Es lunes santo en el Cusco. Conjurando al Señor de los Temblores

El 31 de marzo de hace 371 años, la ciudad del Cusco, fue remecida por un sismo que dice fue de más de 8 grados  Ritcher,  así se estima porque la historia cuenta que en la calle del Medio queda una cicatriz enorme , una gran grieta. Fue tan grande y pavoroso aquel terremoto, que durante seis días hubieron más de 123 réplicas. La destrucción fue tal que brotaban del piso volcanes de agua colorada y arena, los cerros se desgajaron, los pueblos a muchas leguas de la ciudad también padecieron tal calamidad. Causaba horror mirar las calles de la ciudad y las casas de tan grande fabrica, venidas por los suelos, que sus poseedores quedaron sin esperanza de volverlas a edificar.

El terremoto del 31 de marzo de 1650, fue a las dos de la tarde, le precedió una temporada de aguaceros nunca antes vista, muchos días, casi 20 llovieron sin cesar. Los cusqueños indios españoles y mestizos salieron a las calles llenos de temor y confusión, pues dicen que ni el marido cuidaba de su mujer, ni la mujer de sus hijos, si no cada quien procuro salvar su vida. El terrible terremoto segu8n cuentan, duro casi cuarto de hora, asolo templos y casas, que no había donde oír misa, y la ciudad quedo desbastada. Mayor aun fue el castigo, cuando aplaco la ira de la tierra y la gente andaba buscando a los suyos, desnudos y dando alaridos, eran escenas muy parecidas a lo que sería el juicio final.

Fue, sin embargo grande la misericordia de Dios, que a tan grande destrucción no le precedieron muchas muertes, según los archivos  Históricos de la biblioteca de Madrid, habrían perecido algo así como cien indios y 10 españoles .

Las autoridades de entonces dispusieron ante la calamidad que la cárcel sea abierta y los presos sean soltados.

Para aplacar la ira del señor, el cabildo   y la autoridad eclesiástica dispusieron que se la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción saliera en procesión junto con el santísimo y algún cristo que ocupaba un lugar no muy especial en la Catedral del Cusco.

Fue a las cuatro de la tarde de ese día 31 de marzo, que el Obispo de entonces Juan Alonso de Ocón, con el santísimo en mano, inicio la procesión dando una vuelta en la plaza de armas, concurrió una muchedumbre confundida y atemorizada, significaron la procesión los dos colegios de entonces, de San Antonio y San Bernardo, los seminaristas y religiosos, las autoridades del cabildo religioso y regular. Casi todos descalzos y cubiertos de cenizas. Muchos religiosos, según sus órdenes, anduvieron en la procesión desnudos de medio cuerpo, con sogas en la garganta y arrastrando cadenas, muchos llevaban cilicios y mordazas. El comendador de la orden de la Merced, cargaba una calavera en la mano y en la otra un Cristo, seguido del padre Maestro Vílchez, con sus vestidos de la misma manera. Era notoria la marcha del prior de la Orden de los agustinos fray Sancho de Horna, cuyos frailes hacían las mayores penitencias jamás vistas por el hombre. Imposibles de creerlas si no se habrían visto.

La población se puso en oración se hicieron altares en la plaza mayor, la gente temía que la tierra se abra y se los tragase, las réplicas sísmicas se sucedían, las personas creían que su fin había llegado, incluso las preñadas mal parián del susto y todos pedían misericordia en los altares cubiertos de ceras y ofrendas. Luego de seis días, los temblores amainaron y se cerró el episodio con un enorme aguacero que duro toda una noche, anego toda la ciudad, y se llevó ropas y todo tipo de bienes y enceres.

La misericordia de Dios, fue atribuida a la imagen de un Cristo de rasgos grotescos y de color cobrizo, era “EL SEÑOR DE LA BUENA MUERTE”, así era entonces su nombre. Luego que aplacara el dantesco terremoto, fue renombrado como “SEÑOR DE LOS TEMBLORES”, desde entonces es responsable de infinidad de milagros y es el Patrón Jurado del Cusco. El Señor de los Temblores, Taytacha de los temblores (llamado en quechua como neologismo, Taytacha Timplures, del latín tata > tayta > taytacha: nombre dado a dios o a los santos, sacerdotes, abuelos y padres).

En las largas noches de la historia, se dice que este Cristo fue un regalo del Rey Felipe II de España, que queriendo completar la evangelización mando esculpir una réplica del señor de Burgos en Sevilla. Enviado el cristo por mar, aplaco grandes tormentas en su travesía oceánica y fue colgado del mástil del navío que lo transportaba, calmando también las iras del mar. Entonces le llamaron “el Señor de las tormentas”.  Una vez en el Callao, fue encomendado su transporte a un arriero español, que por alguna razón; (Unos dicen que quiso apropiarse de la imagen, otros que la misma se hizo muy pesada y quedo en Mollepata) dejo en el encargo en Mollepata, y mando secretamente construir otro Cristo por un artesano indígena. Es verdad que el Cristo moreno de la Catedral es auténtico, fue hecho en el Cusco, pues en sus restauraciones sucesivas se encontró lino vegetal, maguey y madera balsa en su estructura, incluso ichu proveniente de las regiones más sagradas de los andes. El señor de los temblores es una muestra mística del sincretismo de nuestra cultura y fe.

La procesión del Señor de los temblores fue instituida el 31 de marzo de 1650, en recuerdo al terremoto, y en 1741, 91 años después fue cambiada al día de Lunes Santo, marcando el inicio de la Semana Santa.

La gran compañera del Taytacha, es una flor roja intensa, una flor carmesí. El ñucchu es una flor oriunda de esta región que crece en las alturas durante la temporada de lluvias (de noviembre a abril) Muchos cusqueños se desplazan a los campos y cerros antes de la procesión y aquí recogen una gran cantidad de ñucchu para llevarla hasta Cusco, donde será utilizado en la salida del cristo y durante toda la procesión.

Durante la procesión del Lunes Santo, la corona del Cristo moreno se encuentra adornada con esta flor y los fieles que acompañan al Señor de los Temblores lanzan puñados de ñucchu a su paso. Según lo explican religiosos de la zona, se eligió a la flor del ñucchu   como compañera del Cristo debido a que en su centro tiene forma de cruz, lo que representa la pasión de Jesucristo. Además, el color rojo está relacionado con la sangre derramada por el Señor como amor a sus fieles.

Destacan las mujeres cantoras, o las Chaynas que cantan antes durante y después de la procesión. Lunes Santo, que con nostalgia y el alma desgarrada no podemos protagonizar por esta pandemia.

Las cantoras poseídas de un fervor y una magia propia de los Andes y del Cusco eterno, ponen música al   Apuyaya Jesucristo, Qispichiqniy Diosnillay, Rikraykita mastarispam.Hampuy churiy niwachcanki (Jesucristo Señor Poderoso, Mi Dios que me hiciste hombre. Extendiendo hacia mí tus brazos “Ven, hijo mío», me estás diciendo)

Volverá el momento en que el Señor de los Temblores trepado en el atrio de la Catedral, nos regalará con su bendición a los pobladores del norte, sur, este y oeste del Cusco, porque sigue siendo y será una de las mayores muestras de fervor religioso del Perú, porque sencillamente es emotiva y telúrica y guarda en su cósmica verdad la magia de esta tierra entre lo mágico y lo mundano, entre la historia y el tiempo y la gracia de un pueblo inmensamente mestizo y lleno de fe.

El Lunes Santo, la gente olvida su color, su lengua y su condición económica, olvidan sus preceptos ideológicos que les hace negar la fe, baja la cabeza y de rodillas, implora al Cristo Indio pero universal, su perdón, su fuerza y su esperanza. La María Angola acompañara siempre este instante de alquimia sacra, el repicar de las otras campañas y la sirena de los bomberos, dan relevancia al indescriptible momento. Este Lunes Santo en acto de FE pediremos al Taytacha alejar esta plaga y terminar con la pandemia.