

La semana pasada, el ex presidente Francisco Sagasti, presentó su libro “Gobernar en Tiempos de Crisis”. No voy a hacer una crítica del libro ya que no lo he leído (tampoco lo pienso leer), pero si quiero analizar parte de la entrevista que dio a un medio de comunicación.
Los peruanos recordamos que Sagasti llegó a la presidencia de manera accidental y sin méritos propios. El presidente Merino, había renunciado después de una semana en el poder ante el carga-montón que le hicieron los medios de comunicación caviares, los cuales azuzaban a los jóvenes para que salgan a marchar en medio de la pandemia del Covid.
Recuerdo las imágenes en la televisión de un par de cientos de revoltosos destruyendo la propiedad pública y privada, atacando a la policía con piedras y palos, mientras que un pseudo periodista, narraba en vivo y en directo la “marcha pacífica” en contra de Merino.
Según el mandato constitucional. el presidente del congreso Luis Valdez Farías debía asumir como nuevo presidente de la república. Sin embargo, el Partido Morado, envalentonado por su “éxito” en sacar a Merino del poder, exigió que se nombre a un nuevo presidente del congreso. No es de sorprender que eligieran a su congresista Sagasti para que ocupe dicho cargo y por ende la presidencia de la república.
Si bien es cierto que Sagasti solo estuvo en el poder ocho meses, lo que dejó su administración fue desastroso. Las dos tareas primordiales que debía enfrentar Sagasti en esos ocho meses eran: combatir la pandemia del covid, vacunando a la mayor cantidad posible de peruanos y garantizar que las elecciones generales de abril del año 2021 fueran limpias y transparentes. En mi opinión, fracasó en ambas tareas, de manera rotunda.
En noviembre del 2020, Sagasti anunció la llegada de un lote de vacunas del laboratorio Pfizer para el covid. Esa fue la primera de muchas mentiras. El lote de vacunas Pfizer no llegó en diciembre, ni tampoco en enero. Recién en febrero del 2021 llegó el primer lote de vacunas chinas de Sinopharm para inmunizar a nuestra población. Ello a pesar que ya existían serias denuncias en cuanto a la ineficacia de la vacuna china, lo cual quedó ampliamente demostrado: la vacuna de Sinopharm no servía.
A los pocos días de iniciada la vacunación, saltó a la luz el escándalo del “Vacunagate”. Los peruanos nos enteramos que Martín Vizcarra y una larga lista de sus ministros y funcionarios, se habían vacunado a escondidas y antes que el resto de la población. El caso más vergonzoso fue el de la ministra de salud, Pilar Mazzetti, quien había desempeñado el mismo cargo con Vizcarra. Lejos de expulsar a Mazzetti del gobierno y de denunciarla ante la fiscalía, Sagasti la invitó a Palacio de Gobierno para la juramentación de su sucesor. Luego se comprometió a hacer públicas las listas que contenían los nombres de todas las personas vacunadas de manera irregular, lo cual no sucedió.
Otra muestra de la ineptitud del gobierno de Sagasti, fue el manejo que se hizo al Paro Agrario convocado por diversos grupos de trabajadores agrícolas en Ica, La Libertad, Piura y Apurímac. Ante la violencia desatada por estos grupos que terminó con la muerte de cinco personas, se derogó la ley de Promoción Agraria. Esta ley, había permitido que Perú se ubique como una potencia agro exportadora a nivel mundial.
El gobierno de Sagasti avaló las irregularidades en las elecciones generales de abril del 2021. Para muchos de nosotros, se tergiversó la voluntad popular en la segunda vuelta, en la cual resultó ganador el corrupto Castillo. En lugar de aceptar los pedidos para una auditoría electoral por parte de organismos internacionales, Sagasti se negó en todo momento a considerar tal opción. Inclusive se entrometió de manera directa al solicitarle a Mario Vargas Llosa que interceda ante Keiko Fujimori, para que ésta acepte su derrota electoral. Una conducta totalmente reprobable e ilegal.
Este personaje ahora quiere darnos lecciones de ética y moral afirmando: “El gobierno de Dina Boluarte es peor que el de Castillo”. Aquí le pregunto: ¿Dónde estaba él cuando se nombró a terroristas como ministros? ¿Qué opinó cuando saltaron todos los escándalos de corrupción de Castillo y sus secuaces?
Es vital recordar que en los últimos días de la presidencia de Sagasti, el despacho presidencial rebajó los requisitos que se necesitaban en el cargo de secretario presidencial, lo que permitió que Castillo nombre como secretario a Bruno Pacheco, a quien le encontraron veinte mil dólares en efectivo en el baño de su despacho en Palacio de Gobierno.
Sagasti tiene la desfachatez en afirmar que “Pedro Castillo fue un fraude para todas aquellas personas que votaron por él”, dando a entender que los votantes de Castillo no sabían el tipo de delincuente que estaban eligiendo. Ello es totalmente falso. Todos sabíamos que Castillo era un sindicalista apoyado por un partido comunista, que quería destruir nuestro sistema económico, limitar nuestras libertades fundamentales (como la libertad de expresión) y refundar el país siguiendo el modelo plurinacional bolivariano.
¿Qué podemos esperar de un individuo que le solicitó un autógrafo al terrorista del MRTA, Néstor Cerpa Cartolini, justo antes de ser liberado a los pocos días de la toma de la residencia de la Embajada de Japón en el Perú?
¿Saben cuál fue la dedicatoria del terrorista Cerpa a Sagasti? “Para el señor Sagastegui, (sic) con todo respeto”. Es una vergüenza nacional que Sagasti haya sido nuestro presidente.
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