

Pasadas, esperamos, las horas neurálgicas de crisis política que experimentó el país en la segunda semana de noviembre, semana de convulsión, con un desenlace fatal de la muerte de dos jóvenes y muchos heridos, las perspectivas de calma se avizoran en el horizonte de la realidad peruana, lo cual incide favorablemente en las expectativas de los agentes económicos, lo cual es positivo para la recuperación económica, en un año ya de por sí difícil, por la pandemia.
El consenso político, tras una semana que históricamente no señalará el haber tenido, inéditamente, tres presidentes de la República en una semana, ha dado lugar a un gobierno de transición que ha generado expectativas de calma, se han anunciado como tareas principales elecciones libres y democráticas, ya en pocos meses, impulsar medidas para la reactivación económica y por supuesto centrar la atención en la salud de los peruanos, que, con la experiencia vivida, permita afrontar en mejores condiciones un posible rebrote de la pandemia que pueda causar un daño mayor.
En economía, las expectativas positivas de los agentes económicos juegan rol importante para la recuperación económica, en un año difícil aun afectado por la pandemia que, si bien ésta, muestra signos de desaceleración, nos ha dejado una grave secuela de la cual hay que salir atendiendo la salud, e impregnando velocidad a la inversión pública y privada, lo cual incidirá en la recuperación económica, que incidirá a su vez en el bienestar de toda la población.
Cuando el consumidor valora la compra de un bien de capital, la decisión de compra se ve influenciada por el contexto de normalidad que le depara el futuro, las perspectivas de lo que puede pasar con el fondo de pensiones, o las decisiones empresariales respecto a su nivel de ventas y su proyección futura, no están exentas de influencias externas, incluyendo la calma política. Las decisiones económicas están completamente subyugadas no sólo a lo que pasa actualmente en el entorno de los mercados, sino especialmente a los comportamientos futuros. Por ello es que los mensajes políticos y económicos en las decisiones públicas son gravitantes para tranquilizar la sensibilidad de los agentes económicos y de los mercados.
Lo importante es que, en este escenario, las últimas cifras oficiales del PBI señalan una reducción sustantiva de la velocidad de caída del PBI peruano, en un año difícil, ya en el tercer trimestre del año el PBI este se contrajo sólo en 9,4%[1], cifra que refleja una recuperación frente a los datos del segundo trimestre, representa un tercio de la caída del PBI en el segundo trimestre del año, que lo hizo en -29,8%.
La economía viene mejorando poco a poco, con perspectivas de acelerar su recuperación, a fin de ir superando los resultados de un año difícil que golpeó drásticamente la trama empresarial y productiva del país, el empleo y los ingresos de los trabajadores, tras los negativos impactos en la salud de miles de peruanos, y por supuesto con medidas que afectaron la economía total. La variación anualizada del PBI al mes de setiembre señala una caída del PBI peruano de -10,3%, cifra que al final del año se estima superaría una caída de más del -12,0%, datos que marcarán la pauta de lo que hay que recuperar el 2021, que se constituirá en el año de la recuperación, si se extiende la calma política y social, que agita las conciencias e influencia decisivamente en las expectativas de los agentes económicos. Es innegable que economía y calma social, se complementan muy bien, lo cual es imprescindible considerar.
[1] INEI Informe Técnico Producto Bruto Interno trimestral, setiembre 2020. Lima noviembre 2020.