El Patriota

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En estas fechas cercanas a 28 de julio, día de la independencia del Perú, se habla mucho de las “fiestas patrias”, o del “patriotismo” que llena milagrosamente nuestros corazones. Pero, se han preguntado si realmente somos patriota. ¿Qué es lo que debemos hacer para ser patriotas? 

Lo primero que me vino a la mente cuando empecé a escribir este artículo fue la película “El Patriota”, estrenada en el año 2000 y protagonizada por Mel Gibson. En ella, un veterano de guerra, el capitán Benjamín Martin,  es llamado a Charleston para votar en la Asamblea General de Carolina del Sur sobre un impuesto que apoye al ejército patriota. Por temor a la guerra contra Gran Bretaña, Martin se abstiene. Sin embargo, el impuesto se aprueba y su hijo mayor se enrola en el ejército continental.

Martin, quien al principio no quiere involucrarse en la Guerra de Independencia estadounidense, se ve obligado a hacerlo para salvar a su hijo Gabriel, quien había sido apresado por los ingleses. Luego de rescatar a Gabriel y habiendo perdido a uno de sus hijos a manos del coronel inglés Tavington, Benjamín se une al ejercito patriota siendo nombrado coronel.

Después de una larga lucha contra los británicos, usando tácticas cuestionadas en la época como la guerra de guerrillas, el ejército patriota liderado por Benjamín logra salir vencedor en Virginia, donde el gobernador colonial Lord Charles Cornwallis se rinde ante el ejército continental.

En nuestra historia republicana, también podemos encontrar muchas muestras de patriotismo. Tenemos el ejemplo del Almirante Miguel Grau, el Caballero de los Mares, quien luchó heroicamente contra la armada chilena, en una guerra por demás absurda para nuestro país.

Al estallar la Guerra del Pacífico,  el 5 de abril de 1879, Grau retomó el mando del Huáscar (ya lo había tenido en 1873), en detrimento de la fragata blindada “Independencia”, un buque con mayor poder de fuego.  Grau fue nombrado jefe de la primera división naval, iniciando su campaña en el mes de mayo. Durante los siguientes meses, mantuvo en jaque a la flota chilena. Hundió la corbeta chilena “Esmeralda” en el combate naval de Iquique el 21 de mayo de 1879 y se ganó el respeto del enemigo, por su acción humanitaria de rescatar a los náufragos chilenos.

Declinó su ascenso a contraalmirante ya que lo alejaría del combate activo y de la defensa de la patria, teniendo que dirigir las acciones navales desde un despacho. Miguel Grau continuó con su grado de Capitán de Navío al mando del Huáscar. El 8 de octubre de 1879, frente a Punta Angamos, fue cercado por dos divisiones de la armada chilena. Grau murió en los primeros minutos de este desigual combate por efectos de una granada disparada desde el acorazado Cochrane, que destrozó su cuerpo. Sus oficiales y marineros, siguieron su ejemplo y continuaron la lucha, hasta que ellos también cayeron en combate. En el año 1946 fue ascendido póstumamente al grado de almirante.

Para ser un patriota, no es necesario luchar en la guerra contra un país enemigo ni haber muerto en ella. Tenemos ejemplos de patriotas todos los días.

Los miembros de nuestras fuerzas armadas que lucharon contra la lacra del terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA, son peruanos patriotas, quienes estuvieron dispuestos a perder la vida en defensa del Estado de Derecho y la sociedad civil. Muchos de ellos quedaron mutilados, discapacitados y olvidados por ese Estado que con tanto esfuerzo defendieron.

Las madres que organizan y trabajan en las ollas comunes, son patriotas. Ellas se levantan todos los días antes que amanezca, para preparar el desayuno a sus familias y decenas de familias de los lugares más olvidados de nuestra ciudad. Sin contar con el apoyo del gobierno o de las municipalidades, estas madres se las ingenian todos los días para no dejar con hambre a tanta gente necesitada.

Podría mencionar a tantos peruanos que son verdaderos patriotas, como los agricultores de los andes que pese al abandono del Estado, siembran los alimentos que requiere el país. También pienso en los pescadores, en los mineros formales, en los trabajadores de las miles de empresas grandes y chicas, que con su esfuerzo sacan adelante a sus familias.

No puedo terminar este artículo, sin dejar de mencionar al patriota más grande que yo tuve el honor de conocer: mi padre, quien con su ejemplo de vida, me enseñó a mostrar mi amor al país mediante el trabajo.

Recuerdo que mi padre se reía cuando lo llamaban “el gringo extranjero” al caminar por las calles del distrito de La Victoria, en donde trabajaba. Su respuesta era: “yo he nacido en La Victoria, ¿dime, dónde has nacido tú para llamarme extranjero?”.

Lo que esas personas no sabían, es que mi padre amaba a este país con todo el corazón. Él sí fue un verdadero patriota. Mi padre, nunca tuvo un cargo público, a pesar que se lo ofrecieron en varias oportunidades, nunca vivió del Estado. Se pasó toda una vida dedicado a sacar adelante el negocio que le había dejado mi abuelo. Les dio trabajo a más de veinte familias. Con los impuestos que pagaba, cumplió con su deber con el país y la sociedad. No contento con ello, siempre ayudaba de manera anónima cuando sus finanzas se lo permitían. Mi padre tuvo que pasar por golpes de Estado, terrorismo de Sendero Luminoso, la híper inflación de García, los escándalos de corrupción de Toledo y Humala, las crisis económicas de los últimos 30 años, el acoso del Estado; y a pesar de todo, nunca perdió la esperanza que el Perú pudiera ser mejor.

Necesitamos más peruanos patriotas. Gente que trabaje por el bien del país y el de sus familias y no podemos tolerar a los  parásitos y sanguijuelas que se han apoderado del Estado con el cuento que representan al pueblo.

Thomas Paine dijo: “El deber de un patriota es proteger a su país de los ataques del gobierno”. Nuestro deber como patriotas es proteger al país de los comunistas en el poder.

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