Decisión final

El próximo domingo 06 de junio, los peruanos van a las urnas a elegir su próximo gobernante. Momento decisivo en la historia del país, elegiremos al Presidente o Presidenta del Bicentenario de nuestra República, libre e independiente. En la contienda final, y por decisión de los votos de los peruanos, tras enorme dispersión de los votos en primera vuelta, en el balotaje final, se enfrentan dos posiciones antagónicas. La una orientada a preservar una economía social de mercado, con libertad de empresa, y la otra que busca impregnar rol protagónico al Estado, que busca nacionalizar los recursos naturales, como la barita mágica que nos sacará de la pobreza.

La mayoría de peruanos ya ha decidido por quién votar, y los restantes lo harán en la hora final, incluso en el momento de emitir el voto. Las cifras de las encuestas señalan un empate técnico entre ambas opciones. El resultado, por tanto, será apretado y jugará a favor, de uno o de otro, el mensaje final, la propuesta de progreso que esperan la mayoría de los peruanos. Trance difícil para los destinos de la patria, en esta elección.

Los dos candidatos tienen sus anti, por su pasado o por su presente. Pero lo que esperan los peruanos es un país que mire al progreso, no más retroceso, no más violencia, no más corrupción. El temor es grande. Sólo espero se imponga la sensatez y tengamos una elección que nos encamine a un país de libertades, derechos, crecimiento y desarrollo.

Están expectantes 33 millones de peruanos, también 12,7 millones de trabajadores informales que ellos solos se labraron su futuro, hasta ahora, y requieren un mercado en calma que ayude a sostener ese capitalismo popular emergente en todos los rincones de la patria.   Están expectantes, 4 millones de adultos mayores que dieron todo de sí por el bienestar de sus familias, y también expectantes tres millones de peruanos que por la crisis y violencia del pasado salieron de la patria sin retorno. Están expectantes millones de jóvenes con un futuro aun esquivo, y todos los peruanos que salieron de la pobreza o que incluso volvieron a ella por las promesas incumplidas.    

Por todos ellos, debemos emitir un voto de convicción y esperanza que se nutra de nuestra propia experiencia de nuestra propia vivencia, mirando lo malo que nos pasó en el pasado para no repetirlo y que no limite las libertades que es lo más sagrado para el progreso, y que exija al Estado atención y cierre oportuno de brechas y que posibilite la inclusión universal de las poblaciones marginadas del progreso.  Que la sabiduría del pueblo peruano se imponga en esta decisión final.