Falsa e hipócrita

El Perú produce unas 150 toneladas de oro al año.

Si esa cifra no incluye la produccion informal de oro, que es de unas 50 toneladas al año -el evento minero reciente la calcula entre 40 y 60 toneladas anuales-, significa que el oro informal es una cuarta parte de la producción. Si la incluye, peor aun, significa que el oro informal es un tercio entero del que produce el Perú, el sexto productor del mundo.

El oro llegó hace poco en el mercado global al precio de dos mil dólares la onza. O sea, el Perú produce diez mil mil millones de dólares de oro al año. Un tercio de la deuda del Perú, cada año.

Y el destino de la tercera o la cuarta parte de esa gigantesca fortuna es oscuro. Sale de contrabando a Bolivia o es la moneda en que se paga la exportación de cocaína que, obviamente, no emplea cheques ni dólares en efectivo que tendrían que pasar por los bancos o moverse en camiones. Esa fortuna, en suma, paga por el tóxico inframundo del crimen que envenena la economía y corrompe al Perú.  

Evidentemente, hay un interés creado en el estado de cosas y hay pretextos absurdos para justificar los controles inútiles y nocivos de la libre compra y venta de oro en el país. La fracasada formalización de los mineros es parte de ese control inservible, que refuerza la fuga del oro informal por las fronteras porque no puede ser comprado y vendido libre y legalmente en el Perú.

Lo más grave es que este inicuo orden de cosas roba a los peruanos el acceso al refugio del valor en el mundo. Si el oro ha llegado al precio que tiene en el mercado global es porque bancos centrales, empresas y personas privadas en todo el planeta lo compran masivamente para guarecer su patrimonio de la pérdida permanente de valor de las monedas, los bonos y las acciones en el mercado global.

Pero no en el Perú, desde luego, donde -pese a ser el páis el sexto productor del mundo- los peruanos se ven impedidos de acceder libremente al oro y tienen por único refugio un dólar precario que, con respecto al oro, vale 50 veces menos que hace 50 años cuando en 1971 Nixon rompió el vinculo con el oro establecido por Keynes en Bretton Woods en 1944.

La libre comercialización del oro en todo el territorio peruano -la mera posibilidad de ir a un banco y comprar o vender oro sin preguntas innecesarias- liberaría esa riqueza y devolvería a los peruanos el refugio para el valor y la acumulación de capital financiero a que tienen derecho por ser uno de los pocos y principales productores de oro en el mundo.

Pero el Perú no lo sabe porque el silencio de una formalidad falsa e hipócrita lo mantiene sometido.