Expectativas en la reducción de la pandemia

Estamos a dos meses de acabar el año 2020, el año de la desgracia en el país, por los efectos de una pandemia inesperada, importada y explosiva, que va dejando una secuela de  graves daños en la salud, en la economía y en las condiciones de vida de los pobladores y sus familias. Lo importante, a estas alturas del año, es la tendencia decreciente en el número de contagios y muertes, lo cual da el espacio necesario para acelerar la maquinaria productiva del país, única forma de avanzar trechos hacia la recuperación económica y social. Es verdad, que el daño causado por el COVID-19, ha dejado al país, metafóricamente hablando, como el paciente que supero la enfermedad, que empieza a caminar y superar las graves secuelas en su salud, así está la economía en la expectativa de un proceso de recuperación.

La evidencia nos señala que el pico de la enfermedad alcanzó los 10 mil contagios diarios a mediados de agosto del presente año, habiéndose reducido poco a poco a menos de tres mil contagios diarios a la fecha, el número de fallecidos por la pandemia, también reduciéndose sustancialmente, afirmando la tendencia decreciente, pero en la expectativa de un posible rebrote, que podrá ser mejor controlado. Porqué son importantes estas cifras, porque ellas, reflejan lo que pasa en la salud de los peruanos, y en el inverso lo que puede suceder en la economía, que ya va ampliando el espacio de recuperación. La actividad productiva va acentuando su dinámica, esperamos a mayor velocidad hasta alcanzar el nivel pre pandemia, en un horizonte no lejano, de allí superar la cifra de este año, que en el agregado será negativa, pero con la capacidad y resiliencia de salir hacia adelante.

La CEPAL, en un reciente estudio[1] señala que son tres crisis muy interrelacionadas las que tendrán que enfrentar los países tras los impactos del COVID-19, una crisis económica envuelta en inestabilidad y débil crecimiento de la economía, otra crisis relacionada con la desigualdad que tiene efectos sociales muy marcados, y una crisis ambiental que acentúa los desequilibrios en los sistemas ambientales que afectarán la sostenibilidad productiva y social. 

El Perú no es ajeno a esta realidad en los tres aspectos señalados, en primer lugar el país vive un escenario de permanente inestabilidad, por factores de diversa índole, políticos, destapes de corrupción, un proceso electoral en marcha, sin claridad en su desenlace. Si la economía en el último lustro ya venía experimentando debilidad, menores niveles del PBI, los efectos de la pandemia prolongada agudizó el problema, que incidió en la menor oferta productiva. El ambiente de inestabilidad cuasi permanente afecta el crecimiento, reflejándose en el comportamiento de los agentes económicos, a lo que se suma la evidente debilidad de la demanda agregada.

Por otro lado, la caída del producto, la pérdida de empleos, y menores niveles de ingreso impactarán negativamente en las condiciones de vida y pobreza de la población elevando la desigualdad de ingresos en el país, mayor número de pobres y vulnerables, y mayor concentración de la riqueza, serán evidentes, en el corto y mediano plazo. La salida, impulsar un amplio shock de inversiones públicas en infraestructura, obras sociales, incentivos a la inversión privada, lo cual tendrá efectos positivos en la generación de empleos y mayor ingreso que apuntalará la demanda interna, sin descuidar el sector externo.

Y la tercera crisis que señala CEPAL, agudización de los problemas ambientales, impactos negativos del cambio climático, pérdida de recursos naturales, de flora y fauna, e incluso la superficie de bosques. La sostenibilidad ambiental será un problema de primer orden para el futuro nuestro y de las generaciones venideras. Estimo que estas tres grandes crisis premonitoriamente señaladas serán parte de la agenda política y económica de los próximos años. Las corrientes políticas en disputa por llegar al poder deberán abordar, por obligación, íntegramente la agenda que se deriva de la crisis que vivimos.

CEPAL sostiene que son necesarias política sociales y ambientales combinadas e integradas a las políticas económicas y tecnológicas para impulsar un nuevo proyecto de desarrollo con un importante componente redistributivo, elevando las tasa de inversión, la productividad, el empleo de calidad, la inclusión social y el cuidado ambiental. Retos que ninguna economía puede soslayar.

[1] CEPAL “Construir un nuevo futuro. Una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”. Trigésimo periodo de sesiones, 26 al 28 de octubre 2020.