Chicharrón de sebo o de Evo

En el léxico cotidiano y popular peruano, es muy frecuente decir que algo es peor que chicharrón de sebo. Como el chicharrón es un delicioso manjar consistente en trozos de cerdo fritos en abundante aceite, cuando se ejecuta la misma preparación con el “Sebo” del cerdo evidentemente la cosa cambia y es francamente incomible.

Fonéticamente podríamos hacer un acercamiento a dicha frase diciendo: “chicharrón de SEBO”, refiriéndonos al expresidente de la hermana República de Bolivia, don Evo Morales, cuya presencia reiterada en el Perú podríamos aseverar que es toxica, que no nos conviene, que sus recetas políticas están trasnochadas, que ellas no llevan a una direccionalidad de desarrollo del país ni de elevación de los niveles de vida de nuestra población.

Si bien es cierto que a un grupo notorio (no digo notable) y numéricamente importante, podría parecerle cántico celestial las expresiones de Evo Morales, tendríamos que invocarles objetividad y que conozcan previamente las acciones y omisiones del expresidente boliviano en su tierra natal, así podrían evidenciar que el modelo por el cual aboga sería desafortunado para el Perú.

Evo lideró la Confederación de Trabajadores del Trópico Cochabambino que posteriormente se fusionó con el Movimiento al Socialismo (MAS), promoviendo una nueva Constitución elaborada por una Asamblea Constituyente, con propuestas que lejos de ser desarrollistas para el país del Altiplano, lo echaban a mayor dependencia, sobre todo de una nueva burocracia ideologizada, que anteponía sus propios intereses a los de Bolivia.

Como es fácil advertir, hay más que coincidencias, pues el profesor Pedro Castillo con su movimiento sindical magisterial, asociado al partido Perú Libre, hoy conduce los destinos de nuestra patria, proponiendo y promoviendo una Asamblea Constituyente que elabore nueva Constitución con planteamientos populistas, ajenos a nuestra realidad y que en lugar de generar bienestar, seguramente hipotecarán hasta nuestro futuro haciendo del Perú un país sometido a los dictados de la ideología comunista y con prácticas que la mayoría de nuestra ciudadanía rechaza.  No olvidemos que Pedro Castillo en la segunda vuelta electoral alcanzó aproximadamente el 35% del padrón electoral, pero el 65% restante no votó por él.

Evo se opuso a la erradicación de la coca, que sustituida por otras plantaciones era conveniente para su patria, pero en la práctica, aunque no necesariamente en el discurso, escogió el cultivo que es la materia prima de la cocaína y de su pasta básica que tanto daño hacen a la salud de la humanidad y que internacionalmente fomentan carteles de la droga y de la criminalidad organizada. Eso no lo queremos, aunque podría explicar el motivo por el que algunos voceros gubernamentales expresan, que nuestras Fuerzas Armadas deberían retirarse del VRAEM, donde mayormente se cultiva la hoja de coca con propósitos que no son los medicinales.

La política de Evo Morales, de nacionalización y estatización de diversos sectores empresariales de Bolivia, ahuyentaron la inversión privada y ello quizás haya sido la motivación por la cual muchísimos bolivianos le dieron la espalda.
Evo también ha manipulado elecciones, ha pretendido reelecciones ilegítimas y evidentemente tal ejemplo no conviene. Podríamos seguir y seguir, pero el chicharrón de EVO no es saludable.