Los 200

Seguramente mis lectores estarán pensando que me equivoqué en el título de la película estadounidense de acción épica “Los 300”, protagonizada por Gerard Butler y dirigida por Zack Synder, estrenada en el año 2007, que narra la Batalla de las Termópilas.

La trama de la película, describe la historia del rey Leónidas y de sus 300 guerreros espartanos, que pelearon a muerte contra el “dios-rey” persa, Jerjes, y su ejército de más de cien mil soldados. Sin embargo, esta es una de las pocas veces en donde la realidad supera el cine.

La Batalla de las Termópilas tuvo lugar en los primeros días del mes de agosto (septiembre según algunas fuentes) del año 480 a.c., cuando 7000 griegos liderados por su rey Leónidas I, se enfrentaron a un ejército de dos millones ochocientos mil persas (cifras de Heródoto) en el paso de las Termópilas. Durante una semana, las tropas comandadas por Leónidas bloquearon el único camino que el poderoso ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Se estima que el paso no superaba los veinte metros de ancho. Las bajas persas fueron considerables, no así en el lado griego. Al sexto día, un residente local, llamado Efialtes, traicionó a los griegos mostrando a los invasores un pequeño camino que los llevaría a la retaguardia del ejército espartano. Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas, Leónidas despachó al ejército griego, quedándose con 300 espartanos para proteger la retirada. Como sabemos, el ejército persa derrotó a Leónidas y sus hombres, llegando finalmente hasta Atenas, la cual fue capturada.

Pero el título de mi artículo no se refiere a 200 soldados peruanos que hayan defendido la patria ante el enemigo, ni a las múltiples manifestaciones de heroísmo que hemos sido testigos a lo largo de nuestro historia, de personajes como Miguel Grau o Francisco Bolognesi; sino más bien, se refiere al vergonzoso y lamentable número de 200 mil peruanos que han fallecido a causa del covid-19, según cifras oficiales del Ministerio de Salud.

Ante esta tragedia nacional, cabe preguntar: ¿Quién o quiénes son los responsables de tantas muertes? ¿Qué se está haciendo al respecto? ¿Cómo se ha castigado a los culpables?

Una vez más, la respuesta es más vergonzosa que la pregunta. No se ha hecho nada al respecto y los responsables siguen con sus vidas como si nada hubiera pasado, mientras en el Perú doscientas mil familias han perdido un ser querido a causa de la ineptitud de sus autoridades.

Algunos dirán que la pandemia fue un evento de alcance mundial totalmente nuevo e inesperado, lo cual es cierto y que los diferentes gobiernos y sus autoridades en el mundo, la enfrentaron sin tener una idea clara de lo que se debía hacer, lo que también es cierto. Sin embargo, la ineptitud, la falta de transparencia, la corrupción, las marchas y contra marchas, las medidas sanitarias embarradas de tintes ideológicos y el desprecio a la vida de los peruanos, fueron lo que caracterizó la política de lucha contra la pandemia del gobierno de Vizcarra, que nos ubicó como el país con más muertes en el mundo como porcentaje de su población.

Mientras que países desarrollados basaban sus decisiones en ciencia, en el Perú, personajes nefastos de izquierda como Farid Matuk, miembro del comando Covid, establecía que los hombres y mujeres deberían salir a la calle de manera alternada y realizar sus compras “para acabar con el patriarcado en la sociedad”. 

En lugar de extender las horas de atención en los mercados y supermercados para que la gente tuviera más tiempo para hacer sus compras, como se hizo en Alemania, en Perú se redujeron las horas de atención durante el día, causando larguísimas colas de horas y horas, con el maltrato a la gente que ello representaba.

A pesar que el análisis científico indicaba que las pruebas serológicas (también conocidas como pruebas rápidas) no servían para detectar casos tempranos de covid en la población, el Gobierno de Vizcarra, con ministros de salud como Zamora y Mazzetti compraron millones de estas pruebas (que no servían) en lugar de las pruebas moleculares que son las que realmente sirven para la detección temprana del virus.

Todos recordamos las marchas y contra marchas del gobierno como la obligatoriedad de usar guantes quirúrgicos para ir al mercado, lo cual fue descartado al día siguiente de su publicación.

En su afán de demostrar que estaban haciendo algo para combatir la pandemia, Vizcarra decretó la cuarentena más larga de la lucha contra el Covid, confinando a todo el Perú en sus casas, sin tener en cuenta que la mayoría de la población sobrevive con su trabajo del día a día. Luego, ante la crisis económica generada por ellos mismos, empezaron a regalar dinero en forma de “bonos”, obligando a la población a hacer colas gigantescas, las cuales fueron otra fuente de contagio del virus.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente en su maltrato a todos nosotros, el gobierno de Vizcarra nunca llegó a cerrar las negociaciones con Pfizer para adquirir su vacuna y como todos sabemos, luego de vacunarse a escondidas en Palacio de Gobierno, terminó comprando un ínfimo lote de vacunas Sinopharm que resultaron tener la más baja efectividad de todas las vacunas disponibles.

Algunos pocos dirán que con el cambio de gobierno y la entrada de Sagasti a la presidencia las cosas mejoraron en algo. Era difícil que pudieran ser peor. Pero no olvidemos cuando declaró Mazzetti (ministra de Sagasti) que “ella sería la última en vacunarse” y al poco tiempo, se descubrió a través de Willax que se había vacunado a escondidas al igual que la canciller Astete y Vizcarra.

Si bien todos apreciamos vivir en una democracia, a veces me gustaría vivir en la época de Esparta, donde los traidores eran colgados o decapitados, o como decía el gran Leónidas antes de empujar a sus enemigos de una patada al foso: ¡Esto es Esparta!

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