa parametrada; aquella que se niega a interrogar a Vizcarra en su diario talk show del mediodía.

En cualquier país democrático los gobernantes dan cuenta de su gestión. En EE.UU., Trump es cuestionado y debate abiertamente con gobernadores, agencias especializadas, profesionales relevantes y medios de comunicación, por supuesto. Es una práctica normal. Tampoco debiera sorprendernos que en Francia, Emmanuel Macron se autocritique en público en medio de la lucha contra el Covid 19. Es lo propio en una sociedad democrática.

 Pero en el Perú esta cultura democrática es desconocida y sumisamente aceptamos los dictados del poder. Un miedo sacrosanto nos ahoga, pues preferimos auto-reprimimos para no incomodarle con críticas. Y creemos que enfrentar la pandemia requiere adhesión, pasividad y silencio. No advertimos el desprecio a la voluntad popular por los mandones de turno, pese que de ella dependen. Por eso se arrogan la verdad sin admitir opiniones diferentes ni cuestionamientos, aunque el coronavirus nos interesa y compete a todos. Mientras las instituciones, prensa incluida, encargadas de controlar, disentir y plantear controversias dan vergüenza. Callan con perfidia y se vuelven cómplices.

Exijamos que rindan cuentas. Qué expliquen la compra de pruebas que no detectan la enfermedad a tiempo, enviando a muchos a la tumba. Que digan el por qué no abastecen a los hospitales ni cuidan al personal de salud.  Y respondan: ¿Qué hay detrás de las estadísticas mañosas?. ¿Por qué abandonan a la población vulnerable, como los miles que padecen lo indecible para retornar a su terruño?. ¿Cuál es la cobertura real de los bonos de apoyo social?. ¿Cuántos son los fallecidos, en verdad y cuál su proyección?, entre otras interrogantes.

Ciertamente preguntas imposibles de absolver por un gobierno sectario, plagado de una morralla de funcionarios presupuestiveros y ávidos en prolongar sus privilegios. Es menester que Vizcarra demuestre algo de grandeza y escuchando el clamor nacional, convoque a un Gabinete de Ancha Base, con personalidades destacadas en vez de los inútiles que fungen de ministros (Pilar Mazzetti sería la adelantada del  nuevo equipo de gobierno). Y, en lo político, que cese el estilo confrontacional, cancele la persecución a los adversarios y renuncie, de veras, a perpetuarse en el poder, constituyendo un Gobierno de Unidad Nacional, sin vetos ni exclusiones, sobre la base de las fuerzas políticas que alcanzaron representación en el actual Congreso de la República.