

El Carnaval más famoso es el que se festeja en la ciudad de Rio de Janeiro, cuarenta días antes de la Semana Santa católica. Este año se realizó entre el 17 y el 25 de febrero. Según dicen con orgullo los brasileños, el Carnaval de Rio de Janeiro es la madre de todos los carnavales, y no dejan de tener razón. En el último carnaval antes de la pandemia (2019), asistieron más de siete millones de personas de todas partes del mundo para participar de las celebraciones; eso sin contar a los setenta mil asistentes al Sambódromo diseñado por Oscar Niemeyer (el creador de Brasilia).
Esta celebración gira en torno a las escuelas de Samba, de las que existen más de 70 en Rio de Janeiro. La Samba aparece por primera vez en Bahía a finales del siglo XIX, traída por los esclavos africanos y se bailaba al ritmo del Candombe. El primer grupo que se conoció como escuela de Samba fue Deixa Falar, el cual se fundó en 1920.
El carnaval de Rio de Janeiro es vital para la economía del Estado de Rio de Janeiro y para la ciudad del mismo nombre. En el 2019 les generó ingresos por 875 millones de dólares. Incluso antes de que arranque la celebración, el carnaval genera empleos temporales y permanentes a miles de artesanos, músicos, fabricantes de vestuario y coreógrafos, entre muchos otros.
Las grandes empresas brasileñas indudablemente se benefician con la realización del Carnaval de Rio de Janeiro; sin embargo los más beneficiados son las pequeñas y micro empresas como por ejemplo: hoteles, taxis, restaurantes, bares, y un larguísimo etcétera. Todas estas empresas, grandes y pequeñas, requieren contratar mano de obra local, generando así miles de puestos de trabajo adicionales.
Para los turistas que no tienen los tres mil dólares que cuesta en promedio un pasaje y estadía de una semana en Rio de Janeiro para el carnaval, existen otras alternativas más económicas en nuestro país. Una de ellas es el Carnaval de Cajamarca.
Este año vimos, a través de los videos compartidos por los visitantes, que un mar de gente participó de un mega concierto el día sábado 18 de febrero, en donde locales como turistas de todas partes del país bailaron en la explanada del Qhapac Ñan.
Según las primeras estimaciones del Gobierno Regional de Cajamarca, unas 70 mil personal habrían asistido a las celebraciones del carnaval. Para el presidente de la Asociación Peruana de Turismo Receptivo e Interno (APOTUR), estos participantes generaron ingresos de entre 30 y 40 millones de dólares para Cajamarca.
¿Saben ustedes quiénes fueron los más beneficiados por la realización del Carnaval de Cajamarca? La respuesta es muy fácil: los cajamarquinos. No son los limeños, no es el Gobierno de Dina Boluarte, no son los grandes monopolios, ni los políticos. Los beneficiados son los cajamarquinos.
En el otro extremo de nuestro país, en Puno, se celebra otro gran carnaval, el de Juliaca, que se realiza un par de semanas después de la Fiesta de la Virgen de la Candelaria. Ambas celebraciones atraen a miles de turistas nacionales y extranjeros a la región de Puno, generando millones de dólares en ingresos para los habitantes de la zona.
¿Pueden estimar cuáles fueron los ingresos este año para la región Puno por ambos eventos? La respuesta también es muy sencilla: cero. Tanto la Fiesta de la Virgen de la Candelaria, como el Carnaval de Juliaca fueron cancelados por sus autoridades en vista de las protestas y paros que acata la región en contra del Gobierno de Dina Boluarte. ¿Quiénes son los más perjudicados por la cancelación de las festividades y la ausencia de miles de turistas?: los puneños. Los perjudicados no son los limeños, no son los turistas extranjeros, no es el Gobierno de Dina Boluarte, ni las transnacionales. Los más perjudicados son los puneños, así de claro.
Mientras que las autoridades de Cajamarca entendieron que tienen que dejar de lado las cuestiones políticas y dedicarse a administrar los temas de gobierno para el beneficio de sus propios ciudadanos, los comunistas en el sur no tienen ningún reparo en destruir sus propias economías con la excusa de que lo hacen “por la lucha popular” y “en beneficio de sus paisanos”. Desde esta columna pregunto: ¿cómo los puede beneficiar el ahuyentar su mayor fuente de ingresos, como lo es el turismo?
Los políticos de izquierda son expertos en culpar a otros de sus estrepitosos fracasos. En el plano internacional, el culpable preferido de Cuba, Venezuela, Bolivia y tantas otras dictaduras izquierdistas: es el imperialismo yanqui. Para los izquierdistas peruanos los culpables son: Fujimori, la Constitución del 93, Lima, los monopolios, Keiko, entre otros.
¿Acaso los puneños le han reclamado a su ex gobernador regional, Germán Alejo Apaza, por haber ejecutado solamente el 61.5% del presupuesto en proyectos de inversión? Ello significa que los puneños no recibieron 220 millones de soles en obras públicas por la incapacidad de sus autoridades. ¿Saben cuántos colegios, hospitales o carreteras se pueden construir con 220 millones de soles?
Los izquierdistas siempre hablan de redistribuir la riqueza (no la suya por supuesto), pero para que el Estado pueda redistribuir la riqueza en la forma de mejores servicios públicos como educación, salud, seguridad, infraestructura; primero hay que crear riqueza y eso solamente se hace trabajando, como bien han entendido las autoridades de Cajamarca.
Recordemos una frase de Gloria Álvarez: “Socialismo: método muy eficaz para convertir ricos en pobres, pobres en miserables y gobernantes en multimillonarios.”
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