

Las calles de las ciudades del interior, y las del centro limeño, una vez más han sido el escenario ad hoc para que se materialicen las protestas ciudadanas.
Lo que diferencia a estas asonadas teñidas de sangre inocente, de las jornadas por reivindicaciones propiciadas en otras ocasiones, es que las masas han sido utilizadas con el fin de tratar de retener el poder político, perdido a raíz de la estúpida[1] caída de Castillo Terrones.
Perú está padeciendo en carne propia el haber elegido, irresponsablemente, a quienes no tenían el perfil mínimo, para que asuman los más altos cargos de gobierno.
Los peruanos cayeron en la trampa urdida desde los antros delincuenciales de la política, donde el jefe es el sentenciado por corrupto Vladimir Cerrón, y a quien le vienen encubriendo y protegiendo sus mismos juzgadores, por razones que deberán aclararse tarde o temprano, en cuanto se le aplique el rigor de la Ley, y purgue la condena que le corresponde.
Las masas contratadas por los dirigentes miembros de la cofradía izquierdista, como todas las masas recolectadas de los rincones donde reinan la desinformación y la ignorancia, solo repiten eslogan trasnochados, que ellos mismos no saben qué significan.
Pedir el cierre del Congreso y la renuncia de la sucesora constitucional de Castillo Terrones, es propender a la anarquía, rompiendo el Estado de Derecho, que todavía prevalece felizmente, aunque los electores repudien y detesten furiosamente a quienes ellos mismos eligieron.
Las protestas ya se habían planificado desde Palacio de Gobierno, ante la imposibilidad legal que encontraron, los de la banda cerronista, de instaurar una Asamblea Constituyente, al estilo y conveniencia de los devotos del socialismo siglo XXI.
Por eso es que algunos presidentes latinoamericanos, en una clara injerencia en asuntos internos, hoy se rasgan las vestiduras, como si fuesen demócratas ofendidos, y piden que liberen al golpista y encausado por corrupción, Castillo Terrones.
El socialismo siglo XXI devenido en un híbrido monstruoso en el que se juntan neonazis altiplánicos y comunistas caribeños, tiene sus voceros mendaces desde La Moneda en Chile, el Palacio Nacional en México, la Casa de Nariño en Colombia, que, en pronunciamientos reñidos con el principio de no intervención, abogan en favor del hoy preso por golpista, y encausado por corrupción, el insólito Castillo Terrones.
Es hora de que Perú rechace con energía la injerencia en sus asuntos internos de estos líderes del nefasto, oportunista y fracasado socialismo siglo XXI, del cual debe y tiene que librarse, para no seguir los pasos de Venezuela, donde los jerarcas han vaciado las arcas estatales y su población deambula buscando oportunidades para sobrevivir.
Los peruanos deben concertar al interior de sus fronteras, para que se realicen dentro de los plazos previstos constitucionalmente, las elecciones generales, requeridas como solución al problema socio político en que viven, y puedan vislumbrar el futuro promisorio que les corresponde.
Los peruanos cada vez que escuchen las mentiras vertidas por personajes a quienes señalo líneas arriba, deben poner las barbas en remojo, porque algo se cocina en esta conspiración, algo que tenemos la obligación de contrarrestar defendiendo, si es necesario con la vida, el legado que nos dejaron nuestros héroes reconocidos desde los tiempos de Pachacutec Inca Yupanqui.
[1] Conocedor de la sensibilidad que despierta en algunos lectores los términos estupidez, o imbecilidad, creo necesario referir lo que al respecto nos dice el diccionario de la RAE:
estupidez
De estúpido – ez
1. f. Torpeza notable en comprender las cosas.
2. f. Dicho o hecho propio de un estúpido.
imbécil
Del lat. imbecillis ‘débil’, ‘enfermo’, ‘pusilánime’.
1. adj. Tonto o falto de inteligencia. U. t. c. s. U. t. c. insulto.
2. adj. Propio o característico de la persona imbécil.
3. adj. Med. Que padece de imbecilidad. U. t. c. s.
4. adj. p. us. Flaco, débil.