Hedor

Con emotividad no se corrige el rumbo de un país y… menos se anula un virus, visible e invisible.

Mientras, se nota cierto nerviosismo, cansancio e inseguridad en el Estado. Escuchamos a ministros dando discursos no alineados entre ellos; por un lado, que el país pasará dentro de poco a la etapa 4 reabriendo los vuelos internacionales o que ahora los contagiados asintomáticos ya no contagian (o capaz por unos días) o que estamos mejor; por otro, se prolongó el estado de emergencia sanitaria y publicitan extemporáneamente que “el virus no mata solo; no sean cómplices”.

Felizmente las masas están aprendiendo a discriminar el “ruido” mediático que el Estado viene generando sobre el panorama de nuestra nación.  Y, en ese escenario aparece una gran campaña mediática contra el virus, copiando a otras realidades, pero sin considerar un encuentro entre lo estándar y lo cultural, y sin necesariamente estar alineada a una estrategia comunicacional.

Pero, existen más virus y bacterias pululando en el país, visibles e invisibles, actuales e históricos, que requieren ser erradicados; pero depende de los peruanos levantar la voz para que desaparezcan de raíz.

Vemos a varios de los ministros encargados de los departamentos, a muchos congresistas retomando sus semanas de representación, todos paseando por el país. Hasta empleados del Estado que siguen realizando y contratando asesorías, capacitaciones o asistencia técnica de manera remota desde sus casas. Instituciones del Estado “coordinadamente” acéfalas para que “esos algunos” sigan contratando sin discreción, sin control. Común denominador: gastan recursos de todos los peruanos.

Si bien el hedor se siente en todo el territorio nacional, pareciera que hay un virus que atrofió el sentido del olfato. Y es que la corrupción tampoco mata sola… también tiene cómplices. Ojalá el miedo que pretenden inspirar en los peruanos se aplique también a las autoridades y a los elegidos.

Inspiren miedo a los que trabajan en el Estado que no cumplen las normas, culpables que haciendo reiteradas falsas promesas solo terminan robando la esperanza de las familias peruanas. Ellos son los primeros que debieran sentir el peso de las normas del Estado.

Para avanzar en salud (para todos), educación (de calidad y libre acceso), trabajo (que contemple un seguro del desempleo como venimos diciendo desde hace más de 135 días) y seguridad alimentaria (que garantice la alimentación de todos los peruanos) se requiere que personas capaces se acerquen a hablar con el pueblo, generando un plan de trabajo por día/semana/mes concordado con todas las autoridades y niveles de gobierno (central, gobernadores y alcaldes) que pueda ser medido con indicadores de gestión.

Se requiere que el Estado ponga la inteligencia al servicio de la sociedad. Se requieren mensajes honestos, ajustados a la realidad, sobre acciones concretas para el bien de la sociedad. Se requiere implementar un Sistema Nacional de Transformación Digital que nos permita saber quién es quién en el Perú.

Solo con honestidad, en su amplio sentido, lograremos el bienestar del país. En sus últimos meses de poder vístanse de peruanidad y extirpen a esos malos peruanos y sus cómplices. La corrupción no mata sola; no sean cómplices.

Trabajemos por el Perú.