Es lo que hay

Martín Vizcarra no es un artista de la política, pero es un esforzado artesano. Su mensaje de 28, que inaugura el último año de su gobierno, ha estado destinado a agenciarse una gobernabilidad, aunque sea precaria, para este año imposible que trae una carga explosiva por desactivar. 

De allí el llamado a las fuerzas políticas a un pacto patriótico -Pacto Perú, le llama- en torno a acuerdos básicos que nadie en su sano juicio objetaría: un sistema unificado de salud, una educación de mejor calidad de la educación con acceso virtual, un crecimiento sostenible en mercado de competencia, eliminar la pobreza extrema, una reforma de la justicia.  

No hay tiempo ni espacio ya en su gobierno, sin embargo, para ninguna de estas cosas. Ya sería un logro histórico que para el 2021 todos los peruanos pudieran aceder a una atención de salud por medio del SIS aunque sea de emergencia.  

Pero aquí y ahora, el hecho es que la pandemia y la economía están aún en su mayor medida fuera de control. Y se ven en Espinar ya los primeros intentos del radicalismo de agitar el bloqueo que impida la exportación de minerales. Es el intento de incubar acá la violencia que vimos en Chile, en Bolivia, en Ecuador y en Colombia antes de la pandemia. El radicalismo estima que el desplome de 14% de la economía ya inevitable este año es el caldo de cultivo perfecto para desorganizar el proceso electoral y hacer un fiasco de las elecciones en la creencia de estar creando las condiciones para la captura del poder. Es el delirio usual del radicalismo que vive perpetuamente en una burbuja política delirante. No habrá tal cosa. Pero el solo intento basta para causar estragos, porque tiene eco fuera y espanta a las asustadizas aves del capital.       

Adentro, en cambio, el Perú cuenta con el mecanismo incorporado de la informalidad. Los peruanos están acostumbrados a recursearse. Es una válvula de escape ante las crisis. No es una solución, pero es un mecanismo útil de control de daños provisional. Uno con el que, lamentablemente, Chile no cuenta. Avanzar en la formalización del derecho a la propiedad es, en efecto, lo que debe hacerse en apoyo de esos millones de peruanos que se valen de la informalidad para salir adelante hoy.  

Es lo que hay. Con título de propiedad y atención de salud ya los peruanos quedarían bastante agradecidos.