Seré un candidato de izquierda

En julio del año pasado escribí un artículo en este medio en el cual pedía que los peruanos “No voten por mí si querían que todo siga igual”. En aquella oportunidad, hice una serie de planteamientos que hoy en día tienen más relevancia que nunca.

Entre los más importantes, propuse la reforma laboral, la reforma del sistema de pensiones, la reestructuración del poder judicial, el reordenamiento de la Policía, consolidar el libre mercado pero con reguladores fuertes y eficaces para asegurar la libre competencia, control de los monopolios, reforma del sistema de salud, mejoramiento de la educación, protección del medio ambiente de la minería ilegal y la deforestación; poner en marcha un plan factible de infraestructura, pero sobre todo liberar al país de la corrupción enquistada en todos los niveles del gobierno y de la sociedad, dando el ejemplo desde el Presidente hasta el último funcionario del Estado.

Debo reconocer que mis planteamientos no son populares ni atractivos para la inmensa mayoría de votantes. Sin embargo son necesarios para sacar adelante al país, pero, al ser difíciles de explicar no cuentan con una inmediata aceptación. Por otro lado, requieren de un sacrificio que la mayoría de votantes no está dispuesto a hacer.

Es por esto que he decidido cambiar mi plataforma política y en las próximas elecciones (en algún futuro) me voy a lanzar como un candidato de izquierda. Aquí expongo las razones que me llevaron a tal decisión.

Los candidatos de izquierda tienen la gran ventaja que pueden prometer prácticamente cualquier cosa sin ser cuestionados. Pueden prometer “crear trabajo”, “educación gratis”, “salud gratis”, “viviendas populares gratis”, “redistribuir la riqueza”, “hacer nueva constitución”, “pensión universal”, “seguro universal, “bono universal” y una larga lista de ofrecimientos sin ninguna consideración sobre la viabilidad o el costo que representarían al Estado. Los candidatos de izquierda no tienen la necesidad de explicar cómo van a financiar todas las políticas que pretenden implementar. Al fin y al cabo, ellos son dueños de la realidad.

Por otro lado, tienen la gran ventaja de contar con el apoyo de la gran mayoría de los medios de comunicación que hacen eco a sus propuestas “progresistas” dándole cabida en sus programas de radio y televisión, que sirven como caja de resonancia a sus delirios.

Podría seguir el ejemplo del plan de gobierno de la “progresista” Verónika Mendoza, que en sus 56 páginas propone un sinfín de políticas de toda naturaleza que son imposibles de financiar. El plan de Mendoza propone “una refundación y reconstrucción del país. Juntos por el Perú busca construir un nuevo Estado, una nueva economía y un nuevo pacto social que se traduzca en una nueva Constitución”. Según su plan, “El Estado dejará su rol subsidiario convirtiéndose en un estado promotor de la economía y de sectores estratégicos…planificando y regulando las diversas actividades en función del bien común, sobre todo de aquellos sectores que sólo han visto más pobreza como resultado de las políticas neoliberales implementadas en los últimos 30 años”.

Como podemos leer en el párrafo anterior, los izquierdistas tienen la capacidad de reescribir la historia de acuerdo a su conveniencia. Según ellos, el país se ha empobrecido en los últimos 30 años por el resultado de políticas neoliberales. Nosotros sabemos que esto es mentira. El crecimiento económico y la reducción de la pobreza en los últimos 30 años en el Perú han sido elogiados en el mundo entero y usados como ejemplo de las políticas económicas y fiscales a seguir por otros países.

Todos los indicadores económicos han mejorado de manera sustancial en los últimos 30 años, desde el PBI, la reducción de la pobreza, reducción de los índices de mortalidad infantil, anemia, analfabetismo etc. Por supuesto que todavía falta muchísimo para que podamos dejar de ser un país subdesarrollado y convertirnos en un país en vías de desarrollo sostenible, pero han sido estas políticas las que nos han permitido empezar a recorrer el camino del futuro.

En mi humilde opinión, las políticas supuestamente “neoliberales” que han sido implementadas en el país, se han quedado a medio camino y no han sido realmente liberales. Cada vez que la izquierda ha tenido oportunidad de traerse abajo una de las tantas reformas emprendidas en los noventas para sacar adelante el país, lo ha hecho.

Ejemplos hay muchos: Deslegitimaron la reforma laboral emprendida por Fujimori convirtiendo nuestra legislación laboral en la más inflexible del mundo. Coparon la burocracia estatal con cientos de miles de personas, volviendo al estado en ineficiente y corrupto. Sacaron leyes populistas recortando las libertades económicas que tanto ayudaron a crecer el país. Están a punto de destruir el sistema privado de pensiones que ha incentivado el ahorro y la generación de un mercado de capitales, quieren recortar la independencia del BCR para regresar a la época de la maquinita y la hiperinflación entre muchos otros.

Los izquierdistas nos quieren contar el cuento que todas las carencias y problemas que todavía nos afectan son culpa del modelo neoliberal.  La realidad es otra. El modelo “neoliberal” ha estado atado de manos y cojeando todos estos años; las reformas emprendidas en los noventas no han podido continuar ni consolidarse. Los medios de comunicación, las ONG de izquierda, los caviares y los rojos se han encargado de ello. Y ahora nos quieren hacer creer que hemos vivido una economía de libre mercado.

El plan de Mendoza propone una serie de medidas que terminarían por destruir el modelo económico que nos ha permitido crecer durante las últimas tres décadas, aquí algunos ejemplos: “supresión de la política de privatización de servicios en los sistemas públicos”; en el plano económico y sin importar el costo fiscal “Otorgando bonos universales mensuales adicionales a los que se han distribuidos”; regresar a la época de Velasco Alvarado “impulsar a una Segunda Reforma Agraria en el Perú” y finalmente dilapidando las reservas del país “otorgando crédito masivo”.

No olvidemos que los izquierdistas siempre tendrán una ventaja significativa sobre los candidatos de centro o derecha y esto es que cuando finalmente fracasen todas sus políticas le van a echar la culpa al modelo “neoliberal”, “al imperialismo yanqui”, “a las oligarquías”, “a los grupos económicos de poder” y en general a todos aquellos que no profesen su doctrina ideológica en lugar de aceptar el fracaso de su propio sistema y  su ineptitud. ¿Alguno de ustedes conoce un país en donde el sistema izquierdista haya sido exitoso? Yo no conozco ninguno a través de la historia.

Como decía Winston Churchill, primer ministro inglés “Si pones a un comunista a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena”.