Feliz Año Nuevo

Quería desearles a todos mis lectores un feliz y próspero Año Nuevo.

No vayan a creer que estoy alucinando o me he fumado algo raro, como lo hacía el ex congresista del Partido Morado, que encendía un troncho en plena sesión del Parlamento. Según la tradición judía, el fin de semana pasado se celebró el principio de un nuevo año, el año 5783. “Rosh Hashaná” como se le llama en hebreo, es la bienvenida que le damos los judíos al nuevo año. Cae generalmente en los meses de septiembre u octubre, dependiendo del calendario lunisolar que no siempre coincide con el calendario gregoriano que se usa en el mundo occidental. Son días de balance espiritual, en los que se realiza un examen de conciencia sobre las acciones del año previo. Se pide perdón a nuestros semejantes y luego a Dios. De esta forma, podemos dejar atrás las aflicciones del año que se va y afrontar con energías renovadas el que viene.

El año nuevo, también nos trae la oportunidad de elegir nuevas autoridades municipales y regionales. Como sabemos, las elecciones municipales son el próximo fin de semana. Casi 25 millones de peruanos vamos a asistir a las urnas para elegir 25 gobernadores regionales, 1,910 alcaldes provinciales, 1,694 alcaldes distritales y varios miles de consejeros y regidores regionales y distritales. En total serán, más de 13,000 autoridades las que serán elegidas por los peruanos.

Soy de la opinión que nuestro país tiene una división política contraproducente, para el desarrollo y ejecución de obras de infraestructura por la cantidad de regiones, provincias y municipios que tiene. Ya he tratado el tema en un artículo anterior, en el cual comparo la cantidad de regiones (estados) en otros países, con mucho más población que la nuestra.

Si utilizamos métricas poblacionales de otros países, Perú debería tener entre 5 a 6 regiones en lugar de las 25 actuales. Menos regiones significan menos burocracia que se robe o gaste inútilmente los escasos recursos con los que contamos. La Contraloría podría ejercer un mejor control a los gobiernos regionales o municipales, los cuales podrían tener presupuestos mucho más grandes para ejecutar obras de infraestructura que realmente mejoren la vida de los vecinos- Ello en lugar de contentarse con construir una posta médica, loza deportiva o camino rural.

Los que vivimos en Lima, elegiremos alcalde metropolitano y distrital. Dentro de los candidatos al sillón de Lima Metropolitana tenemos a Rafael López Aliaga, Daniel Urresti, Omar Chehade, Yuri Castro, George Forsyth y Gonzalo Alegría.

Según las últimas encuestas publicadas la semana pasada, Rafael López Aliaga y Daniel Urresti estaban empatados técnicamente en el primer lugar de las preferencias entre los votantes. En un muy lejano tercer lugar, esas encuestas caviares, ubicaban a Forsyth. Desde mi humilde opinión ello es solo un intento más de los caviares por empujar a Forsyth y así tener alguna opción de llegar, con él, al botín que representa la Municipalidad Metropolitana de Lima. ¿Ya nos hemos olvidado la presencia de Forsyth en la campaña del ‘No’ a la revocatoria, de la corrupta Susana Villarán? En todos estos años, no recuerdo escuchar a Forsyth desmarcarse de Villarán y todos sus escándalos de corrupción.

Lo que sí recuerdo perfectamente es el desastre que dejó Forsyth cuando renunció a la alcaldía de La Victoria para tentar la presidencia de la república en las elecciones del año 2021. Como vecino de La Victoria desde hace más de treinta años, puedo dar fe de la pésima gestión de Forsyth al mando del municipio y cómo lo llenó de todos sus amigotes, gente sin experiencia ni capacidad para la administración pública.

Un caso interesante de analizar es el que compromete al candidato de Juntos por el Perú, Gonzalo Alegría, quien se ha visto inmerso en un escándalo de  grandes dimensiones al salir a la luz una denuncia por presunto abuso físico, psicológico y sexual en contra de su propio hijo, Gonzalo Alegría García. El joven Alegría García, ha ratificado mediante un video, que fue él quien interpuso la denuncia en la comisaría de Orrantia del Mar, el año pasado. Según su propio dicho: “esa denuncia la puse por mi propia voluntad y sin ningún tipo de influencia de terceros. La puse porque necesitaba ponerla, todo lo que puse en esa denuncia es totalmente verdad”.

Lejos de dar un paso al costado, el señor Gonzalo Alegría en un primer momento negó la existencia de tal denuncia, luego aceptó que existía pero afirmó que era falsa, para luego culpar al partido español Vox, la ultraderecha española y hasta a Maricarmen Alva, la ex presidenta del Congreso, de haber influenciado en su hijo. Según Gonzalo Alegría, todo es una “patraña” de personas que lo quieren perjudicar porque “él es el único que puede salvar Lima”.  Ello me recuerda las palabras de Susana Villarán, cuando utilizó como justificación que “ella era la única que podía salvar Lima”, para aceptar los millones de dólares de la corrupción de OAS y Odebrecht.

Seguramente se preguntarán qué tiene que ver “Rosh Hashaná” con una columna de política o economía como esta. Como decía el gran científico Albert Einsten: Todo es relativo. En momentos de crisis como el actual, en el que cada día sale a la luz un nuevo escándalo de corrupción, en el que cambian ministros cada semana o nos enteramos de negociados bajo la mesa en los gobiernos regionales o municipales; podríamos caer en la desesperanza de la mediocridad que ha traído el comunismo a nuestro país. Pero “Rosh Hashaná” nos enseña que es posible dejar atrás todo lo malo y volver a empezar.

Depende de nosotros y de nadie más tomar las decisiones correctas en una elección municipal. De lo que he analizado de los otros candidatos, opino que Urresti, Castro y Chehade no dan la talla para administrar una ciudad de más de diez millones de personas como Lima. 

Como decía “Porky” en la serie animada Looney Tunes: “¡Eso es to…eso es to…eso es todo amigos!”.

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