Las encuestas

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En esta columna quiero hacer una encuesta para saber si mis lectores creen o no en las que salen publicadas mensualmente en los diversos medios de comunicación. Pero como yo soy el que hace la encuesta, puedo formular las preguntas a mi antojo, marcar la tendencia de las mismas y sobre todo, la manera en que voy a preguntar a “los encuestados”. Como últimamente está de moda hacer las encuestas vía telefónica, voy a escoger números telefónicos de manera aleatoria, pero que por “coincidencia” pertenecen a un área regional, en donde la gente no cree en las encuestas. De esa manera, me “aseguro” la tendencia de esta encuesta. Desde ya, quiero aclarar que cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia.

En nuestro país, estamos acostumbrados a que las empresas encuestadoras dirijan la opinión del pueblo en lugar de registrar estadísticamente los resultados de las mismas.

Muchos de nosotros recordamos la publicación de diversas encuestas durante la pandemia, en el gobierno de Vizcarra. Mientras éramos testigos del desastroso manejo de la salud que hacían Vizcarra y sus ministros, con más de doscientos mil muertos en su haber, ellos gozaban de una aprobación digna de un artista o futbolista. Según Ipsos, Vizcarra gozaba de una aprobación de 83%, mientras que su Ministro de Salud, Zamora, el que no quiso aceptar la donación de oxígeno de las empresas privadas, contaba con una aprobación de 71%.

Esas mismas empresas encuestadoras publicaban la intención de voto de los peruanos meses antes de las elecciones. ¿Recuerdan quién era el candidato con mayor intención de voto? Nada menos que el hijo del embajador Harold Forsyth, George Forsyth, quien tenía el 23 % de intención de voto a nivel nacional (septiembre 2020). ¿Ustedes realmente creen que el 23% de los peruanos (incluyendo los pueblos de la serranía) tenían la intención de votar por Forsyth para las elecciones presidenciales de 2021? En mi humilde opinión, es imposible que sea verdad.

Cuando se desinfló la figura de Forsyth como candidato presidencial, ¿recuerdan quién fue la nueva carta de las encuestadoras? En marzo de 2021, semanas antes de las elecciones presidenciales, Yohny Lescano estaba en primer lugar con el 15% de la intención de voto.

Los resultados oficiales de la ONPE (cuestionados por algunos de nosotros), colocaron a Lescano en el quinto lugar con 9.07% de los votos y a Forsyth en sétimo lugar con 5.6%. La pregunta que salta a la vista es: ¿cómo se pudieron equivocar tanto las encuestadoras? Para mí, la respuesta es muy simple: los porcentajes de intención de voto publicados durante los meses previos a las elecciones tenían cierto sesgo político, por decir lo menos.

El fin de semana pasado y a escasos días de que venga la misión de la OEA a nuestro país, El Comercio ha publicado la última encuesta encargada a la empresa Ipsos sobre la aprobación presidencial. Según los datos que obtenemos de la misma, el 66% de los ciudadanos desaprueba la gestión de Castillo y el 27% la aprueba. Vale decir que la desaprobación de Castillo se ha reducido del 76% en abril al 66% en noviembre.

Si esto fuera cierto, podríamos concluir que mientras más escándalos de corrupción, más ineptitud del gobierno, peores nombramientos y más pruebas del robo mejor le va a Castillo en los índices de aprobación. Un absurdo por donde se le mire.

Otra de las conclusiones de la encuesta, es el nivel de desaprobación del primer ministro Aníbal (el caníbal) Torres. Según Ipsos el 65% de los peruanos desaprueba su gestión. ¿Cómo es posible que personas con uso pleno de sus capacidades mentales, aprueben la gestión de una persona nefasta como Torres? Su nivel de desaprobación tendría que ser 100 por ciento.

Pero no crean que la manipulación de la voluntad popular por parte de las empresas encuestadoras sea una situación que solamente se da en nuestro país. En las últimas elecciones presidenciales en Brasil, las principales empresas encuestadoras (de tendencia izquierdista) le daban a Lula el 48% de intención de voto y a Bolsonaro 35%. Inclusive algunas de estas empresas “vaticinaban” que Lula ganaría en primera vuelta.

Los resultados oficiales nos demostraron lo equivocadas que estaban las encuestadoras. Según el conteo oficial, Lula obtuvo en primera vuelta 48% de los votos, mientras Bolsonaro el 43%.

Para la segunda vuelta, las mismas encuestadoras le daban a Lula una holgada ventaja de 51% de los votos contra 42% de Bolsonaro. Si bien Lula ganó las elecciones, los resultados finales fueron 50.9 % contra 49.1% de Bolsonaro.

No puedo afirmar que las empresas encuestadoras publiquen resultados falsos, pero sí puedo  especular si acaso reciben grandes cantidades de dinero por realizar dichas encuestas de las mismas personas a quienes “benefician” o “perjudican” la publicación de estos resultados.

Si bien existe en el Perú un pequeño porcentaje de la población que apoya a Castillo por razones ideológicas y otro pequeño grupo que se ve beneficiado de las dádivas del Estado como los bonos, puestos de trabajo, obras designadas a dedo entre otros, me niego a creer que solamente 65% de los peruanos desaprueba la gestión del peor presidente de la historia republicana del país.

Pero como decía Mark Twain: Nunca discutas con un estúpido. Te hará descender a su nivel y ahí te ganará por su experiencia.

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