

Ha sido un acto de sensatez política ponerle fecha al adelanto de elecciones. Con eso desaparece la incertidumbre de cuándo será ésta y también, que se siga usando como pretexto para más revueltas.
Sin embargo, es necesario llegar a esa fecha con reformas concretas en nuestro modelo político. De no efectuarse éstas, vamos a repetir el sinsentido de elegir a candidatos que pronto perderán su legitimidad de origen y que se verán envueltos en problemas de gobernabilidad.
Hay algunas reformas que se caen de maduras por las que el Congreso debería empezar, y para esto no se necesita una asamblea constituyente.
Primera reforma: Si ninguno de los candidatos a presidente logra la mitad más uno del número de votos válidos, la segunda vuelta debería ser con todos los candidatos que sumen cuando menos el 50% más uno de los votos válidos.
Esto significaría que pasen no solamente los dos primeros, sino los que, sumando los votos obtenidos lleguen a esa mitad más uno.
En la elección pasada del año 2021, en la primera vuelta el candidato ganador obtuvo el 18.92% y la que quedó segunda el 13.40% Es decir un magro 32.32% que no proporcionaba legitimidad a ninguno de los dos.
Y en la segunda vuelta la diferencia fue de 0.12% Ambos candidatos subieron su caudal de votantes, pero con votos prestados, de electores que más bien hacían un anti-voto, para que no salga el contrario.
Segunda reforma: Con todas las listas inscritas, el Congreso debe elegirse en segunda vuelta, así los candidatos que disputen la presidencia tendrán cuando menos una bancada representativa y el presidente podrá tener mayor gobernabilidad.
Tercera reforma: Que la renovación parcial del Congreso se efectúe a medio mandato, por ejemplo, un tercio. Ello dará dinamismo y representación real a los congresistas.
Cuarta reforma: El restablecimiento de la bicameralidad. El Perú no tiene tradición unicameral. La Constitución de 1993 es la única que en toda la historia de la república ha configurado una sola cámara legislativa (no cuentan en este cómputo el congreso tricameral de la Constitución “vitalicia” de Bolívar que rigió 6 meses, y la Constitución de 1867 que nunca rigió en este punto).
No tiene ningún sentido que los congresistas voten una vez y una segunda la misma ley, y en ocasiones exoneren a algunas del trámite de segunda votación, menos que no se considere el paso previo por las comisiones correspondientes. Una segunda cámara dará más lucidez y rigor en la acción legislativa. No es burocracia sino necesidad.
Quinta reforma: La reelección congresal, porque resulta que los pocos congresistas que aprenden el oficio y terminan diestros, no pueden seguir otro mandato, renovándose el congreso cada vez con integrantes bisoños, algunos de los cuales tendrán el recorrido antes indicado.
Estas son reformas constitucionales que se podrían hacer. Ellas solas no solucionan nuestros problemas, pero son un primer paso necesario.