Creerse el sueco

El operativo de inteligencia que ha llevado a Chile al suicidio fue muy simple. Hay que conocerlo para detener el que está en marcha en el Perú.  

Todo está perfectamente descrito en el artículo de Axel Kaiser publicado en Economía de EXPRESO (sábado 31 de octubre). Consistió en hacer que los chilenos se creyeran suecos, con todos los derechos de los suecos sin cumplir, por supuesto, los deberes respectivos.  

Se trató de un operativo mental de inteligencia sistemáticamente ejecutado a lo largo de 20 años –esos son los plazos hoy de los operativos para la captura del poder-. Un mega psicosocial como solía llamársele antes, solo que no de un día o una semana como entonces, sino una incepción –así se le llama hoy- de largo plazo y a escala masiva.  

Consiste en la sustracción planificada y sistemáticamente ejecutada del paradigma de la sociedad respecto de su identidad, su pasado, presente y su futuro, y su sustitución clandestina por otro, destinado a incubar progresivamente la siguiente secuencia: desencanto, escepticismo, depresión, sorda ira, violencia abierta y, finalmente, la captura de un poder que cae por sí solo, como la estatua de un desconocido a quien solía considerarse un héroe no se sabe por qué.    

El lector dirá que exagero. Pero esto no es ni siquiera una novedad. Es el plan alternativo de Gramsci al de Trotsky y Lenin para la captura del poder por la violencia pura. Recomiendo al respecto mirar cuidadosamente el video que circula en las redes de una entrevista hecha hace más de 60 años a un oficial de inteligencia soviético quien ya entonces describía y denunciaba una por una las etapas de este proceso a los largo de 20 años. La novedad es la escala masiva en versión siglo XXI en las redes sociales globales. 

Es lo que viene haciendo en el Perú no la izquierda radical sino la izquierda caviar en sus dos versiones, la de los tontos útiles (ignorantes de su complicidad en su inmensa mayoría) y la de quienes saben perfectamente lo que está pasando y quiénes lo están fabricando. Financiado desde fuera, alimentado desde dentro por información fake, falsa o distorsionada, un país es sistemáticamente conducido, primero, a creer que ha alcanzado ya la condición de país del primer mundo con una economía y sociedad desarrolladas: la Tierra Prometida que ofrece el crecimiento del PBI.  

Luego viene la caída en la realidad. Ese país –la nueva generación especialmente- ha olvidado el pasado reciente y no se compara ya con la situación de pobreza que padeció pocas décadas atrás- Se compara ¿con lo que aspira, con naciones que hace muchas décadas desarrollaron lenta y concientemente mecanismos para una real igualdad de oportunidades, una verdadera libertad de la economía y una auténtica gobernabilidad democrática.  

Cuando los chilenos olvidaron quiénes hemos sido todos en esta parte del mundo y comenzaron a compararse con los suecos, como dice Edwards; cuando fueron sistemática y perversamente inducidos a hacerse  los suecos de Sudamérica, sumieron progresivamente a un país entero en la depresión al comprobar diaria, dolorosa, fácticamente que eso era una mentira. Y la depresión incubó la ira.  

Un país renacido de las cenizas y orgulloso de sí mismo, en cambio, como lo fue el Perú cuando derrotó al terrorismo senderista y emerretista y firmó la paz con Ecuador y con Chile, no es una sociedad que pueda ser arrastrada al suicidio. Pero sí una sociedad llevada diariamente a la convicción de que nos hemos convertido en la vergüenza y en los perdedores de la Tierra.  

Eso no es verdad. Eso es no es más que un espejismo mental de un presente sin visión alguna. Solo levantemos la mirada más lejos, hacia el pasado y el futuro, y el enemigo jamás podrá inducirnos a creer que ya hemos perdido.