Iniciando el 2021, año de la recuperación

Dejamos atrás el 2020, año difícil, por la desgracia provocada en el país y el mundo la pandemia del Coronavirus, la cual impactó negativamente en la vida de miles de pobladores, 84 millones de contagios, lo dramático, 1,8 millones de muertos, en todo el planeta, registrando una tasa de letalidad de 2,14%, según los datos de Johns Hopkins University, al 01 de enero 2021[1]. En el Perú, más de Un millón de contagios y cerca de 38 mil muertes oficialmente reportadas, con una tasa de letalidad de 3,8%, muy superior al promedio mundial. Crisis sanitaria que nos impactó duramente y que desnudó graves deficiencias estructurales, en salud, en salubridad, que obligará a poner en el centro de la preocupación dichas carencias. La experiencia ganada refuerza nuestras capacidades, que la necesitaremos, porque la emergencia aun no desaparece, y la gestión de acceder a una vacuna es prioridad para un retorno a la normalidad.

El shock del Coronavirus, ha sido desbastador en el mundo, sus efectos dañinos en la salud han sido enormes, los sistemas de salud más avanzados, en determinado momento, en gravísimo estrés, y los más precarios en colapso total. Por supuesto, la pandemia ha tenido efectos muy graves en la economía de los países, por el confinamiento social y parálisis productiva, que provocó un hito en la caída del PBI global, el Banco Mundial estima una reducción de -5,2% en el 2020.[2] En el Perú, la reducción del producto, al décimo mes del año, registró -10,76%,[3] que indica que el proceso de recuperación económica, en el 2021, al menos debe superar una cifra de dos dígitos. El empleo a nivel nacional,[4] al tercer trimestre 2020, cayó en 17,1%, cerca de tres millones de personas sin ocupación, y el empleo informal subió a 75,2% en dicho trimestre, la informalidad en momentos de crisis ha sido válvula de escape de miles de familias, no la desdeñemos, pero si, representa un reto estructural en el esfuerzo de posibilitar que miles de unidades económicas encuentren facilidades para su formalización. El 2020 significó el deterioro de las condiciones de vida de miles de peruanos, y el drástico aumento de pobres, se estima al menos en 7 puntos porcentuales, es herencia de este año dramático.

Con previsión, se espera el 2021, traiga sosiego a la salud de los peruanos. Será también el año de la recuperación económica, con ello mejorar las condiciones de vida y pobreza de la población, que el año concluido nos la dejó previsiblemente elevada. La producción nacional con cifras negativas al finalizar el año nos traía a la memoria crisis del pasado, con inflación y depresión económica. En el presente año, esperamos el levantamiento total de restricciones a las actividades económicas permita una rápida recuperación de lo perdido, posibilite un mayor gasto con ello sumar al crecimiento económico, que se estima el 2021 supere el 10%, si es que la imprevisibilidad en el comportamiento de la pandemia nos de tregua y lograr los niveles del producto del año 2019.

El dinamismo de la actividad económica permitirá a su vez, revertir la caída del empleo y recuperar los niveles de ingresos de las familias, en forma inversa revertir los altos niveles de pobreza, y tender al nivel de pobreza del 2019, donde una quinta parte de la población peruana sufría dicho mal, objetivo duro de cumplir. Para ello se requiere reafirmar las condiciones del libre mercado cuya eficacia permitió la reducción de pobreza, en las últimas décadas. Es necesario generar condiciones para el crecimiento de la inversión privada, dinamizar la inversión pública, son herramientas principales en el proceso de recuperación del país.

La política social, no estará exenta de retos para apuntalar la reducción de la pobreza en los hogares más golpeados y vulnerables. Acercar el Estado a los más pobres subsumidos en un año de crisis ayudará, a su vez, a reafirmar el objetivo número uno del desarrollo sostenible: poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo, en la visión 2030. En el mundo aún hay millones de pobladores que siguen viviendo en condiciones de pobreza extrema y luchan por satisfacer necesidades básicas como la salud, la educación, el acceso al agua y saneamiento. En el Perú, el número de pobres y pobres extremos ha aumentado en el 2020, y el 10% de la población aún no cuenta con conexión al servicio de agua por red pública, la pobreza va más allá de la falta de ingresos para garantizar medios de vida sostenibles. En el plano social, la responsabilidad del Estado de proveer los servicios básicos que requieren las familias es objetivo para cerrar brechas en múltiples segmentos de la población.

Así recibimos el año 2021, año del bicentenario de nuestra República, con grandes retos en una sociedad en desarrollo. En el corto plazo, la recuperación será el centro de las preocupación pública y privada, a la vez será el pívot para una visión de mediano y largo plazo. Al iniciar el tercer siglo de nuestra vida independiente no perdamos una mirada positiva al futuro, que requiere crecimiento y desarrollo, el siglo XXI marcará estos retos, reduciendo brechas sociales y posibilitando un país más equitativo y en progreso, que es el deseo de la mayoría de peruanos, el 2021 marcará dicho rumbo.              

[1] Johns Hopkins University, información cuantitativa de la pandemia del Covid-19 en el planeta, al 01 de enero 2021. 

[2] Banco Mundial:Global Economics Prospects, junio 2020.

[3] INEI: Informe Técnico de la Producción Nacional, octubre 2020. Lima, diciembre 2020. 

[4] INEI: Informe Técnico Comportamiento de los indicadores del Mercado Laboral a Nivel Nacional, julio, agosto, setiembre 2020. Lima, noviembre 2020.