Suecia: un modelo en discusión

Con el correr de los meses Suecia adoptó políticas diferentes a las de otros países europeos, con el propósito de no perturbar la vida diaria y, tal vez, con la esperanza de que tras el primer impacto de la enfermedad el país pudiera lograr la «inmunidad colectiva». La comparación con otros países.

La revista Science analizó en un extenso artículo la manera en que Suecia encaró la pandemia de coronavirus. El país escandinavo fue a contramano de la mayoría de las naciones: no hizo cuarentenas obligatorias ni cerró negocios.

«Mientras las ciudades de todo el mundo se convertían en pueblos fantasmas, se podía ver a los suecos charlando en los cafés y haciendo ejercicio en el gimnasio. El contraste provocó admiración y alarma en otros países, con periodistas y expertos debatiendo si la estrategia era brillante o si Tegnell, su principal artífice, había perdido la partida», advierte la publicación.

El «principal arquitecto» a quien cita Science es Anders Tegnell, la máxima autoridad sueca en el manejo de la crisis. El pasado 5 de abril, el epidemiólogo había enviado un correo electrónico al Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) en el que expresaba su preocupación por la promoción de los barbijos como barreras a la propagación del coronavirus. 

«Nos gustaría advertir contra la difusión de este consejo», afirmó Tegnell entonces. La cantidad de personas sin síntomas que contribuyen a la propagación es una «pregunta que sigue sin respuesta», agregó, y el consejo de su utilización «también implicaría que la propagación se transmite por el aire, lo que dañaría gravemente la comunicación y la confianza entre la población y los trabajadores de la salud».

Tres días más tarde, el ECDC publicó sus recomendaciones a pesar de la advertencia de Tegnell, en consonancia con el consenso científico mayoritario. Aunque persistían los interrogantes, «se podría considerar el uso de máscaras faciales en la comunidad», sostuvo el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades,  «especialmente cuando se visitan espacios cerrados y concurridos». 

Seis meses después, Tegnell mantiene su desacuerdo. “Hemos mirado con mucho cuidado. La evidencia es débil ”, dijo a Science. “Los países que tienen máscaras no están haciendo lo mejor en este momento. Es muy peligroso intentar creer que las máscaras son una bala de plata ”, añadió.

En rigor, Suecia «no ignoró la amenaza por completo», dice la revista, que recuerda que «aunque las tiendas y los restaurantes permanecieron abiertos, muchos suecos se quedaron en casa, en la misma proporción que sus vecinos europeos, según las encuestas y los datos de los teléfonos móviles». A fines de marzo, sin embargo, el gobierno sueco, prohibió las reuniones de más de 50 personas y las visitas a hogares de ancianos, en el momento de mayor control de parte de las autoridades. 

La manera sueca de enfrentar el virus

Con el correr de las semanas, Suecia «adoptó políticas sorprendentemente diferentes a las de otros países europeos, con el deseo de no perturbar la vida diaria, y tal vez con la esperanza de que, al pagar un precio inmediato por la enfermedad, el país pudiera lograr la ‘inmunidad colectiva’ y dejar atrás la pandemia». 

Así, se desalentó el uso de barbijos, porque «propagarían el pánico» y además, «a menudo se usan de manera incorrecta y pueden proporcionar una falsa sensación de seguridad».

Hasta septiembre, de manea oficial se sostuvo que era «muy poco probable que las personas sin síntomas evidentes propagaran el virus», por lo cual en vez de ponerlas en cuarentena y aislar a los contactos estrechos se alentó la asistencia a la escuela y al trabajo, «a menos que tuvieran síntomas». Mientras sus vecinos Noruega y Alemania rastrearon los contactos estrechos de pacientes con síntomas, en muchos distritos suecos se confió que los infectados notificaran a sus propios contactos.

La política sueca hacia la Covid-19 halló adeptos entre quienes marcharon contra las restricciones en Alemania, y en las manifestaciones de agosto en Berlín aparecieron banderas de Suecia. Hasta Scott Atlas, asesor de Donald Trump, citó al país europeo como ejemplo a seguir, entre otras razones por el apoyo de la población a la política sanitaria adoptada.  

Sin embargo, las medidas oficiales no están exentas de críticas. Un grupo de científicos suecos, conocido como «Los 22», ha pedido restricciones más duras desde abril. El grupo original, que ha crecido hasta incluir 50 científicos y otros 150 miembros de apoyo, ahora se llama a sí mismo Vetenskapsforum COVID-19 (Science Forum COVID-19).

«Los 22» sostienen que el precio pagado ha sido muy alto. «La tasa de mortalidad acumulada del país desde el comienzo de la pandemia rivaliza con la de Estados Unidos, con su respuesta caótica. Y el virus cobró un precio alarmante en los más vulnerables. Tenía rienda suelta en los hogares de ancianos, donde casi mil personas murieron en cuestión de semanas. Los hogares de ancianos de Estocolmo terminaron perdiendo el 7 por ciento de sus 14 mil residentes por el virus. La gran mayoría no fue trasladada a hospitales. Aunque las infecciones disminuyeron durante el verano, a los científicos les preocupa que se produzca una nueva ola en el otoño. Los casos están aumentando rápidamente en el área metropolitana de Estocolmo, donde vive casi una cuarta parte de la población sueca».

El comienzo de la pandemia

Science cita como fuente a la investigadora Lena Einhorn, quien al leer en la revista británica The Lancet los alcances de la pandemia, a fines de enero, le preguntó a Tegnell «si no era hora de que nos preparemos para esto». Según Einhorn, Tegnell contestó: «Bueno, ya veremos. Todo el mundo está tratando de aplicar modelos complejos a datos muy limitados «. 

Ella respondió enfatizando la facilidad con la que el virus parecía propagarse, incluso entre personas asintomáticas, y preguntó acerca de restringir los viajes desde China. Tegnell señaló que la OMS se opuso a tales medidas, dice, y que luego dejó de responder. 

Mientras tanto, en plenas vacaciones, miles de personas se fueron a esquiar a los Alpes cuando se producía el brote en el norte de Italia. Para comienzos de marzo, 30 mil fanáticos se reunieron en un estadio para seleccionar al representante de Suecia en el Festival de la Canción de Eurovisión, que se celebraría en mayo en Holanda. 

El 12 de marzo, el FoHM anunció que los médicos solo deberían evaluar aquellos casos con síntomas graves. La neumonóloga Cecilia Söderberg Nauclér narró a Science: «Me volví hacia mi esposo y le dije: ‘Lo están soltando. Vamos a colapsar el sistema de salud. Vamos a necesitar 500 camas de terapia intensiva y tenemos 90 en Estocolmo «. 

Ese mismo día, la vecina Noruega cerró escuelas, empresas y sus fronteras, medida que se replicó en el resto de Europa. Para entonces, «Los 22» advirtieron que Suecia estaba solo unas semanas por detrás de Italia, donde los hospitales ya estaban desbordados. Nauclér dice que se comunicó con Tegnell por teléfono al día siguiente y le dijo: «No quiero discutir contigo, pero no deberías estar haciendo lo que estás haciendo a menos que tengas datos que yo no conozco». Ella dice que tuvieron una buena conversación y Tegnell aceptó una reunión, que nunca se concretó.

La semana siguiente, Tegnell anunció que Suecia trataría de «aplanar la curva» para que el sistema de salud no colapsara. El gobierno limitó las reuniones a un máximo de 50 personas, pero las guarderías y las escuelas hasta el noveno grado permanecieron abiertas, mientras los estudiantes secundarios y universitarios siguieron las clases de forma on line. 

La gente debería trabajar desde casa si fuera posible, remarcó el FoHM, pero las pruebas seguían siendo muy limitadas y no se pidió a los contactos cercanos de los casos sospechosos que se quedaran en casa a menos que tuvieran síntomas.

Los casos se disparan

Pronto, las infecciones aumentaron. A fines de marzo, más de 30 pacientes con Covid-19 ingresaban en terapia todos los días. A principios de abril, Suecia registraba alrededor de 90 muertes diarias por el virus, un recuento muy bajo, dicen los críticos, porque muchos murieron sin hacerse la prueba. La mayoría de los enfermos fue hospitalizada, a diferencia de lo ocurrido en Italia y Nueva York. 

«La mayoría de los hogares de ancianos no estaban equipados para administrar oxígeno, por lo que muchos residentes recibieron morfina para aliviar su sufrimiento. Los informes de los periódicos contaban historias de personas que murieron después de ser rechazadas por las salas de emergencia porque se las consideró demasiado jóvenes para sufrir complicaciones graves de Covid-19», agrega Science.

“La agencia de salud pública ha fallado. Los políticos deben intervenir «, se tituló el artículo publicado en abril por el Dagens Nyheter, con la firma de «Los 22». Señaló que del 7 al 9 de abril, más personas por millón de habitantes habían muerto en Suecia por Covid-19 que en Italia, y diez veces más que en Finlandia. Los funcionarios de FoHM «hasta ahora no han mostrado ningún talento para predecir o limitar» la epidemia, escribieron.

Tegnell criticó el artículo y aseguró que los autores «no eran líderes en su campo» y afirmó que «escogieron» los días con el mayor número de muertes. Los científicos respondieron que habían utilizado las estadísticas del ECDC y notaron que hubo incluso más muertes la semana siguiente. 

Estigmatizar el uso del barbijo

Al mismo tiempo, comenzó a estigmatizarse el uso de barbijos. Agnieszka Howoruszko, oftalmóloga de un hospital regional en Landskrona, comenzó a usar una máscara en marzo cuando examinaba a los pacientes. «Mi gerente me reprendió dos veces», contó a Science. Howoruszko se mantuvo firme. “Le dije: ‘Lo siento, si no puedo usarlo, no puedo trabajar. Muchos de mis pacientes son ancianos y pertenecen a grupos de alto riesgo «. El gerente cedió y permitió que los médicos de la clínica (pero no el resto del personal) usaran máscaras. “Somos la única clínica oftalmológica de nuestra provincia” que ha dado ese paso», añadió.

La neoumonóloga Dorota Szlosowska reveló que en un correo electrónico, el hospital en el que trabaja la anunció que no renovaba su contrato porque «caminaba con una máscara», lo que, según el mail, la hacía parecer antipática y dificultaba que los pacientes la entendieran. 

En este contexto, el virus se propagó entre trabajadores de la salud. La Inspección de Salud y Asistencia Social de Suecia dijo a Science que está investigando 17 brotes en hospitales y clínicas. 

«En septiembre, el hospital comunitario de Ryhov en Jönköping anunció que 20 pacientes y 40 miembros del personal habían sido infectados en mayo en un brote en la sala de ortopedia del hospital». Cinco pacientes murieron y uno sigue hospitalizado, en un centro de salud que adujo haber seguido las políticas del FoHM. Según los informes, al menos tres pacientes murieron de Covid-19 después de haber sido infectados en el hospital universitario de Lund.

El virus en las escuelas

Otro foco de propagación parecen haber sido la escuelas. Finlandia cerró las aulas en marzo y el cierre de escuelas no tuvo un efecto mensurable en el número de casos de Covid-19 en niños. En Suecia, pocos chicos fueron evaluados en ese período, aun con síntomas. Y la falta de rastreo de contactos significa que no hay datos sobre si los casos se propagan en las escuelas o no. 

Cuando las nuevas pautas de FoHM permitieron que los niños sintomáticos se hicieran la prueba en junio, los casos en los niños se dispararon: pasaron de menos de 20 por semana a fines de mayo a más de 100 en la segunda semana de junio. Los datos indirectos sugieren que los niños en Suecia se infectaron con mucha más frecuencia que en Finlandia.

De momento, en Suecia ha habido 94 mil contagios y 5895 muertos. «El país ha visto aproximadamente 590 muertes por millón, casi igual a los 591 fallecimientos por millón en los Estados Unidos y 600 en Italia, pero muchas veces más que las 50 por millón de Noruega, 108 de Dinamarca y 113 de Alemania», subraya la revista.

Tegnell sostuvo que el objetivo era proteger a los ancianos y a otros grupos de alto riesgo mientras se ralentizaba la propagación del virus para evitar que los hospitales fueran desbordados, y que cuidar la economía no era su objetivo. De hecho, la economía sueca se contrajo igual que la de sus vecinos, por el cierre de las exportaciones. 

El enfoque flexible de Suecia fue más sostenible que los métodos más duros utilizados en otros países, sostuvo Tegnell a la revista científica. El especialista lamenta el número de muertos en los hogares de ancianos, según Science, y dice que Suecia debería haber dado facilidades financieras a los cuidadanos para quedarse en casa. 

«Fue una situación muy mala durante un mes -agrega Tegnell- pero después de eso cambió por completo», y sostiene que el número de infecciones y muertes en otros países eventualmente igualará las cifras de Suecia. 

Einhorn, por su parte, asegura que eso es absurdo: «Si Noruega alguna vez alcanza a Suecia en la proporción de personas muertas por Covid-19 me comeré mi sombrero».

(Tomado de Página 12)