

De historias, de anécdotas, pero, sobre todo, de biografías nuestro mundo, nuestra historia, construida está. Si fue Adán o si fue Carlyle quien fue el primero en darse cuenta de este mayúsculo detalle queda claro que irrelevante es.
Desde hace cuatro meses en el mundo solo del coronavirus se habla y se escribe. Todo se ve negro. Todo es apocalíptico. Pareciera que como especie hubiésemos llegado al final del camino. Dicen unos que el sistema de salud (piense en un país cualquiera) “ya colapsó…”. O está al borde del colapso.
Ni colapsó ni está al borde del colapso. Y nuestra especie tiene para rato en este mundo. Quienes piensan así solo describen un problema que más que obvio debería ser: Los Estados que se encuentran al borde del precipicio se encuentran en la situación en la que están por una única razón que debería ser más que elemental: todo Estado, por definición, y sin excepción (piense en una), es un pésimo administrador de recursos (nuestros impuestos).
La gente muere. Las especies se extinguen. Se llama ´naturaleza´. Es ley de la vida. La lluvia moja, no necesita ser demostrado. Si en tal o cual país el número de muertos por el coronavirus rebasa la capacidad del sistema de salud pública es por falta de previsión estatal y por un pésimo manejo administrativo. El burócrata nace para gastar, no para pensar. Y muere en su ley.
De guerras, pestes, y desastres naturales la biografía de la humanidad escrita está. Esta no es la primera ni será la última pandemia. Otras vendrán. Peores quizás. Pero si la historia de algo sirve es para demostrarnos, como especie, que de una y otra maldición ´bíblica´ bien parados siempre salimos. Se llama evolución.
Escribo en primera persona: buenos amigos se han ido. Si por el virus o no solo cambia la definición. Ya no son, dejaron de ser y siempre los voy a recordar. Y ahora que escribo solo pienso en el dolor que sus familias deben de sentir. Qué más puedo decir. Estos cuatro meses en nuestra biografía son, en el mejor de los casos, un punto y coma que le da vida a un párrafo de uno de los tantos capítulos del libro de nuestra historia.
La vida continúa. El secreto de la vida, nuestra vida, es que continúa. Para bien o para mal (en el tiempo) es que continúa. No siempre es invierno, a menos de que uno viva en los polos. Todo cambia y nada permanece, de eso ya cuenta se había dado el gran Heráclito. Todo, excepto nuestra clase política, que de lo mejor nada tiene. Y esa es nuestra biografía.