Juego de Tronos

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Juego de Tronos es el nombre de la serie de televisión de drama y fantasía medieval mas famosa de todos los tiempos. Está inspirada en la serie de novelas “Canción de Hielo y Fuego” del escritor norteamericano George R.R. Martin. Desarrollada por David Benioff y D.B. Weiss y producida para la cadena de cable HBO, narra las vivencias de un grupo de personajes de distintas casas nobiliarias en el continente ficticio de Poniente, para tener el control del Trono del Hierro y así poder gobernar los siete reinos que lo conforman.

Además de la increíble producción cinematográfica, con efectos especiales, vestuarios y realización musical dignos de numerosos premios Emmy, lo que más gusta de esta serie es lo impredecible en el desarrollo de la narración. Para los que hemos visto algunas de sus temporadas, sabemos que cualquier cosa puede suceder: un rey asesinado y reemplazado de un día para otro; alianzas entre los distintos reinos, que cambian de acuerdo a la conveniencia de los personajes y de una moral con reglas muy cambiantes, entre otros giros sorpresivos.

Algo muy similar ocurre en la política peruana, en sentido figurado por supuesto.

Analicemos lo que sucedió la semana pasada con la publicación del informe preliminar del Grupo de Alto Nivel (GAN) de la OEA, que estuvo en nuestro país hace unas semanas y también la admisión a debate de la tercera moción de vacancia presidencial.

Como era de esperarse, el GAN emitió un informe preliminar que lava la cara al Gobierno y hace oídos sordos a las decenas de presuntos casos de corrupción que involucrarían a Castillo y a gran parte del entorno presidencial. En lugar de tomar nota de las carpetas fiscales en contra de Castillo por estos presuntos casos de corrupción, el GAN menciona el “uso excesivo de herramientas de control político”.

El GAN tomó nota de la “preocupación” por el uso indiscriminado de las mociones de vacancia, negaciones de permisos de viaje al Presidente, denuncias constitucionales, mociones de interpelación, votos de censura, etcétera; como si todo lo anterior no tuviera sustento en la misma conducta, supuestamente delincuencial, del Ejecutivo.

Según el informe de la OEA, han tomado nota que en el Perú existe “sobre libertad de expresión”, lo que significa que el medio de comunicación tiene libertad para informar o desinformar sin ningún tipo de censura. En su informe recogen que ciertos actores (me pregunto a quiénes se refieren) comunicaron que se utilizan las noticias reportadas por los medios para abrir casos de investigación legal contra actores políticos, sin contar con los elementos jurídicos necesarios. Dicho de otra manera: los reportajes que vemos todas las semanas en donde se destapa la supuesta corrupción del Gobierno, son puro cuento.

El GAN se hace eco a la estrategia de victimización del Presidente. Según el informe, varios actores entrevistados denunciaron que la elección de Castillo puso de manifiesto la existencia de sectores que promueven el racismo y la discriminación y que no aceptan que una persona ajena a los círculos políticos tradicionales ocupe la silla presidencial.

Creo que los miembros de la OEA no se enteraron que Alejandro Toledo era “un cholo sagrado“de Cabana y que Ollanta Humala no era un “marine” rubio de West Point, sino un teniente coronel del Ejército peruano.

La semana pasada, también fue admitida la tercera moción de vacancia en contra de Castillo por incapacidad moral permanente. Esta vez con 73 votos a favor, se admitió a debate la que esperamos sea la moción de vacancia definitiva que saque a Castillo del gobierno.

Como se podía asumir, el Gobierno no se quedó con los brazos cruzados. En una maniobra leguleya, devolvió la moción de vacancia al Congreso argumentando que la misma se encontraba “incompleta”. El Legislativo, a su vez, volvió a enviar la moción de vacancia con toda la documentación, indicando que ésta no se encuentra prevista ni en la Constitución ni en el reglamento del Parlamento.

Mientras la oposición trata de sumar los 87 votos necesarios para vacar a Castillo, los “alfiles” van moviendo sus fichas. El último viernes, el congresista izquierdista Edgard Raymundo presentó su informe a la Comisión de Acusaciones Constitucionales, en el cual limpia de polvo y paja a la vicepresidenta Dina Boluarte, a pesar de la contundencia de la acusación por infracción constitucional que pesa sobre ella. No me sorprendería que la comisión presidida por Lady Camones vote para que se archive la denuncia constitucional, librando así a Baluarte de la destitución e inhabilitación en el cargo.

De manera paralela, el Gobierno va “asegurando” sus votos en contra de la vacancia. Además de ofrecer obras y puestos de trabajo en el Estado como en el caso de “Los Niños”, también se habría prometido dinero a determinados congresistas para que voten en contra de la vacancia, según denunció la empresaria Sada Goray, quien admitió haber entregado cuatro millones de soles a Salatiel Marrufo (ex jefe de asesores de Geiner Alvarado). 

Las alianzas por conveniencia no son exclusivas de Juego de Tronos. En nuestro caso, tenemos el nombramiento como Ministra de la Mujer de Heidy Juárez, quien supuestamente era una congresista de oposición de APP, que luego se pasó a Podemos, para terminar finalmente aliada del gobierno de Castillo en el puesto de ministra.

Esta es de las frases mas aleccionadoras que escuché en Juego de Tronos: “Es difícil ponerle una correa a un perro, una vez que le has puesto una corona en la cabeza”. A buen entendedor, pocas palabras.

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