Nobleza obliga

A diez años del otorgamiento del Nobel a Mario Vargas Llosa, considero oportuno, junto con celebrar mi admiración por la calidad de  su extensa obra, destacar la dimensión cívica y el compromiso político del laureado autor.

Esto es algo que también se debiera ver en la concesión del Premio Nobel de Literatura a la poetisa estadounidense Louise Glück este año.  Es además en este caso un homenaje a la mujer, a la sensibilidad para transmitir, y encontrar en un conjunto de palabras lo estético.

El apellido de la favorecida, en idioma alemán, significa suerte. Varios autores que no llegaron a ganar el Nobel de Literatura y que lo hubieran merecido, como Federico García Lorca, Rubén Darío o Borges, no tuvieron suerte.

La literatura ha sufrido muchos embates, por la internacionalización de medios fáciles y rápidos de comunicación que han ocupado la atención de millones de personas, quitando espacio a las ideas elaboradas con sentido de responsabilidad reflexiva

Quizá ayude en algo – y tal vez esta fuera la intención- de que el Premio Nobel sea otorgado a una ciudadana estadounidense, sociedad que se encuentra hoy profundamente dividida por una crisis política y un mal manejo de la pandemia.  A esto se suma un intento de secuestro a una Gobernadora Demócrata, así como un racismo radical, que se desarrolla con justicia cuestionable que ha puesto en libertad (con la modalidad de pago de dinero) a un asesino con uniforme policial, que estranguló a un ciudadano negro delante de cámaras de video.

Todo premio es un estímulo. El Nobel más aún.  Hoy los escritores pasamos por muchas dificultades para hacer conocidas nuestras obras. Ofrecemos calidad, amparada por Editoriales, y buenos críticos literarios, pero competimos con cantidad de escritos que se difunden y desaparecen con una velocidad que no permiten una seria evaluación.

Mi saludo especial al Premio Nobel Mario Vargas Llosa; así como a la estadounidense Gluck, Señora Suerte, deseándole a ambos que irradien fortuna a sus respectivas naciones.