La situación previa

El año 2020, parecía promisorio para los peruanos, y para el mundo entero, de la noche a la mañana se convirtió en una desgracia, un virus descontrolado nos va dejando desazón, muerte y una agua crisis social, un año de grandes pérdidas, de recesión económica, aumento de la pobreza, se estima experimentaremos la más grave crisis de los últimos setenta años, la que recordamos la vivimos el año 1989, cuando el PBI peruano se redujo en -12,3%. Esta circunstancia de crisis profunda, inédita, será a un acicate, será un resorte al crecimiento futuro, las familias peruanas, los emprendedores, la trama empresarial sin distinción, en su mayoría, han tenido tres décadas de aprendizaje y crecimiento, aún con grandes diferencias y desigualdades, pero es innegable que se han venido acortando distancias sociales, la pobreza, en el país, se redujo y las mejoras se han sentido en costa, sierra y selva.

Sin embargo, este 2020 se generará un foso profundo del cual habrá que salir, para empezar debemos identificar bien la situación previa, contra qué compararnos frente la desgracia actual. De qué punto partimos, pues lo más cercano cronológica y comparativamente, aunque no sea lo mejor, es el año 2019, cuyas condiciones reflejan nuestra última línea de base en todos los campos. Para el país el 2019, no fue un año bueno, por múltiples factores, el PBI peruano apenas si creció 2,2%, sin embargo, aún con esa magra cifra el comportamiento de la economía peruana fue una estrella en el escenario latinoamericano, cuyos países, en promedio, alcanzaron un crecimiento de apenas 0,5% del PBI. La velocidad de crecimiento de la economía ya venía mostrando desaceleración, el crecimiento económico promedio de la década se ubicó en 4,5% anual, bajo en el último quinquenio a 3,2% anual, cerramos 2,2 % en el 2019.[1]

En dicho año, la economía enfrentó a un entorno de desaceleración en el crecimiento de la economía mundial que afectó el comercio de bienes, para una economía como la peruana dependiente de los mercados externos para nuestros productos agrícolas, mineros, pesqueros, manufacturados, se manifestó en menores niveles de colocación internacional. La inversión total, pública y privada, aunque positiva no ha tenido el empuje para un crecimiento mayor, reflejándose en menores niveles de actividad. Aún así, en el Perú en el año 2019, la población ocupada creció en más de 350 mil puestos de trabajo, especialmente en pequeñas unidades económicas y en los servicios que se mostraron  más dinámicos que las actividades primarias y de transformación, bastante débiles. La población ocupada total supero los 17 millones de trabajadores, pero como es bien conocido el empleo informal representa más del 70% del empleo de la economía, señalando un problema estructural por resolver. La pobreza y pobreza extrema representan un quinto de la población total del país, cerca de 6,5 millones de pobres, más de la mitad de ellos en las áreas urbanas. La reducción de la pobreza está altamente relacionado al crecimiento económico, debemos persistir en ello, pero son necesarias políticas sociales que complementen lo que el mercado a un no puede corregir, han venido funcionando pero será necesario profundizar.

En la infraestructura de agua, desagüe, y electricidad, los avances son sustantivos, la conexión de agua por red pública alcanzó una cobertura superior al 90%, la red de alcantarillado el 75%, pero en las áreas rurales y en zonas de selva las carencias son enormes, la electricidad una cobertura superior al 95%, los avances son evidentes, pero aun la calidad del servicio, todas las horas y días de la semana,  aún muestra grandes brechas. En general, las regiones de sierra y especialmente de selva exhiben los mayores déficits, que la pandemia 2020, ha develado con clamor. La pobreza monetaria, como la pobreza estructural (vivienda, servicios básicos, hacinamiento, educación, salud) nos señalan el camino a recorrer.

El 2020, habremos retrocedido, aún no conocemos la magnitud, pero estas breves líneas, quieren puntualizar los retos que serán aumentados. Es verdad esta pandemia ha puesto en la palestra las necesidades de un país aún en vías de desarrollo y sus grandes tareas. Está pendiente la descentralización económica, en una visión de largo plazo, pero debe estar en la nota prioritaria, situación que aún genera grandes desigualdades. Superar los problemas en la educación, un poco más de un tercio de la población peruana tiene estudios superiores, pero la gran mayoría estudios secundarios o a las justas primarios, y la salud en estado precario, con grandes retos a futuro. Requerimos un país integrado, un mercado interno dinámico y potencialidades externas, formalidad, diversificación de la economía, no pocos impulsos sino múltiples impulsos. Crecíamos económicamente orondos, por tres décadas consecutivas, pero los problemas estructurales saltaron a la vista con la pandemia, una gran cachetada, para volver caminar.

[1] INEI: “Panorama de la economía peruana, 1950-2019. Lima, abril 2020.