Del fin de la II guerra mundial al ocaso del multilateralismo

Hace 75 años, el 8 de mayo, terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa, ahí donde se inició, con la capitulación de Alemania. No hubo la paz deseada. La IIGM no fue sino la continuación de la primera, interrumpida formalmente por el Tratado de Versalles, y realmente por la pandemia de una gripe que fue llamada española, pero que fue traída por la soldadesca desde los Estados Unidos de América. Esta pandemia causó 25 millones de muertos, tres veces más que la guerra, y cien veces más que la actual mortandad originada por el coronavirus.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un costo aun mayor:  cerca de 70 millones de muertos. Y muchos más: después del cese de hostilidades en Europa, otros países fueron castigados sumando millones de muertos. El Japón con varias bombas atómicas sobre ciudades que causaron   casi tantos muertos como el virus corona hoy en el Asia.  Corea sufrió la guerra y fue partida por ambiciones hegemónicas de los que se llamaron vencedores.  Vietnam durante años agredida por una potencia.  Alemania, ocupada, dividida y una parte regida por una dictadura. Latinoamérica, que supuestamente  resultó vencedora por haber formado parte de los Aliados, arrinconada a la pobreza y dictaduras militares. Y ahí, en un escenario de ignorancia y desesperación, los jóvenes se mataron entre sí, en nombre de una bandera roja.

Para que esto funcione la propaganda centralizada en países poderosos que dominaron los esquemas de comunicación y entretenimiento, realizaron una hazaña fenomenal.  Los asesinos como el británico Arthur T. Harris, o el ruso   Alexander Iwanowitsch Marinesko, que tras su uniforme mataron a miles de civiles, fueron protegidos por el anonimato. Obvio, pertenecían al bando de los que se llamaron vencedores. Otras personas fueron promocionadas  como estadistas o vencedores, en un conflicto en el que todos perdieron. Solo  los millonarios  se hicieron más ricos, en tanto que los más pobres sucumbieron como soldados, carne de cañón, o lo perdieron todo. Curiosamente,  no murieron millonarios. 

Sé de lo que escribo, porque nací en los escombros de esa guerra y mi familia fue víctima no solo de las bombas sino de la ocupación – llamada por algunos “liberación”- por potencias extranjeras. Y el Mundo vivió varios lustros en la llamada cínicamente Guerra Fría, que para muchos hizo sentir el calor del fuego mortal. Así como todos estuvimos amenazados  por las bombas nucleares

Entonces ya existían organismos internacionales especializados, como la Organización Mundial del Trabajo OIT o la Organización Mundial de la Salud (OMS).  Pero la situación política- la paz imperfecta- hizo necesario reinventar organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, que reemplazó a la Liga de las Naciones. Esta vez  con mentiras perfectas: no se trataba  de una entidad que unía las naciones, sino una agrupación de Estados, representados por sus gobiernos, en la  que tenían capacidad de decisión solo las llamadas Potencias Vencedoras, que conforman el llamado Consejo de Seguridad La ONU  no se reformó  y quedó como ente que refleja las imperfecciones de la etapa de post guerra, y jurídicamente cuestionable, en razón de que las resoluciones de la mayoría de países, en la Asamblea General, solo tienen carácter recomendativo, en tanto  lo que acuerdan una minoría de países  reunidos  en el  Consejo de Seguridad, son vinculantes u obligatorias,

Surge otra situación de la que no se habla:  Los miles de funcionarios internacionales forman intereses propios que no son necesariamente los mismos que los de los países que los financian con sus aportes. Estos que velan por sus puestos de trabajo reinventan tareas.  No es raro entonces que hoy aparezcan algunos con frases como “buscan generar estrategias y políticas consistentes”, o “muestren preocupación” en videoconferencias; o pretenden “garantizar una mejor sinergia” o “hacen un llamado para que los gobiernos pongan en marcha”. Como diría Juan José Garrido, Director de El Comercio: bla bla bla.

Basta comprobar que por esta ineficacia de los organismos   se tuvo que recurrir a las llamadas Cumbres: el G-20, luego el G -7, o los llamados Grupos, como el de Lima, que actuó con poca eficacia frente a la crisis de Venezuela.  Esta manera de actuar es el transito del multilateralismo al unilateralismo. Que ahora prevaleció en la Crisis del Corona, en la que todos los países tomaron medidas unilaterales.

Quizá más evidente aun de la poca eficiencia, es el aumento alarmante de los gastos militares en los últimos anos. El armamentismo es una ofensa a la pobreza y amenaza para todos. En contraste falta de prevención, como la Organización Panamericana de salud en epidemias.

Hoy la Unión Europea ha mostrado su poca eficacia. Cuando la Crisis del virus se expandía en Europa, Úrsula von der Layne, una alemana de profesión médico, que encabeza la UE se presentó junto a una activista sueca lanzando un programa sobre Cambio Climático que involucraba una suma astronómica de dinero público. Y recién esta semana encabezó una colecta, recaudando 7.500  millones para la industria farmacéutica. La respuesta del Tribunal Constitucional alemán, al multilateralismo, también esta semana, fue la de establecer nuevas reglas para un mayor control nacional en transacciones financieras europeas.

¿Alguien me puede explicar para qué sirve a nuestro país la   OCDE, que acaba de integrar a Colombia y no al Perú? O qué es lo que hizo el llamado Parlamento Andino, estos últimos años. ¿Para qué sirvió la OEA al Perú? Cuando no pudo liberar al Perú del Reino del Espanto, como llamaría Álvaro Vargas Llosa al Perú bajo el dictador Fujimori Fujimori, quien, entre otros delitos graves, atentó contra  el Servicio Diplomático del Perú, con el cese de cientos de colegas, y expuso al Perú al ultimo conflicto armado en Latinoamérica.

Hay que recordar que recientemente el Perú perdió la oportunidad de encabezar una reforma a este organismo regional al no prosperar la candidatura del embajador Hugo de Zela.

Creo que todos estamos de acuerdo que se abre una nueva Era, y que   tenemos la oportunidad de mejorar el sistema internacional Y eso no se logra si lanzamos halagos a las viejas estructuras. Comencemos, como lo sugiere el ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros, por lo más cercano y propio que es el Grupo Andino, cuya sede está en Lima

La llamada diplomacia parlamentaria quedó en eso: se habló mucho más de lo que se hizo.   Trabajé tanto en la Misión del Perú ante las Naciones Unidas en Nueva York, como en nuestra Representación ante los Organismos Internacionales en Ginebra. No lo leí en los libros, sino fui testigo asimismo de algunos éxitos, impulsados por países responsables. De Pérez de Cuéllar aprendí que los organismos internacionales no producen resultados  por si mismos. Solo nos devuelven lo que invertimos en ideas, iniciativas, así como múltiples esfuerzos negociadores, en ellos.    

Como lo señalé anteriormente en otras publicaciones, de todos los contextos sociales en los que se desenvuelven los seres humanos el sistema internacional es uno de los más complejos y vulnerables. Por ello tiene que ser constantemente perfeccionado y fortalecido. Es además el escenario en el que el profesionalismo de los diplomáticos de diversos países, en un mundo en el que la interrelación se hace más intensa, es cada vez más evidente.