El chotanazo

Chota tiene su lugar en la Historia del Perú. En tiempos remotos se asentaron los huambos y los cuismancos. Tuvo influencia de las culturas Chavín, Huari y Mochica. Fue conquistada por el Incario, en la segunda mitad del siglo XV, durante el expansionismo imperial de Túpac Yupanqui (hijo de Pachacútec y abuelo de Huáscar). La fundación española fue entre 1552 y 1559; la independencia republicana se proclamó en Chota el 12 de enero de 1821. La población civil sufrió represalias por parte de las tropas invasoras durante la Guerra del Pacífico, la ciudad de Chota fue saqueada e incendiada el 29 de agosto de 1882.

La fiesta patronal de Chota se celebra el día de San Juan Bautista (24 de junio). Las celebraciones incluyen una gran corrida con cartel de toreros extranjeros, porque en Chota está “El Vizcaíno”, la segunda plaza de toros más importante del Perú. La influencia hispana dejó honda huella.

El último 1 de mayo, las corrientes ideológicas revolucionarias inspiradas en el marxismo, confluyeron en Chota para un acto político de expectación nacional. Porque el influjo del socialismo marxista en el Perú se ha incrementado en proporción a la disminución de la evangelización católica, así como por el estímulo de los otros socialismos que impregnan los programas escolares, por la hegemonía ideológica en las universidades, por el desinterés de las clases políticas que reducen su accionar al sólo afán de obtener votos de la masa ciudadana, sin interés de difundir formación cívica mediante la actividad partidaria.

La Nación Peruana es objeto de conquista ideológica desde hace mucho. Los hitos relevantes han sido el trabajo nonagenario del partido comunista peruano, y el proselitismo de las otras opciones socialistas en los centros universitarios permitiéndoles el acceso para ideologizar la clase media; el sexagenario trabajo de agitación campesina en el campo y sindical en las ciudades, y también la diversificación de las diversas tácticas comunistas para hacer la revolución: soviética, maoísta, trotskista y cubano-guerrillera. Hace ya cincuenta años del gobierno estatista y expropiador pro-comunista de los militares velasquistas; cuarenta años del inicio del terrorismo por el Partido Comunista del Perú (mal llamado “Sendero Luminoso”); así como del expansionismo revolucionario intelectual desde las clases altas, cuya inclinación congénita a lo empresarial la canalizaron a través de los ONGs y la multiplicidad de centros de estudios para divulgar la ideología revolucionaria, así como el copamiento de la formación ético-política en las universidades privadas.

Hoy la Nación se muestra perforada en todos sus flancos, por el adoctrinamiento letal del marxismo, la ideología perversa. En nuestros malaventurados días, se observa mucha torpeza por parte de la clase política, malgastaron los últimos cinco años, debido a su mediocridad para servir y a su avidez por la deshonestidad.

Pululan la agitación y la propaganda marxista sobre el pasivo pueblo peruano, socialmente desorganizado. Hay una torpe actitud del empresariado, debido a su lamentable miopía, insisten en apostar al gasto inútil de la “responsabilidad social”, a pesar de los resultados electorales en las provincias mineras de mayor concentración de inversiones, en las que el radicalismo marxista ha ganado electoralmente. Es la censura más elocuente a la inutilidad de provisionar el canon, y a la esterilidad del modelo de inversiones sociales por parte de las empresas.

El resultado electoral del pasado 11 de abril, no facilita las condiciones para el buen gobierno en los próximos cinco años. El fraccionamiento del Congreso en una decena de partidos divisionistas por naturaleza, y la prevalencia del número de parlamentarios marxistas que les permitirá controlar el tercio mayoritario para la toma de decisiones ordinarias.

“El Chotanazo” del 1 de mayo es un punto de inflexión del avance comunista utilizando la democracia: Conquistar el poder, controlar el Estado y sojuzgar la Sociedad. Son estos los objetivos de los comunistas, pese a que electoralmente son minoría en una Nación deplorablemente dividida.

El domingo que elegiremos presidente de la república, es el día de la solemnidad del Corpus Christi, fiesta religiosa que para el mayoritario pueblo creyente ha sido de vigorosa devoción en todo el Perú. Ante la inercia ciudadana y la ineficacia de los políticos, es razonable creer que a Dios le corresponda salvar al Perú del comunismo.