Follow the Money

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La frase “Follow the Money” o “Sigue el Dinero”, de acuerdo a su traducción al castellano, se popularizó por su uso en la película “All the President’s men” o “Todos los Hombres del Presidente”, cuyo guión sugería que había que seguir el rastro del dinero para encontrar la corrupción en el Partido Republicano en la época de Richard Nixon y el escándalo de “Watergate”.

El día de hoy, debemos usar la misma idea de “seguir el dinero” o en nuestro caso, buscar el financiamiento de los grupos que, en el último mes, han organizado las marchas de protesta a largo y ancho del país.

En un video grabado el 14 de diciembre en Ayacucho, se observa a un grupo de cocaleros ilegales del VRAEM recibir dinero para unirse a las protestas, de manos de la presidenta del Frente de Defensa de Ayacucho, la sentenciada por terrorismo “camarada Cusi”, Rocío Leandro Melgar, quien fue integrante de Sendero Luminoso y era la encargada de dar el tiro de gracias a las víctimas esa banda terrrista

El jefe de la Dircote (Dirección contra el Terrorismo), el General PNP Óscar Arriola, se refirió a estas imágenes al momento de su detención.

La “camarada Cusi” fue detenida de manera preliminar por la policía hace unos días ante un pedido de la fiscalía que la acusa de ser integrante de la Nueva Facción Roja de la organización terrorista Sendero Luminoso a través del Frente de Defensa de Ayacucho, el cual preside.

Para los que todavía tienen dudas que los terroristas y miembros del Movadef fueron y siguen siendo apoyados por Pedro Castillo y los comunistas, basta leer la carta enviada al Ministro del Interior, por el ex ministro y congresista de Juntos por el Perú (partido de Verónika Mendoza), Roberto Sánchez Palomino, en la cual solicita información sobre la detención de la “camarada Cusi” y de otras personas ya que ésta habría sido “arbitraria”.

Las violentas movilizaciones de las últimas semanas en el sur tienen un costo muy alto. No me refiero aquí a las pérdidas que generan al país, por la destrucción de la propiedad pública y privada, el bloqueo de las carreteras y las miles de cancelaciones de turistas que ya no van a venir a gastar su dinero en nuestro país. Me refiero a los millones de soles que cuesta organizar, alimentar, movilizar y pagar a miles de personas para que protesten de manera violenta en Puno, Cuzco y Ayacucho entre otros.

Esos millones de soles provienen del narcotráfico, de la minería ilegal, de la corrupción y seguramente del extranjero a través de operadores como Evo Morales y su banda de delincuentes. Recordemos que el diputado boliviano, Erwin Bazán, denunció la semana pasada que el grupo paramilitar asociado a Evo Morales, los Ponchos Rojos, fue sorprendido transportando miles de balas tipo “dum dum” al Perú. Aparentemente no habría sido el primer cargamento de balas que ingresan ilegalmente a nuestro país.

Sin dejar de lado la validez de los reclamos sociales que la población del sur peruano tiene en contra del gobierno (del actual y de los anteriores), es claro que un pequeño grupo altamente organizado y bien financiado, está dirigiendo estas marchas violentas.

Durante el primer gobierno de Alan García y luego en el gobierno de Castillo, he salido a marchar en más de una oportunidad, pero nunca se me ocurrió quemar un local de la fiscalía, atacar una comisaría o tomar violentamente el aeropuerto. Menos utilizar hondas, bombas molotov, piedras, pistolas hechizas o dinamita, para expresar mi protesta ante el gobierno. Los que hacen uso de estos medios violentos no son protestantes, sino que son terroristas.

¿Acaso no es un acto terrorista el quemar un patrullero con un efectivo policial dentro? El genocida Abimael Guzmán hubiera estado orgulloso de los asesinos que quemaron vivo al sub oficial de la PNP José Luis Soncco Quispe. Nosotros, en cambio, estamos orgullosos de la valentía y sacrificio del sub oficial Soncco, un verdadero héroe de la democracia y a quien debemos honrar encontrando a los culpables y castigándolos severamente.

La ruta del dinero también nos conduce a los comunistas y a sus allegados. No es necesario dar dinero a los violentos para apoyarlos financieramente, también se puede hacer a través de los medios de comunicación, las redes sociales o las redes de apoyo legales que tienen muy bien organizadas, sobre todo en provincias.

Cuando los políticos de izquierda llaman genocida a la policía, relativizan las decenas de efectivos policiales heridos y minimizan la muerte de uno de ellos, están dando un mensaje muy claro al país: “ellos apoyan la violencia”.

Cuando los “defensores de los derechos humanos” defienden el actuar de los delincuentes subversivos a quienes llaman revolucionarios o guerrilleros, o cuando afirman que en el Perú se vivió un “conflicto armado” en los años 80 y 90, minimizando los miles de muertos que sufrió el país en manos de los terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA, entendamos que están apoyando a los asesinos e intentan reescribir nuestra historia.

Los patriotas, aquellos de nosotros que amamos el país, tenemos que exigir que los empresarios, estudiantes, amas de casa, obreros, pero sobre todo los políticos, condenen de manera clara y categórica los ataques subversivos que quieren destruir nuestra sociedad.

Escuche una frase digna de mencionar de uno de los miles de policías que esta defendiéndonos en el sur: “la policía del Perú, es el primer escudo de la democracia”. Seamos nosotros el segundo.  ¡Viva la Policía Nacional del Perú!

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