Parresía – El «justo medio»

En el mundo moderno, la política como ciencia social va despojándose de la ideología, para centrarse en la sostenibilidad institucional en el tiempo.

El partido político debe permanece vigente en el tiempo, librando una pugna, constante a través de la cual se propone alcanzar la adhesión de la población que concurre periódicamente a las urnas.

Los programas de gobierno, alineados en la cercanía o alejamiento del manejo de la economía, enfrentan a las facciones que sostienen que los recursos y la producción deben ser conducidos por privados, o por el Estado.

El “justo medio” equivale a una especie de conciliación, donde se equilibra el accionar de ambas facciones, en una suerte de reserva  del espacio que habiéndose puesto de acuerdo en el bien común, como fundamento programático, dividen los campos, bajo responsabilidad de gestionarlos, con el objeto de satisfacer las demandas de la sociedad.

Así se produce la alianza entre la economía y la política, como dos especialidades de las ciencias sociales, y en las que deberán ser expertos, es decir personas idóneas, quienes establezcan las normas, reglas, y leyes que regulen  las competencias y atribuciones de los actores que intervienen, interactúan, y conviven en la sociedad.

Las personas que encuentran similitud en el cómo y en el qué hacer, dentro de la organización social, forman un partido político, y proponen a la ciudanía un programa de acción destinado al bien estar y el bien común, tratando de acercarse a la vida feliz del individuo y la familia.

En un esfuerzo de síntesis de la historia política, podemos decir que se ha visto y sufrido en diferentes grados, el accionar  de quienes adquieren el dominio en el manejo  o conducción de los países, para beneficiarse dejando en el desamparo a quienes no pertenecen a su entorno. Dominio que deviene de la concentración de la riqueza, legal o ilegalmente adquirida, y que para consolidar y perpetuar su dominio, solventa las campañas electorales con cargo a ser protegidos desde el poder.

Para evitar que sigan prevaleciendo los intereses de los grandes grupos de poder, se propone el financiamiento de los partidos políticos. Este financiamiento debe ser reglamentado, de manera que no constituya un subsidio para beneficiar a la dirigencia, sino para que las organizaciones políticas puedan solventar el entrenamiento de sus miembros,  convirtiéndolos en servidores de la sociedad, debidamente elegidos, para el pueblo y por el pueblo.

Si un partido político toma conciencia de su responsabilidad  pondrá en sus listas a los más destacados, y talentosos de sus miembros, y entonces, el panorama será diferente al que presenta actualmente el Congreso  de la República, el inquilino del Palacio de Gobierno y los miembros de las Instituciones que dependen de ellos.

La pregunta es, cómo accionar un mecanismo que supervise el cumplimiento de los fines por los que se subsidia a los partidos políticos, de manera que esto no acabe en una prebenda,  resultante de una vil repartija.